La otra cara de la luna

CAPITULO 17.

Lían salió furioso de la casa de Evan, teniendo muy fuerte la mano de Luana, solo camino con pasos firmes por casi dos cuadras.

- ¿A dónde vamos? –dijo Luana desesperada.

-al supermercado –dijo Lían con voz fría.

Luana se soltó del fuerte agarre de Lían, estaba confundida por la actitud de Lían, y enojada por como la había arrastrado hasta ahí.

- ¿Qué te pasa? –dijo Luana con cierto enojo.

Lían respiro intentando calmar su furia, el aire fresco ayudo un poco.

-sabes perfectamente que me pasa –dijo Lían entre dientes.

-no, no lo se –dijo Luana cortante –explícame.

-no confió en Evan y lo sabes, no me gusta esto –dijo Lían.

Luana suspiro.

-pues deberías, es tu amigo, sé que no estás de acuerdo con esta relación, pero… -Lían la interrumpió.

-nos ignoró, nos ignoró por una chica que conoció haces unos meses –dijo Lían con un tono amargo –y ahora, ¿Dónde carajos esta tu plan?

Luana no dijo nada, solo cruzo sus brazos y coloco sus ojos en blanco desviando su mirada.

-a la basura, lo mando a la basura –dijo Lían enojado.

- ¿porque tan seguro? –le dijo Luana enojada –basta de querer protegerla. No sabes el daño que le haces a nuestra relación.

Lían se sorprendió por últimas palabras de Luana, toda su furia se acabó y un gélido frio se hizo presente en su cuello. Suspiro hondo, esas últimas palabras le estrujaron su corazón, como si de una puñalada se tratara, había olvidado como sus estúpidos caprichos estaban dañando su relación con Luana. Se acercó a ella, dejo caer su cabeza en el hombro de Luana, y la abrazo por la cintura.

-lo siento –dijo con claro arrepentimiento –lo siento, soy un estúpido.

Luana suspiro intentando calmar sus ganas de llorar.

-me lastimas –dijo Luana con voz temblorosa.

-lo siento, no veo las consecuencias, lo siento mucho, no quiero perderte –Lían apretó más su agarre, cerrando fuertemente sus ojos.

-me lastimas, pero te amo.

-soy un estúpido –susurro.

-si lo eres –dijo Luana –eres mi estúpido – Luana correspondió el abrazo de Lían, él la apego más a su cuerpo, soltando un sollozo.

. . .

 -y bien, esta es mi casa –dijo Evan indicando el último lugar de su casa, el patio.

-genial –sonrió Monserrat –te extrañe, me gusta tu compañía.

Evan se sorprendió por las palabras de Monserrat, no sabía que palabras decir, no quería ser grosero, pero él la olvido, en el instante que vio los ojos marrones de Elisabeth.

- ¿tú no? –pregunto Monserrat al ver la cara sorprendida de Evan.

-lo siento –se disculpó Evan, Monserrat hizo una mueca.

-no importa –dijo Monserrat –vamos por la malteada.

Monserrat se adelantó, Evan espero un momento, se sentía avergonzado, suspiro hondo y la siguió. Al entrar a la casa, escucharon unas risas, Luana y Lían estaban terminando de hacer unos sándwiches, y Elisabeth estaba colocando las malteadas. Monserrat los miro con desagrado sin que ellos la miraran y fue a la sala, Evan observo los movimientos de Monserrat, para luego ir a la cocina.

-hola chicos –saludo Evan.

-hola –saludaron.

-están listos –dijo Luana refiriéndose a los sándwiches.

-las malteadas también –dijo Elisabeth alzándolas en una bandeja para llevarlas a la sala.

-te ayudo –dijo Evan quitándole la bandeja.

Comieron no muy a gusto, Monserrat era muy fría, de vez en cuando hacia una que otra pegunta, colocándolos incomodos. Al terminar, Elisabeth fue la primera en levantarse.

-me tengo que ir –dijo Elisabeth.

-creo que todos deberíamos irnos –dijo Lían con tono amargo, Monserrat solo le dio una mirada fría.

-tienes razón –hablo Monserrat después de unos minutos de silencio que parecieron eternos –Evan, ¿podrías llevarme a casa?

Evan se sorprendió, no esperaba esa pregunta, paseo su mirada por la sala, pero se situó en Elisabeth, su cara no tenía expresión alguna, estaba muy callada, y parecía tranquila, pero sus ojos la delataban y eso no se le pasaba desapercibido a Evan.

-lo siento, tengo que llevar a casa a Elisabeth –se disculpó Evan –te llamare un taxi.

-nosotros podemos acompañarte a casa –interrumpió Lían, dirigiéndose a Monserrat, ella asintió no muy convencida.

Salieron de casa de Evan, se despidieron frente a la casa, y se fueron tomando direcciones contrarias.

Luana, Monserrat y Lían, habían caminado al menos dos cuadras, sin cruzar palabra alguna, Monserrat, iba delante de ellos.

-no necesito compañía –dijo Monserrat parando su caminar –no estoy lejos de casa.

Monserrat siguió su camino, dejando desconcertados a Luana y Lían, su tono de voz sonó disgustado.

. . .

-no es necesario que me acompañes a casa –dijo Elisabeth.

-pero quiero hacerlo –hablo Evan, para luego tomar la mano de Elisabeth.

Elisabeth sonrió y apretó su agarre.

-estaré bien –dijo Elisabeth al llegar a la estación de buses –tomare el autobús e iré a casa.

-pero… -Elisabeth interrumpió a Evan con un rápido beso en los labios, sorprendiéndolo.

-estaré bien –repitió Elisabeth.

-ahora me convences menos –dijo Evan, Elisabeth sonrió.

-estaré bien –intento convencerlo.

-no te escucho –dijo Evan indiferente, Elisabeth hizo una mueca, iba a volver a insistir, pero Evan la interrumpió –viene el autobús.

Evan halo a Elisabeth y subieron juntos al autobús. Al estar sentados en el autobús, Elisabeth decidió hablar.

-porque no escuchas, tu madre deber de estar por llegar, se va a preocupar.

-es cierto –dijo Evan, mirando directamente a los ojos de Elisabeth –pero cuando se trata de protegerte, nada importa –Elisabeth se sorprendió por las palabras de Evan, él sonrió y dejo un beso en la frente de Elisabeth.

. . .



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En el texto hay: emociones, amor juvenil, amistad amor

Editado: 27.04.2020

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