La Otra

Capítulo 31

Cuando terminé de esparcir las fotos, me crucé de brazos.

Rubén estaba mudo, sin apartar los ojos de las fotos que eran muy reveladoras, muchos besos y abrazos entre ellos.

Se pasó la mano por el cabello y cerró los ojos.

—¿Qué es lo que quieres Carolina? ¿Quieres que acabé con la relación? Yo puedo comprometerme a no volver a ver a Alberto, romper la sociedad y olvidemos esta historia — su mirada era de odio.

A Rubén no le gustaba ceder ante nadie.

—Quiero el divorció Rubén y tendrás a cambio mi silencio —lo vi como se abalanzó sobre las fotos y empezó a romperlas, sentía el corazón latiendome rápido.

Rubén parecía un loco con la cara llena de ira, rompiendo cada foto.

—Eres una hipócrita Carolina, me acusas de infiel y tú te revuelcas con otro — apretaba los dientes —Estamos a mano.

—Lo único que quiero es el divorcio y la seguridad que nos dejarás en paz.

Soltó una carcajada cínica.

—¿Tanto te importa ese hijo de puta? —empezó a acercarseme lentamente, antes que llegará hacia mi, me levanté de un saltó y me hice lo más largo posible de Rubén.

—Lo nuestro se terminó Rubén, no entiendo tu empeño en este matrimonio que ya no funciona, ambos buscamos otras personas porque ya no eramos felices.

—Te amo Carolina y tú serás la madre de mis hijos.

—Tu no amas a nadie Rubén, solo te amas a ti mismo.

Cuando iba a hablar se abrió la puerta dando paso a Alberto, solté un suspiró.

Alberto miraba a Rubén y luego se dirigió hacia mí,  extendió la carpeta que traía en su mano, ambos nos quedamos viendo un instante, se apartó y se hizo en una esquina, recostandose en la pared.

Rubén nos miraba a ambos con desconfianza.

—¿Qué mierda pasa aquí? — miraba amenazante a Alberto.

—Lo que pasa —dije interviniendo —Que las fotos que rompistes sólo son copias, tengo los originales ... y olvidé mencionar el video — Alberto agachó la cabeza.

— ¿Qué hiciste Alberto? — su voz furiosa me hacía temblar por dentro, jamás había escuchado a Rubén hablar de esa manera.

—En esta carpeta esta un documento legal, redactado por un abogado donde te comprometes a dejarme en paz a mi, a Thomas y toda persona cercana a mi y a cambio tendrás mi silencio para siempre, en caso que incumplas y le llegará a pasar algo a Thomas, a mi, a algún hijo que tenga, inmediatamente yo puedo publicar, vender o lo que yo crea conveniente  las fotos y el video que hicistes con Alberto —sonreí.

Rubén caminaba de un lado a otro, estaba muy molesto.

—¡Me traicionastes! —apuntaba a Alberto con furia —De cualquiera esperé una traición, menos de ti.

Alberto estaba pálido.

— Es por nosotros cariño —susurró Alberto.

—Aquí está también la petición de divorcio —señalé.

—Eres una zorra igual a tu madre —sentí que hervía en rabia, me moví hacia Rubén, iba a darle un buen bofetón a ese desgraciado.

Sentí como Alberto me sujetó del brazo.

—Lo conozco, esta furioso y no te va a gustar que te la devuelva — susurró de manera que sólo yo pudiera escucharlo.

Frunci el ceño y mi mirada voló hacia la de Alberto, él me apartó la mirada, sentí un estremecimiento, no lo podía creer, ¿Rubén golpeaba a Alberto?.

— ¿Lo hace? —sabía que él entendía lo que estaba preguntando.

—Sólo como dos veces lo ha hecho, pero fue mi culpa— me soltó cuando Rubén se nos acercó para arrebatarme la carpeta.

Se sentó en su silla y puso los documentos en el escritorio, empezó a leerlos y su furia crecía.

— Vaya no dejaste ningún maldito cabo suelto, puede que ganes hoy Carolina, pero no siempre la suerte estará de tu lado — tomando su pluma — Y tú, no creas que las cosas quedarán así, sabes que odio que intervengan en mis cosas y aún así lo hiciste — después que dejó de gritarle a Alberto, empezó a garabatear su firma en los documentos.

Me sentía feliz, muy pronto estaría libre para Thomas y con el documento de respaldo que redactó Alberto, sabía que Rubén no haría nada, él vivía de la apariencia de ser un hombre intachable cuando realmente era un hombre ruin que amenazaba con matar, golpeaba, era infiel, él tenía razón, yo no lo conocía realmente.

Tuve que actuar igual a él, Alberto tenía razón la única manera que él me cediera el divorció sería por medio del chantaje, escuché el razonamiento de Alberto y me convenció.

Término de firmar y empujó los papeles.

—Sal de aquí y no creas que te daré un centavo de mi fortuna.

Me encogí de hombros, no quería su dinero y eso se lo hice saber a Alberto el día que me ofreció su ayuda, lo único que deseaba era mi libertad.

—No lo necesito, tengo mi propio dinero y lo sabes, no olvides que heredé a mi abuela y Thomas tiene dinero así que no deseo tu dinero, solo mi libertad.

Tomé mi bolso y los papeles, avance hacia la puerta, antes de llegar me detuve y me giré hacia Alberto.

—Gracias — él frunció el ceño.

—No lo hice por ayudarte, lo hice por mí para librarme de una vez por todas de ti.

Asentí

—Igual te diré lo que pienso, tú Alberto mereces a alguien que te amé de verdad, no a alguien que te mantiene en la sombra, que no te muestra al mundo orgulloso de tenerte en su vida, que sólo te reduce a ser su amante, eso no es amor, ni siquiera te es fiel...

—¡Cállate! —me gritó Rubén.

—Cuando vine encontré a Rubén a punto de acostarse con mi madre en su escritorio.

Alberto abrió los ojos con sorpresa.

— ¿Qué?

 




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