La otra cara de la luna

CAPITULO 14.

Lían se encontraba junto a Luana, estaban sentados en la sala de la casa de Lían. Luana tenía depositada su cabeza en el hombro de Lían, mientras miraban una película. El teléfono de Luana sonó.

-habla Luana.

-soy Elisabeth.

-me has dejado, ¿A dónde has ido?

-lo siento –se disculpo Elisabeth para luego contarle con detalle lo que paso.

Hablaron al menos una hora. Lían observaba a su novia moverse de un lado a otro, sin dejar de hacer preguntas y a veces con una sonrisa boba, esa misma sonrisa que lo enamoro. En cuanto Luana colgó, miro a Lían con un semblante serio.

- ¿Qué ha pasado? –dijo Lían con un tono de preocupación.

-funciono –sonrió Luana –mi plan funciono.

Lían hizo una media sonrisa. Luana se acercó a él y lo abrazo.

-sé que no estabas de acuerdo con esto –hizo una pausa –pero debes verlo del lado positivo. Los dos se quieren.

- ¿y si no sale bien? Estoy en el medio ¿lo recuerdas?

-y yo estaré para apoyarte –le sonrió, para luego darle un corto beso –ahora llévame a casa.

Lían sonrió y le devolvió el beso.

. . .

- “… el gran día ha llegado, el día más esperado, el día de nuestra graduación. Este año, a mi parecer y al de unos, ha pasado muy rápido, gracias a la espera de este día. Hoy terminamos una etapa, la mejor etapa de nuestra vida, conocimos personas, formamos amistades, conocimos amores y, algunos maduramos. Es hora de partir nuestro nuevo camino y espero encontrarlos a todos al final. ¡Felicidades!”

Todos los presentes aplaudieron al discurso de la mejor estudiante del año, mientras los recién graduados tiraban sus birretes al aire con una gran sonrisa en su rostro.

-felicidades chicas –hablo Charlotte –celebraremos en casa.

Los padres de Elisabeth y Luana acordaron celebrar la graduación de sus hijas en la casa de Charlotte. Invitaron a Andrés, los padres de Evan y otros amigos cercanos.

Elisabeth vestía un vestido azul marino de mangas, un poco más arriba de las rodillas, con unos zapatos elegantes, su cabello lo llevaba suelto, sus ojos tenían unas sombras oscuras que resaltaban sus ojos y sus labios un rosado color pastel.

Luana vestía un vestido rosado pastel sin mangas, un poco más arriba de las rodillas, con unos tacones altos del mismo color del vestido, su cabello lo llevaba recogido en una coleta, sus ojos tenían una sombra negra y sus labios un rojo carmín.

Evan vestía un saco cuello tortuga blanco, con un pantalón de tela negro y zapatos de charol. Lían vestía una camisa de cuello, pantalón de tela negro, zapatos de charol y un buzo de lana color hueso.

 Después de la cena que preparo la madre de Luana y la madre de Elisabeth, los invitados fueron a la sala y bebieron vino con música de fondo. Los chicos salieron al patio.

-felicitaciones chicas –hablo Lían después de sentarse en un escalón.

-estoy muy feliz –dijo Elisabeth, para luego abrazar a Lían –gracias.

-te tengo un pequeño regalo –le susurro Lían a Elisabeth, ella lo miro incrédula –¡pero es una sorpresa!

-así que es una sorpresa –dijo Luana en tono de burla.

-una sorpresa para las dos –hablo Evan.

-entonces la esperare con ansias –sonrió Luana.

Estuvieron hablando un poco más sobre su futuro, hasta que Lían decido cumplir un pequeño prometido.

-bien, es hora de partir –se levantó de golpe –chicas su prometido espera hasta pasado de mañana –hizo un gesto con la mano, pareciendo un príncipe.

Elisabeth soltó una risa, no podía creer lo ridículo que era Lían.

-tenemos que irnos –hablo Lían.

- ¿tenemos? –pregunto Luana, dudosa.

-así es –le guiño el ojo. Luana frunció el ceño.

Lían tomo la mano de Luana y la llevo a la salida.

- ¡adiós! –dijeron los dos antes de salir.

-vayan con cuidado –dijo Elisabeth.

Al salir de la casa de Elisabeth, Lían entrelazo la mano de Luana con la suya y empezaron a caminar sin prisa. No dijeron palabra alguna durante unos largos minutos.

-puedo saber, ¿a dónde vamos?

-acaso no puedo caminar con mi novia –dijo Lían dando un tierno toque en la nariz de Luana.

Luana sonrió.

-claro que sí.

-me gusta tu sonrisa.

-me lo has dicho muchas veces.

-pero no está –Luana frunció el ceño.

- ¿Qué?

-esa sonrisa, no me gusta –Lían hizo una mueca –no es la sonrisa que yo conocí.

Luana lo miro dudosa.

-Luana, sabes ocultar sentimientos, eres una persona muy fuerte, comprometida con lo que quieres, sabes llegar al límite de tus problemas, y engañas a los demás con tu sonrisa. Te preocupa el bienestar de los demás sin importar como estas tú, solucionas los problemas de los demás a pesar de tener los tuyos.

-no entiendo a dónde quieres llegar –hablo Luana parando de golpe, con el ceño fruncido.

-a mí no me engañas Luana, no quería presionarte y quería que confiaras en mí, pero no puedo más, me duele que me aparates de tus problemas, me duele verte así. Quiero saber qué pasa.

Luana lo miro sorprendida, se mordió el labio inferior intentando no derramar una lagrima. Se sentía culpable, había rompido su confianza. Sus ojos estaban conectados que veía la preocupación de Lían, y así como él veía los ojos de Luana a punto de estallar en lágrimas.

-lo siento –hablo en susurro, bajo su mirada –lo siento mucho –Luana tapo su cara soltando unos sollozos.

Lían se acercó a ella, pasos sus brazos a los lados de ella, protegiéndola en un abrazo. Después de unos minutos, Luana se calmó.

-yo… yo no quiero irme –hablo Luana con voz temblorosa. Lían fruncio el ceño confundido.

Luana le conto lo que sus padres tenían planeado y porque afectaba tanto su relación.

Lían solto un suspiro, antes de hablar.

-no importa donde estés, yo estaré siempre contigo, ya sea en cuerpo, alma o corazón. Volveré a encontrar el hilo rojo, así se estire o se enrede, el siempre volverá a quien está unido. Tu eres mi otra parte del hilo rojo Luana, promete que tú vas a volver a mí.



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En el texto hay: emociones, amor juvenil, amistad amor

Editado: 27.04.2020

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