La Otra

Capítulo 21

 Rubén

¿Molesto? No, ¡estaba furioso!.

El detective me llamó que Caro salió de su oficina con un tipo, se fueron a mi casa, ¡no podía creer que hubiera llevado a un tipo a nuestro hogar!, después salió con el hombre y Ana.

Dejaron a Ana y se dirigieron a un apartamento, ya era pasada la medianoche y Caro no salía de su apartamento y encima yo la llamó y frescamente rechazó mi llamada.

Me sentía furioso, quería matarla a ella y a su ¡amante!, porque jugar a las manitas era obvio que no estaban haciendo.

No lo podía creer, Caro fue capaz de serme infiel, la tenía en tan alta estima y ella se estaba comportando como una cualquiera, revolcándose con un tipo que acababa de conocer.

Pedí al detective que lo investigará, iba a destruir a ese hombre.

Tomé el móvil al llegar una notificación, cuando abrí el mensaje, sentí que mi sangre hervía como la lava de un volcán.

Mi mujer besándose como una cualquiera, apretujada en una puerta y no se le veían las manos al tipo, era obvio que estaba echándole mano al cuerpo de Caro.

Esto no lo iba a tolerar, iba a tomar mis medidas, era hora que Carolina me conociera y sobre todo que recordará que era mi esposa.

Marque el número de la casa y le pedí a Margaret que me avisara a que horas llegaba la pérdida de Carolina.

¿Una buena jugada el haber metido una espía a mi casa? Claro que si, así sabría cada movimiento de mi mujer.

Mi primera medida era exigir a Carolina que dejará el trabajo, iba a empezar a cortar toda oportunidad de ver a su amante, sabía que no iba a protestar, amaba a Ana y haría lo que fuera  por no hacerla sufrir, acababa de jugar una de mis tantas cartas, Carlos el hijo de Ana esperaba su segundo hijo, al estar desempleado había adquirido muchas deudas y como un hombre inteligente que soy, lo investigué y había cancelado todas sus deudas, él me veía como un ángel salvador, pero yo lo había hecho para tener una carta guardada que sabía que usaría en contra de Caro.

Tenia en mi poder el documento que hice firmar a Carlos el cual no leyó bien, porque confiaba en que yo tenia una alma caritativa, según sus palabras, en el documento exigía un compromiso de parte de Carlos, exigiendole pagarme hasta el último centavo.

Si Caro no accedía a lo que yo le pidiera, claramente metería a Carlos en la cárcel y se que la tonta de Caro, no lo permitiría por su amor a Ana.

Sonreí, al final la vieja inútil que era Ana era mi As bajo la manga.

¿Mi segundo paso? El hijo que tanto le pedí a Caro, ya era hora que me diera lo que deseaba, ser padre, conociéndola por su experiencia de ser hija de padres divorciados, sé que nunca me dejaría y si pensaba hacerlo, obviamente se iría sola sin mi hijo.

Mucho le permití a Caro, pero mi bondad hacia ella y el satisfacer sus caprichos llegaban a su fin, el haberle abierto las piernas a otro, terminaba con cumplir todos sus deseos, ahora sería como yo dijera, como yo quisiera.

¿Y ese hombre? Conocía a gente que haria cualquier cosa por dinero, así que no me preocupaba su existencia en esta tierra.

 




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