—¿Me perdonas? —sentía mi corazón en un puño.
Samanta se levantó y me abrazó.
—No tengo nada que perdonar Carol, también te fallé, te vi sufrir y callé la verdad, confiando en la palabra de Rubén que te confesaria la verdad — sus ojos estaban llorosos.
Me separé y le sonreí, amaba a mi amiga.
—Te quiero Sam.
—Te quiero Carol —se sentó con una gran sonrisa —Ya es tiempo que te cuente quién es mi cita.
—Cuenta Sam —me alegraba por ella, si ya me hablaría de su cita, significaba que todo estaba resultando bien.
—Carol mi cita es Christian — juntó sus manos expectante a mi respuesta.
Abrí los ojos como platos.
—Christian... ¿ese Christian? — pregunté dudosa.
—Si, Christian mi ex esposo, su madre se mudó al fin, sabes que el motivo de mi divorcio fue ella, tantas calumnias que me levantó, pues mi ex esposo al fin se enteró que su madre hizo de todo para separarnos y ella se fue al fin de la casa y él me pidió que le diera una segunda oportunidad y acepté.
Me alegré, Sam merecía ser feliz, sé que amaba a su ex esposo así que ya solucionado lo de su mamá controladora, quien era yo para opinar en su vida.
—Me alegra Sam —tomé su mano —En siete meses mi querida Sam serás tía.
Sam soltó un gritito de alegría
— Amiga, me alegro por ti y Thomas, mereces ser feliz — dejó de reír y bajo su mirada a nuestras manos —Lo que haría falta para tu felicidad sería que por fin te divorciaras de Rubén.
—Rubén es un total desconocido para mí, me casé con alguien que no existe, el me amenazó con matar a Thomas.
Sam se sorprendió
—Carol si se entera que esperas un hijo ... Dios nunca imaginé que Rubén fuera un ... asesino.
Asentí podía divorciarme, pero sabía que no lo perdonaría Rubén y según su amenaza era capaz de hacer cualquier cosa.
Alberto
Esperé a que saliera el tal Thomas, también yo tenía gente que vigilaba la casa de Thomas, yo era el más interesado en saber el paradero de la estúpida de Carolina, la odiaba por haberse interpuesto entre Rubén y yo.
Desde que estuvimos en la universidad habíamos comenzado nuestra relación, desde que lo vi por primera vez, mi corazón le pertenecía, lo mío fue amor a primera vista.
Pero Rubén nunca aceptó que era bisexual, para él la imagen lo era todo, yo era su pareja de puertas hacia dentro del cuarto, pero de puertas hacia fuera, simplemente su compañero de cuarto.
Tuve que aceptar verlo con otras, el me rogaba que lo comprendiera que si su familia se enteraba de su preferencia sexual les rompería el corazón.
Mi corazón sufrió mucho por él hasta que un día no lo soporté y me fui al extranjero a terminar mis estudios y para olvidar a Rubén, el gran amor de mi vida.
Pasó un tiempo y Rubén me contacto de nuevo, comenzamos a escribirnos nuevamente hasta que después me confesó que se había casado, pero que no era feliz, lo hizo por presión de su familia.
Odié a la mujer que llevaba el apellido de Rubén aún antes de conocerla, cuando él me pidió que regresará y me ofreció ser socio de su firma, no lo pensé, aún lo amaba, solo fue cuestión de días para que retomaramos la relación, estábamos bien hasta que la insípida de Carolina empezó a hacer de todo para llamar la atención de Rubén, todo cambió, él comenzó a estar pendiente de ella, a obsesionarse por ella, la odiaba, pero si estaba con otro como me indicó Rubén, yo aprovecharía la oportunidad, era abogado.
Toque el timbre, la muchacha del servicio me hizo pasar a una salita, no fue tan difícil después de todo pensé.
Carolina entró a la salita si se sorprendió no lo demostró.
Ambos nos miramos en silencio hasta que ella decidió hablar.
—¿Qué haces aquí Alberto? — su voz era áspera, vaya si había cambiado la estúpida, antes a pesar de mi indiferencia cuando la veía, ella buscaba como ser dulce.
—Quiero hablar contigo —iba decidido a decirle la verdad, dicen que en la guerra y el amor todo se vale.
— Si es por tu relación con Rubén ya lo sé —enarque una ceja, eso me hacía feliz.
—Vaya, desconocía que Rubén al fin reconozca lo nuestro —Sonreí.
La estúpida me observó con una sonrisa de burla.
—Él no me dijo nada, de hecho lo descubrí por medio de otra persona — juraría que ella sentía lástima por mi.
Eso me molesto más, saber que le producía lástima, la odiaba más, aunque me doliera reconocerlo yo vivía en la sombra, por más que Rubén me jurara que algún día haría público lo nuestro, en el fondo sabía que él no iba a sacrificar su imagen y Carolina me llevaba ventaja en eso, ella podía ir donde quisiera del brazo de él y la presentaba orgulloso ante los ojos de la sociedad.
—¿Qué quieres Alberto? No creo que hayas venido para que intercambiemos recetas de la comida favorita de Rubén —la miré de mala gana
—Quiero que dejes en paz a Rubén, yo soy a quien él ama.
La estúpida me esta recorriendo con la mirada de arriba, abajo.
—Creo que quién no me deja en paz es. Rubén, él no me quiere dejar ser feliz con Thomas.
Nos quedamos en silencio un rato.
—Puedo sugerirte una idea que me ha rondado en la cabeza.
Editado: 14.03.2022