Rubén me había dicho la verdad, él no me era infiel con otra mujer.
Porque no era otra su amante, era otro, mi esposo se estaba besando apasionadamente con Alberto su socio y amigo desde la universidad.
Todo encajaba, mi matrimonio empezó a fallar cuando Alberto apareció en nuestras vidas y en la firma de Rubén.
Ya entendía al fin porque desde que Alberto me conoció, no fui de su agrado, era tan simple, ambos compartíamos a Rubén.
Thomas se mantuvo en silencio sin soltar mi mano, sentía un poco de vergüenza hacia Sam, por un momento dudé de ella, sus reacciones cuando le hablaba de Rubén me hicieron dudar por un momento.
— ¿Estás bien? —me preguntó Thomas.
— Un poco impresionada —me giré hacia él — Gracias por revelarmelo, jamás se pasó por mi mente que la antipatía de Alberto hacia mí, era porque él era su amante —aparté un momento los ojos de Thomas y vi mi alianza de casada.
Con una sonrisa me la quite, la guarde en mi bolso.
— Margaret es la hermana de Alberto —me informó Thomas.
— Vaya y pensé que ella era la otra — hice una mueca con mi boca — Es increíble todo esto.
Thomas le hizo una seña a Igor para que nos sacará de ahi, volteé a ver para ver por última vez a Rubén quien seguía en un apasionado beso con su amante.
— Debo hablar con Sam — me acurruque en su costado.
—Llamala mañana— acariciando mi cabello —Tienes que descansar por el bebé.
—Lo sé, hubo un momento que sospeché de Sam, me siento mal con ella.
Thomas beso mi pelo y su mano lo acariciaba, me sentía protegida en sus brazos.
En la casa Ana me recibió con lágrimas en los ojos.
—Niña, me tenías preocupada —era increíble como esta mujer me amaba más que mi propia madre.
—Ana estamos bien —le sonreí, sabía que se alegraría con la noticia.
— ¿Estamos? —Se detuvo un momento.
—Seré mamá Ana.
Ella me miró con sorpresa.
—¿Del joven Rubén?—me preguntó algo temblorosa.
—No, es de Thomas.
Me reí al ver el alivio en el rostro de Ana.
— Mi niña felicidades, perdona, pero si tu hijo fuera de Rubén, ni tú ni la criatura serían felices.
Asentí y seguí caminando hacia la habitación, estamos en la casa de Thomas no en su apartamento.
Era una casa muy encantadora, entramos a la que sería mi habitación.
Me sentía cansada, los días atrás habían sido muy estresante, aún no había pasado el peligro pero ya no estaba sola, tenía a Thomas, a Ana, a los padres de Thomas, con mi madre era un hecho que no podría contar con ella pero ya no me importaba.
Tenía miedo de la reacción de Samanta cuando le dijera que sospeché de ella.
Me quedé dormida en cuanto puse la cabeza en la almohada, luego sentí un cuerpo abrazado al mio y me acurruque para dormir profundamente.
Me desperté con un beso, abrí mis ojos para encontrarme con la tierna mirada de Thomas, mi Thomas.
—Buenos días amor— me sonrió mostrando sus dientes.
Le sonreí se sentía tan bien, despertar al lado de Thomas.
— Buenos días mi amor —respondí.
—¿Sientes alguna molestia? ¿náuseas? —me miraba atentamente.
Negué con la cabeza.
—Gracias a Dios no tengo ninguna molestia, solo mucha hambre.
—Mientras te arreglas, pediré un suculento desayuno para mi preciosa mujer y mi hijo— besando la punta de mi nariz.
Le envíe un mensaje a Sam, pidiéndole que nos reuniéramos en 2 horas en la casa de Thomas.
Bajé hacia el comedor en el que ya estaban listos para desayunar los padres de Thomas
—Buenos días —susurré, aún no sabia que pensaba André de que la hija de Agatha estuviera con su hijo.
Creo que él leyó mi mente porque inmediatamente se levantó para darme un fuerte abrazo.
—Lina, me alegra que estés bien —apartó mi silla para que yo me sentará
Solté el aire que había retenido.
—Gracias André —le agradecía internamente que no me juzgará por la desquiciada de Aghata.
— Querida nuestro Thomas pidió desayuno como para un regimiento — cerrandome un ojo Bee —Creo que él será una mamá gallina contigo y mi nieto.
Thomas sólo se encogió de hombros y añadió.
—No sabia que deseaba desayunar Lina con eso de los antojos así que pedí de todo.
Fue un desayuno muy ameno, siempre me sentí parte de la familia de Thomas, faltaba Katie la hermana de Thomas, ella vivía en el extranjero con su esposo.
Me anunciaron la llegada de Sam, me levanté un poco nerviosa no quería perder a mi amiga por un malentendido.
Thomas depósito un beso en mi mano.
—Todo saldrá bien amor, yo estaré aquí, hoy no iré a trabajar, no quiero dejarte sola hasta que arreglé bien lo de tu seguridad y lo de nuestro hijo.
Asentí y salí del comedor con el corazón latiendo a mil.
Ana me llevó a una salita donde me esperaba Sam, ella al verme se levantó y me dio un fuerte abrazo, la abrace fuerte no sabía si lo volvería a hacer.
—Carol, me alegra verte — no entendía como pude dudar de Sam, si se notaba el cariño que me tenía —Dime, ¿Qué es eso tan importante que tenias que decirme?
Tragué saliva, esperaba que Sam se acordará de los buenos momentos que vivimos como las mejores amigas.
—Quiero tu perdón — sentía las manos sudadas, la cara de Sam mostraba confusión.
—¿Perdón? ¿de qué te voy a perdonar? — me miraba intrigada.
—Porque por un momento yo sospeché que tú eras la otra, la mujer que se había metido en mi matrimonio -
La sonrisa de Samanta se borró, se levantó para observar un cuadro.
—¿Si me pides perdón, asumo que ya sabes quién es el amante de Rubén? — su mirada me escrudiñaba.
—Si Sam, lo sé - ella suspiró — ¿No me preguntarás quién es? —ella negó con la cabeza, algo extraño porque Sam era muy curiosa.
Arruge la nariz
—Tu conocías la identidad de la amante de Rubén— pregunté.
Ella solo asintió.
—Yo los encontré Lina, en las afueras de un motel, yo llegué con mi cita, ellos iban saliendo y se besaron, me sorprendí, no sabes cuanto pero Rubén se puso pálido, me pidió que no te dijera nada, incluso me dijo que él esperaría el mejor momento para confesartelo, todos los días esperaba que él te lo contará pero nunca encontró el mejor momento.
Editado: 14.03.2022