La otra cara de la luna

PRÓLOGO.

El viento corría a una velocidad moderada, haciendo que su corto cabello se revolviera. Con sus manos en los bolsillos de su chaqueta, miraba las luces que empezaban a apagarse en la ciudad y el sol que se levantaba tras las grandes montañas, dando al cielo un color rojizo. Suspiro pesadamente, saco de su bolsillo una foto, donde en su imagen se veía a dos chicos, él era uno de ellos, y una chica, en ese mismo lugar, sonrió con nostalgia.

la chica llevaba un vestido rojo de puntitos blancos junto con unos botines, su cabello marrón brillante, ondulado, lo llevaba suelto, su piel no tan blanca, sus ojos almendrados de orbes marrones, su nariz chata, y sus labios delgados color cereza, hacían una linda combinación en ella. El chico a la derecha de ella llevaba una sudadera negra junto con una camisa blanca y unos tenis de su mismo color, sus ojos hundidos de orbes esmeralda, su cabello rojizo, su piel blanca, su nariz perfecta, y sus labios alargados. Y el, que está a la izquierda de ella, llevaba unos vaqueros negros, una camisa azul marino y unos tenis del mismo color, sus ojos hundidos de orbes marrones oscuros, su piel ni tan blanquecina, su cabello negro, su nariz chata, y sus labios gruesos.

Hace cinco años que se había ido de su país, su ciudad, del lugar donde lo vio crecer, extrañaba su gente, sus paisajes, su familia, pero sobretodo ese lugar, ese lugar lleno de recuerdos y momentos especiales, que le hacía dar un revoltijo a su estómago.

Sintió una mano sobre su hombro, no era necesario voltear a ver de quien se trataba, era el chico que estaba en la foto, Lían, su mejor amigo, su hermano. Lían se ubicó a lado de él, miro por un instante la foto he hizo una mueca, para luego mirar el hermoso amanecer. Estuvieron por un momento en silencio, hasta que Lían decidió hablar.

- ¿estás listo? –él volvió a mirar la foto rápidamente y la guardo.

-sí, creo que sí.

-entonces, es tiempo de que vayamos a saludarla –Lían se dio la vuelta, dispuesto a irse junto a él, pero él no se movió de su lugar.

-tengo miedo –Lían paro su andar y se giró a mirarlo.

-te aseguro … que ella estará feliz de vernos.

-crees que me perdone.

-ella sabe que no hay nada que perdonar –él bajo la cabeza y suspiro –vamos, que de seguro ya nos está esperando. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que los tres estuvimos juntos.

Miro a su amigo que estaba muy animado por ir, sonrió y lo siguió.

La gran luna llena, redonda y brillante, que ilumina los rincones más oscuros de la fría noche, y que se vuelve testigo de miles de hechos. Pero tiene etapas para volver a ser ella, su luz desaparece lentamente, para dar su otra cara, la más oscura, la más tenebrosa, donde deja a la inmensa noche sola, quien espera con ansias volver a ser iluminada. Así es la vida, a veces tan iluminada y otras veces tan oscura, pero tenemos la esperanza que esa luz siempre va volver, puede que llegue muy fuerte o tal vez muy débil, pero siempre vuelve.



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En el texto hay: emociones, amor juvenil, amistad amor

Editado: 27.04.2020

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