La otra cara de la luna

CAPITULO 5.

El sábado en la mañana, Elisabeth se levantó muy temprano, se colocó unos vaqueros, unos tenis, un buzo verde, y una chaqueta térmica negra, se hizo una coleta, y salió a la casa de Evan. Lina la había llamado en la tarde de ayer, para que le ayudara a preparar unos postres. Salió de su casa, pensaba ir bus, pero prefirió caminar.

Tres terribles horas caminando y un frío que se cola hasta los huesos, es la peor opción para dar un paseo, pero no para alguien que necesitaba entretener su mente, ver a las personas, algunas tan apresuradas que ni siquiera alcanzo a mirar sus caras y otras a un paso relajadas, que reflejaban las emociones diarias. En cuanto llego, toco rápidamente el timbre, esperando a que le abrieran la puerta.

-Hola –saludo con una sonrisa al ver a ese chico de ojos marrones. Él cogió su mejilla y la pellizco en forma de saludo –oye –se soltó.

- ¿estás bien? –ella asintió –pasa.

Entro a la cálida casa, se sacó la chaqueta y la coloco a un lado del mueble. Su ceño se frunció al ver lo que estaba en el piso, miro a Evan dudosa.

- ¿Qué? –dijo despreocupado –vamos a jugar Twister.

Ella arqueo una ceja -que recuerde, no te gustan los juegos de mesa –él encogió sus hombros mostrando indiferencia - ¿Dónde está Lina?

-no está –dijo rodeando el juego del piso –tuvo una emergencia, así que me dejo a cargo de ti, hasta que ella volviera.

Evan tomo el tablero y se lo paso a Elisabeth –tú empiezas.

-está bien –suspiro, tomo el tablero y lo giro.

Empezaron el juego, entre situaciones divertidas, incomodas, cayendo y riendo pasaron la mañana.

- ¡ya! Me rindo –hablo Evan cayendo al suelo –tú ganas.

-eres un anciano -dijo ella levantándose de la posición de sapo –vamos, levántate.

Elisabeth le tendió la mano para que se levantara, él la miro dudosa, la tomo y la halo hacia él, haciéndola caer encima de él, ella abrió sus ojos lo más que pudo, se sorprendió, ninguno dijo nada, tampoco hicieron movimiento alguno, solo el sonido de dos corazones que latían desenfrenadamente se alcanzaban a oír, sus miradas estaban conectadas, parecía que estaban en un tipo de trance.

- ¡llegue! –Elisabeth salió de aquel extraño trance y cayó al lado de Evan.

-mamá –hablo nervioso él, parándose en seguida.

- ¿Qué tal la pasaron? –hablo sonriente.

-bien –hablo Elisabeth.

-me quieres ayudar en la cocina –ella asintió y salió prácticamente corriendo tras de Lina.

Evan suspiro, se tumbó en el sofá, y se tapó la cara con sus manos, se sintió avergonzado - ¿Por qué seguí mi estúpido impulso? –pensó.

-lamento no haber estado como lo he prometido –se disculpó Lina –he tenido una emergencia.

-me lo ha dicho Evan, pero no hay de qué preocuparse –hablo con voz serena, pero estaba muy nerviosa.

-la han pasado bien, ¿verdad? –hablo tranquila –no cualquiera queda tumbado encima del otro en este juego –dijo con un tono de picardía. Elisabeth se sonrojo, sin saber que decir, y sus nervios aumentaron más, por un momento pensó que iba a colapsar de la vergüenza.

-lo has mal interpretado –hablo Evan desde el marco de la puerta con los brazos cruzados.

-está bien, no te enojes –alzo sus manos –mejor ve a la tienda y tráeme unos huevos, para iniciar unos deliciosos postres –dijo emocionada, Evan suspiro fastidiado por la picardía de su madre. Salió a la tienda, con la esperanza de que su madre no le dijera nada inapropiado a Elisabeth.

Elisabeth se sentía incomoda, Lina los había visto en una posición muy comprometedora, y no sabía cómo corregir lo que había mal interpretado.

-no hay porque preocuparse –hablo Lina, al mirar la cara de preocupación de Elisabeth mientras se mordía el labio inferior, ella negó varias veces con su cabeza.

-lo ha mal interpretado –Lina sonrió.

-no lo creo, mírate, estas colorada, tus ojos te brillan cuando lo ves, al igual que a él, y si me acerco en este mismo momento, apostaría que tu corazón esta acelerado –Elisabeth se sorprendió por las palabras de aquella mujer que consideraba su segunda madre –deberían aceptar lo que sienten.

. . .

- ¿lo que siento? –hablo en susurro mientras fruncía el ceño, el recuerdo de aquella tarde volvió a su mente, se tapó la cara con sus manos avergonzada, oía los latidos de su corazón acelerados. Suspiro y camino a la salida de la escuela.

- ¡Elisabeth! –escucho un grito a su espalda, cuando volteo, miro a Luana que estaba corriendo, se la veía agitada.

-Luana –saludo haciendo un ademan con su mano.

- ¿Dónde estabas? – ella se paró enfrente de Elisabeth, colocando sus manos en las rodillas para controlar su respiración.

-había ido a la biblioteca, necesitaba dejar algunos libros que tome prestado –Luana seguía en su posición, al parecer no tenía un buen estado físico - ¿estás bien?



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En el texto hay: emociones, amor juvenil, amistad amor

Editado: 27.04.2020

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