La Otra

Capítulo 30

Me dirigí a la firma de Rubén fue muy difícil salir de casa de Thomas sin que se dieran cuenta los guardaespaldas, Ana me acompañaba, decidí ir con ella, sabía que no estaba actuando muy bien al ir directo a la cueva del León.

Ana me miraba con el ceño fruncido, me regañó desde que salimos,  que no estaba pensando las cosas con claridad, pero tenía que arriesgarme, no podía vivir toda la vida con miedo a que Rubén nos hiciera daño.

Una vez me estacione, me bajé del auto, tragué saliva, sabía que las cosas podían salir mal.

Ana me seguía,  sus pasos eran titubeantes, le sujete la mano y la insté a caminar más rápido.

Tenía tiempo de no ir a la firma, saludé a la secretaria  y seguí mi camino a la oficina, no quería anunciarme, el enemigo tenía que agarrarlo desprevenido.

Ana se sentó, mientras yo me dirigía a la oficina.

Solté el aire retenido y abrí la puerta, ¿sorpresa? la mía.

Mi madre estaba sentada  ante Rubén en su escritorio con la blusa desabrochada y en un profundo beso, si hubiese llegado más tarde creo la escena fuera otra, saqué mi móvil, desactivé el flash y el sonido y les tomé no 1 ó fueron 5 fotos? no recuerdo

—Buenas tardes —ambos se separaron, Rubén palideció al verme, ¿mi madre? sólo sonrió, se bajo del escritorio, abrochando su blusa.

—Me voy querido — tomando su bolso —Carolina, hablamos luego.

Estaba tan confundida que no respondí.

—Caro, no es lo que piensas —se pasaba la mano por el pelo —Es la primera vez que pasa, tu madre se abalanzó sobre mi para besarme y... — no lo dejé terminar, no me importaba si acababa de pasar o si también  mi madre era su amante desde tiempo atrás.

—No me interesa —me senté con cuidado —Tenemos que hablar ó mejor dicho, yo tengo que hablar contigo— señalé.

Rubén se acomodó la corbata y se sentó en su silla al otro lado del escritorio.

—Recapacitastes por lo que veo Carol, tomastes la mejor decisión de volver conmigo.

Enarque una ceja, ¿es en serio? — pensé —Lo acabó de encontrar con mi madre en una situación comprometedora, hace unos días lo ví con Alberto en la misma situación y él creía que era lo mejor para mi, estar con un esposo infiel que no podía tener a su amiguito bien guardado.

—Quiero el divorcio —puntualice.

Rubén se levantó de un salto, pegando un puñetazo en su escritorio.

—Si es por la zorra de tu madre, ya te expliqué que con ella no tengo nada, lo que viste, hasta hoy pasó Caro —su rostro estaba rojo y algo defigurado por la furia contenida.

Me encogí de hombros.

—Sé que tu amante es Alberto —abrió sus ojos como plato

—¿Estás loca?, me estas calumniando, lo haces para justificar tu porquería Caro, tratas de manchar mi reputación porque sabes que soy un hombre intachable ante la sociedad, no pensé que cayeras tan bajo — mientras él hablaba saqué un sobre de mi bolso, conocía el contenido.

Del sobre saque las fotos que fueron  cortesía de Alberto y las esparci en su escritorio, su rostro era de sorpresa.

—No digas nada Rubén —susurré —Estas fotos son la prueba de tu infidelidad.

 




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