La Otra

Capítulo 18

Thomas

Desperté sintiendo un cuerpo acurrucado al mio, sonreí al recordar quien estaba a mi costado, levanté la cabeza para encontrar a Lina plácidamente dormida, su rostro tenía una expresión de calma totalmente distinto al gran torbellino de emociones que vivió hace unas horas, eso me hizo volver a la realidad.

Lo que pasó entre nosotros podía ser debido a la gran tristeza que embargaba a Lina, la marcha de Ana, la llegada de la posible amante de Rubén a su casa y sumado a eso, casi toda la botella de whisky que ella habia tomado, senti una opresión en el pecho, al pensar que cuando ella despertará se iba a horrorizar al saber lo que había pasado entre nosotros.

Me tiré de la cama, quería evitar que se sintiera peor, levanté mi ropa poniéndola en el cesto de la ropa sucia, doble la de Lina y la puse en una silla.

Me fui directo a la cocina a hacer café, lo que acababa de pasar ha sido una de las mejores experiencias en mi vida, no fue solo sexo, por primera vez me entregué en cuerpo y alma, mientras la hacia mía no aparte mi mirada de la de ella, quería que no olvidará que era yo quien la estaba poseyendo, el que la estaba llevando a grandes crestas de placer, solo de recordar su cuerpo fundido al mio, sentí crecer una erección, deseaba perderme nuevamente en el placer de estar con Lina.

Cuando escuché la conversación de Lina con su madre, me sentí un poco confundido al escuchar decir a la reencarnación de Hitler que Lina y yo estuvimos enamorados y que esa idea le agradaba a Marco el padre de Lina, me hizo replantearme todas las emociones que experimenté con la repentina mudanza, el estar lejos de ella, no verla todas las mañana, solo escuchar su voz por teléfono, sentía que había perdido una parte de mi ser, pensé que era porque ya no veía a mi amiga, luego llegó la aceptación de que Lina ya no estaba cerca de mi y eso me hizo tomar la decisión de no llamarla más, deseaba seguir con mi vida y no como la estaba viviendo, a medias, sólo sintiéndome vivo cuando escuchaba su voz...

Así que, ahora después de haber vivido la mejor experiencia sexual en mi vida y aclaró que he tenido muchísimas, me doy cuenta lo que nunca quise ver yo amaba a Lina la mujer, no como Lina la amiga, me doy cuenta que por eso siempre le permitía a Lina hacerme sus escenas de celos con las chicas que salía y aún con Serena la volví dejar hacer sus escenas.

Admito sentí un calor reconfortante en el pecho cuando la escuché decirle a Serena que era mi esposa y luego cuándo dijo que llevaba en su vientre un hijo mío - abrí los ojos como plato al recordar que no use protección, no lo podía creer siempre me cuidaba era algo que no pasaba por alto, ¿asustado? un poco, pero no por el hecho de que Lina y yo concibieramos un hijo, que estoy seguro me haría el hombre más feliz del mundo, me asustaba el hecho de que Lina estaba casada, legalmente le pertenecía a otro, apreté mis manos en un puño, estaba descubriendo una faceta nueva que desconocía, que yo era posesivo y celoso, no quería imaginar que ese tal esposo, tocará a Lina después que la hice mía.

Definitivamente esto del amor iba a acabar conmigo porque no sabía cómo manejar tantas emociones aún desconocidas para mi.
Me sentía totalmente vulnerable como un bebé llegando al mundo.

Me puse en alerta cuando escuché cerrarse la puerta del cuarto, sentí sus pasos descalzos, saqué 2 tazas para servirnos café, no quería girarme y ver arrepentimiento en sus ojos.

—Thomas...

Dudé un momento, pero no podía estar eternamente dándole la espalda a la mujer que siempre he amado.

Me giré para quedarme sin aliento, los ojos de Lina brillaban, su piel estaba sonrosada, su cabello caía desordenado, vestía una camiseta vieja mía que supuse la sacó del closet, era la imagen más sexy que había visto.

— ¿Tienes algo para el dolor de cabeza? —se acercó un poco tímida, algo inusual en Lina.

Asentí, no encontraba las palabras, creo por primera vez en mi vida adulta que yo me sentía tímido.

Me giré y me fui al baño a buscar los analgésicos en el botiquín, cuando regresé Lina seguía de pie en el mismo lugar en el que la dejé, extendió su mano para tomar las pastillas, acerqué mi mano sin dejar de ver esos ojos que me volvían loco, mi cuerpo palpitaba excitado de nuevo al ver a Lina con mi camiseta vieja y esta vez no lo pensé, tome su mano y la jale a mi pecho apoderandome de su boca, la tomé de la cintura y la senté en la encimera de la cocina, me encantaba el sabor dulce de su boca, recorrí su cuerpo con desesperación, mi corazón latía como queriendo salir de mi pecho y ¿ella? ...  ella se dejaba hacer, pérdida en nuestro pequeño mundo de pasión.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.