La otra cara de la luna

CAPITULO 22.

Elisabeth llego a tiempo a la función de Maite, sus padres estaban en las primeras filas, donde habían apartado un asiento para ella, después de que ella los llamara.

-pensé que estarías todo el día en casa de Evan, gracias por venir –susurro su madre para luego regalarle una sonrisa, Elisabeth intento devolverle el gesto, pero le fue casi imposible.

El evento duro cuatro horas. En cuanto se terminó el evento, todos corrieron por algo de comer, y algunos padres esperaron a sus hijos. Maite salió del escenario de la mano de Mia, mientras Elisabeth y sus padres esperaban en la parte de abajo del teatro, el cual se encontraba casi vacío.

-Mami, Papi, ¿Cómo lo hice? –corrió Maite a los brazos de su padre.

-excelente mi princesa.

-lo has hecho espectacular –sonrió su madre.

Maite se bajó de los brazos de su padre y fue a dar un abrazo a su hermana.

-gracias por venir –dijo Maite y sonrió.

Elisabeth se agacho a la altura de Maite.

-nunca me lo perdería –dijo ella, para luego abrazarla.

-bien, vamos por algo de comer, muero de hambre.

-estoy de acuerdo con papa –dijo Maite.

-está bien, vamos por algo de comer.

Fueron a un restaurante del centro, pidieron diferentes platos. Elisabeth picaba su comida, sin apetito de probarla, a pesar de no haber comido nada desde la noche anterior, no tenía hambre. Maite hablada amenamente con su padre, mientras él le seguía la corriente. Charlotte miro preocupada a Elisabeth.

- ¿Cómo estuvo anoche? –pregunto Charlotte.

Elisabeth soltó un suspiro, sin quitar la mirada del plato.

-en realidad, no hubo nada.

- ¿Por qué? –dijo mandándose un bocado de arroz a la boca.

Elisabeth se quedó unos minutos en silencio, para luego alzar su mirada lentamente hacia su madre que estaba al otro lado de la mesa.

-Lían tuvo una hiperventilación anoche –dijo con voz apagada.

- ¡¿Qué?! –se sorprendió Charlotte.

-tranquila mama, él está bien, tuve que comprar nueva medicina, y cuidarlo casi toda la noche, Luana me ayudo.

- ¿Cómo es posible? Esto no pasaba hace años.

-lo se mama, tengo miedo que vuelva a pasar –dijo con un tono de tristeza, Charlotte tomo la mano Elisabeth en forma de consuelo.

-tranquila, va estar bien –dijo Charlotte con voz tranquila –pero tendrás que avisarme a la próxima.

-está bien.

Elisabeth saco su teléfono, el cual lo había apagado desde la mañana, tenía muchas llamadas perdidas de Lían y algunos mensajes tambien. Elisabeth de disculpo con su familia y salió fuera del restaurante para llamar a Lían.

-hola.

-Elisa, ¿estás bien? –la voz de Lían tenía un tono de preocupación - ¿Por qué has apagado el teléfono?

-sí, lo siento, estaba en la presentación de ballet de Maite.

Lían soltó un suspiro.

- ¿pasa algo? –pregunto Elisabeth, pero él no respondió –lían, ¿estás ahí?

Ella miro la pantalla de su teléfono, la llamada seguía en curso.

- ¿Hola? ¿lían?

-Elí… -dijo con voz suave –Evan tuvo un accidente.

Elisabeth se colocó pálida, paso su mirada lentamente a su madre, quien estaba al otro lado del vidrio, su corazón empezó a palpitar desenfrenado, las manos le empezaron a sudar. Charlotte quien estaba a gusto sonriendo con su familia, alzo su mirada a su hija, en instante se borró esa sonrisa y corrió a ella.

-Elisabeth, ¿estás bien? –dijo Lían.

- ¿Dónde… donde esta?

Lían le dio la dirección del hospital y colgó.

- ¿pasa algo, cariño? Estas pálida –dijo su madre tocando su frente.

-mama –se mordió el labio inferior, intentando que algunas lágrimas no cayeran –Evan.

- ¿Qué pasa?

-está en el hospital –dijo con voz quebrada, Charlotte se sorprendió –tengo que ir.

-hay que ir.

Charlotte le explico lo sucedido a Santiago, dándole indicaciones, para que llevara sanas y salvas a Mía y Maite a casa, y luego fuera a el hospital. Elisabeth y Charlotte tomaron un taxi.

. . .

Sus zapatos resonaban en el pasillo, llevaba una pequeña carpeta en sus manos y su bata blanca que relucía. Camino lento hacia las únicas personas que aguardaban ahí, sin expresión en sus rostros, solo él, tenía un poco de esperanza, después de haber pasado casi siete horas en el quirófano.

Suspiro y se acercó a ellos.

-familia de Evan Jones.

-nosotros –dijo rápidamente Lina, quien estaba alado de su esposo, James.

-soy el doctor Austin Smith –se presento, y miro el formulario –la operación ha sido exitosa.

Lina soltó un suspiro de alivio, pero no se relajó del todo al ver la expresión del doctor.

-pero él se encuentra en estado de coma.

Lina sintió desvanecerse en los brazos de James, él sostuvo a Lina de los brazos para que no se cayera. Elisabeth se cubrió la boca a punto de llorar, Lían bajo su cabeza mientras Luana le daba pequeños ánimos.

- ¿Cuándo va a despertar? –pregunto Charlotte.

-en realidad, no tengo seguro cuando despierte, puede ser días, semanas, meses, incluso años –dijo Austin con voz tranquila –es el momento donde Evan necesita de las personas que más lo aprecian.

-gracias doctor –dijo James.

- ¿Cuándo podremos verlo? –pregunto Luana.

-por el momento no es posible, mañana en la mañana lo pasaremos a una habitación y podrán visitarlo –ellos asintieron –me retiro, permiso.

. . .

Su teléfono no paraba de sonar, y muchas veces lo había colgado, al menos unos diez veces ya lo habia colgado. Había cumplido su trato con Nora, no entendía cuál era su insistencia, tampoco tenía tiempo para ella. Iba apagar su teléfono, pero le llego un mensaje.

Nora.

Contesta, ¡es urgente!

Monserrat hizo una mueca, tenía su teléfono en la mano derecha, mientras con la otra daba pequeños golpes en la mesa con los dedos. Tomo su teléfono y llamo a Nora.



#38555 en Novela romántica
#6323 en Chick lit

En el texto hay: emociones, amor juvenil, amistad amor

Editado: 27.04.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.