La Otra

Capítulo 22

Llegué a casa pasada la medianoche, ¿casa? Ya no la sentía como tal, el saber que vivía bajo mi techo la mujer que yo sospechaba era la amante de Rubén, me producía miles de emociones.

Me acosté con tantas cosas en mente, tenía sentimientos encontrados, temor a lo que pasaría en mi vida si en mi vientre llevaba la semilla de Thomas.

Thomas... solo pensar en él, una calidez recorría todo mi ser, nunca pensé que un día me sentiría atraída hacia él.

El sueño me vencía, cerré mis ojos con los recuerdos de la mejor tarde de mi vida en brazos de mi amigo.

Desperté sobresaltada al escuchar mi móvil, era una llamada de Rubén, resignada acepté la llamada.

—Buenos días Rubén—cerrando los ojos.

—¿Dónde estuvistes Carolina? —por el tono de su voz me daba cuenta que estaba muy, pero muy furioso.

—Fui a dejar a Ana a su nuevo hogar o ¿creístes que la echaría de casa sin buscarle donde quedarse? Sabes que Ana al quedar viuda vendió su casa y ambas pensamos que nunca iba a necesitarla porque estaría conmigo para siempre  —me sentía triste.

—Tiene un hijo,nuera, no tenias que meterte en buscarle casa.

Entrecerré los ojos

—Dónde vive Carlos es pequeño y con la llegada del bebé, tendrán más gastos y Ana jamás sería una carga para Carlos, además, ella es mi responsabilidad, yo le prometí que estaría conmigo siempre.

—Estaré al mediodia en casa, te aconsejo no vayas a trabajar Carolina, tenemos muchas cosas de que hablar o mejor dicho, yo tengo muchas cosas que decirte.

—Falte por la tarde de ayer Rubén, le envié un mensaje a mi jefe que tenía una emergencia familiar, no quiero faltar hoy.

—Te aconsejo que me esperes en casa Carolina o si prefieres todos en esa revistucha, escucharán todo lo que tenga que decirte — su voz se tornó amenazante — Margaret, tiene instrucciones de hacerte compañía, Carolina.

No necesito compañia en mi propia casa — señalé.

Lo oí reírse.

—No has entendido, desde hoy, donde tu vayas, Margaret irá contigo, considerala tu sombra.

—No soy una niña para necesitar niñera, menos a tu... — Me detuve, no tenía caso reclamarle.

—¿Mi qué, Carolina?

—No importa, lo que si te aseguró es que no soy una niña que manejarás a tu antojo, esa barbie plástica no irá conmigo ni a la esquina — sentía que ardía en furia.

—¿Barbie plástica? —riéndose —Creo que le han dicho de todo, menos barbie plástica, volviendo al tema, creo que con lo que hablaremos hoy, tú solita pedirás la compañía de Margaret.

—Lo dudo Rubén —quería tenerlo en frente y darle un gran bofetón, este Rubén no era el hombre con el que yo me había casado.

—Mi querida esposa, te aseguró que muchas cosas cambiarán, después de nuestra conversación

 




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