La Otra

Capítulo 12


Al día siguiente me levanté temprano, dado que no pude dormir, no le encontré sentido seguir dando vueltas en la cama.

Me vi en el espejo y no pude evitar compararme con un mapache, aunque estaba segura que le quitaría el puesto a un mapache, grandes ojeras adornaban mis preciosos ojos, mentalmente estaba agotada.

Llegué temprano a mi trabajo con un vaso lleno de un muy cargado café que sería mi compañero en este día.

Me concentré en muchos pendientes que tenía, avance mucho en toda la mañana.

— Carol —entrando Sam a mi oficina.

—Hola Sam —apartando mi vista de la pantalla de mi ordenador.

—Lamento no haber estado disponible para tí, el día de ayer — jugando con sus dedos.

—No te preocupes Sam — cruzandome de brazos —Salí con Thomas.

Samanta me miró un poco confundida

— ¿Thomas?¿Es la misma persona de quién me hablastes por meses cuando llegué al instituto? — levantando ambas cejas.

—Sí, él mismo —sonriendo.

Ella me observó con curiosidad, sentí que las mejillas se me calentaron.

—¿Pasa algo Carol, que yo no sepa?—apoyando su rostro en la palma de su mano.

—No pasa nada con Thomas —"aún" escuché hablar a mi mente.

Frunci el ceño, pensé que ya había superado hablar mentalmente conmigo misma, tenía meses de no hacerlo.

— ¿Y con Rubén?—desviando sus ojos.

— Está en una convención, se fue ayer y las cosas siguen igual ó creo peor —tapando mi rostro con ambas manos.

—¿Le has dicho que sospechas que hay alguien más en su vida?— removiendose incómoda en la silla.

Asentí con la cabeza, aunque ni notó mi respuesta, Sam se quedó pensativa viendo la foto que tenía en mi escritorio de Rubén y yo, sonriéndonos, días antes de la boda, me encantaba esa foto.

No pasé por alto que ella frunció el ceño seguido de una mueca de disgustó antes de apartar la mirada de la foto, suspiró y se puso de pie.

Me llamó la atención el extraño comportamiento de Sam hacía mi relación.

Me levanté y me acerqué al lado del escritorio donde estuvo Sam, la vi un poco contrariada, se sentó de nuevo, bajando su rostro.

Me acerqué a ella y tomé sus manos, las que sentí un poco temblorosas.

—¿Pasa algo Sam?

No levantó su mirada, sólo se lamió un poco los labios.

— Carol —levantó un poco su rostro con los ojos cerrados —Tengo que decirte algo.

Asentí con la cabeza, esperando que hablara.

—Yo...

La puerta se abrió al entrar Thomas con una agitada Lisa que trataba de impedir la entrada de Thomas, el cuál se sacudía la mano de ella como si de polvo se tratará.

—Señor, le dije que no puede entrar —tratando de tomar su brazo.

—Ya estoy adentro por si no lo está notando —apartando su mano.

—Déjalo Lisa — levantando una mano para que dejará de reñir con Thomas —Puedo atenderlo.

Thomas le dedicó una sonrisa burlona, dirigiéndose a la puerta, esperando que Lisa saliera, la mirada que ambos se lanzaron era como la de enemigos en un duelo.

Samanta recorría con sus ojos a un Thomas vestido  muy elegante con un traje oscuro hecho a su medida y que lo hacía ver más guapo de lo que ya era.

Me aclaré la garganta, me sentía incómoda al ver como se comía a Thomas, mi amiga, la cual no estaba siendo para nada discreta.

Samanta giró su rostro un poco sonrojada.

—Dime ¿a que debo el honor de tu visita?—mirándolo a los ojos.

Me sonrió y literalmente sentí que mi corazón se salió de mi pecho, hizo un triple saltó y volvió a su lugar.

—Vine por ti, para que vayamos a almorzar.

—No puedo —no tenia hambre.

Soltó una sonora carcajada, Sam se babeaba, ese hombre era una bomba sexual y cada movimiento que hacia para reírse, mostraba sus brazos fuertes, el traje se pegaba a su cuerpo y yo sentía que la habitación estaba caliente de repente...

Dejó de reír ladeando su rostro, me ponía nerviosa el que me mirará como si fuese comida....no cualquier plato (les aclaró)...seria un muy delicioso plato de comida.

—Hola, soy Samanta —extendiendo su fina y delicada mano.

Thomas se sobresaltó un poco, creo se estaba dando cuenta hasta este momento que no estábamos sólo.

—Soy Thomas —tomó su mano besando su dorso.

Sentí que mi corazón se sobresaltó de furia, enojó y ... tristeza, hubiera jurado que ante esto último, se puso a escribir su testamento, porque ambos sentíamos que moririamos en ese instante.

Me sobresalte al escuchar a Samanta que ella podría acompañarlo a almorzar... entrecerré mis ojos y si Samanta seguía por ese camino, ya debería estar pidiendo la peluca que usaría por internet porque la dejaba calva.

Thomas me miró y la sonrisa de coquetería que tenía en su muy lindo rostro se esfumó, se apartó de Samanta, cruzando sus brazos detrás de su espalda.

—Eh— aclarandose la garganta —Si Lina no desea salir a almorzar...  iré a resolver varios pendientes que tengo —pasando su mano por su mentón.

—¿Lina? ¿ Quién es Lina? —preguntó Samanta.

—La hermana menor de Thomas cuando estaba aprendiendo a hablar se le dificultaba decir mi nombre, así que a ella se le hacía más fácil pronunciar las últimas cuatro letras de mi nombre —encogiendome de hombros.

Dios bendito, esta mujer no deja de mirar a Thomas como un manjar, quería a mi amiga y por su cabellera intacta, sin mencionar sus ojos era mejor que la sacará de mi oficina, Thomas era como un hermano y se que lo celo como tal.

—Debo hablar con mi amigo Sam —empujandola a la puerta.

—Un gusto Thomas —sacudiendo su mano —Le pediré tu número a Carol—sonriendole.

"Primero bailare la macarena desnuda en el polo norte, antes de dárselo " empujandola más fuerte.

Le abrí la puerta y con una mueca de sonrisa, cerré la puerta en su nariz....ops, no vi, que dio un paso para volver a entrar a la oficina cuando cerré la puerta, la volví a abrir al escuchar un lamento y la vi sobarse la nariz.




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