La otra cara de la luna

CAPITULO 25.

En cuanto Lían llego a Pilsen tomo un taxi para ir hasta la nueva casa de Evan. El taxi paro en frente de una casa de madera blanca, con un techo color salmón, era de dos plantas, tenía cuatro ventanas y una puerta de entrada plateada, también había un pequeño jardín que parecía no muy bien conservado. Lían se bajó del taxi con cierta desconfianza, camino hasta la puerta con pasos lentos hasta que estuvo en frente de la puerta, soltó un suspiro y toco el timbre.

-voy –escucho de adentro una voz muy bien conocida para él.

En cuanto abrieron la puerta, Lían observo a Lina, quien se sorprendió al verlo y formo una gran sonrisa en su rostro.

- ¡Lían! –Lina se lanzó a abrazarlo, él lo correspondió - ¿Cómo has estado? –dijo ella como si se tratara de su hijo y no lo hubiese visto en mucho tiempo –te ves cansado ¿está todo bien?

Lían hizo una mueca, no sabía cómo responderle. Lina se preocupó en seguida.

-pasa, te serviré agua –él asintió.

Lían miro como Lina corrió a la cocina mientras él se ubicaba en la sala, miro su alrededor, era una casa pequeña, pero limpia, con pequeñas cosas que la hacía acogedora.

-ten –dijo Lina entregándole el vaso de agua, para luego sentarse a su lado.

-gracias –Lían sonrió –ah, ¿Cómo esta Evan? –pregunto no muy seguro.

-él está muy bien, está totalmente recuperado –sonrió Lina, aunque sus ojos mostraban preocupación así él.

- ¿puedo verlo?

Lina miro a Lían con ojos de súplica, esperando la respuesta de su estado, pero no hubo nada, así que asintió. Se paró de su asiento para ir por Evan, pero antes de que ella subiera el primer escalón, Lían hablo.

-sobre lo de estar bien, no lo creo –ella se giró confundida –Elisabeth –soltó un suspiro –ella tiene leucemia.

Lina abrió su boca sorprendida.

- ¿des… desde cuánto? –dijo desconcertada.

-hace un mes –dijo con un tono triste.

- ¿Por qué ahora? ¿Cómo esta ella?

-Nunca contestaron mis llamadas o las de Elisa, ayer tuve su primera y señal, por eso estoy aquí. Ella está estable, pero no sé qué pase en futuro –ella asintió lentamente - ¿puedo hablar con Evan en… privado?

-está bien –dijo ella con voz apagada, para luego subir lentamente por Evan.

Lían bajo su cabeza en cuanto ella desapareció de su vista, un cierto nerviosismo recorría por su cuerpo, tenía la mala sensación de como reaccionaria Evan al verlo, pero estaba dispuesto a todo hasta que escuchara lo que tenía que decirle. Su nerviosismo aumento cuando escucho pasos lentos bajar las escaleras.

Evan no había cambiado demasiado, a diferencia de Lían, que se veía con unas ojeras muy notables, y hasta más delgado. Lían alzo su cabeza y se paró de su asiento en cuanto Evan piso el último escalón, él inspecciono a Lían de pies a cabeza con su mirada fría, para luego fruncir su ceño.

- ¿Qué haces aquí? –dijo con un tono frio.

Lían soltó un suspiro.

-al parecer no hace falta formalidades, necesitamos hablar.

- ¿de qué? –dijo con indiferencia –no hace falta, no quiero escuchar tus disculpas, tus arrepentimientos, tus errores. No necesito saber ¿cómo sucedió? ¿Por qué sucedió? Nada, no necesito saber nada de sus porquerías –Lían le sostenía la misma mirada fría a Evan, mientras él hablaba –Ustedes son la misma porquería en persona, Elisabeth fingiendo ser la víctima, y tú, creyéndote cualquier puto santo mientras clavaban sus garras en mi espalda ¡Excelentes amigos que su suponía tener! –dijo con asco.

Lían apretó sus manos en forma de puños queriendo descargar toda su ira, tristeza y dolor en Evan, cada palabra se merecía un golpe, pero simplemente desvió su mirada de la Evan y soltó un suspiro.

-no necesito escuchar ni el timbre de tu voz, vete, vete de mi casa.

Lían volvió su mirada nuevamente a Evan, pero esta vez no tenían ese brillo, ni esa amabilidad que lo destacaba a él, sus ojos eran oscuros.

-no me interesa lo que pienses de mi o… de Elisabeth –ah Lían le costó decir el nombre de ella en forma de indiferencia –no me interesa que cucarachas te hayan metido en la cabeza. Tampoco te pido que me creas, ni muchos menos he venido a disculparme, ni a tirarme a tus pies por algo que nunca hice.

Evan soltó una risa sarcástica.

-no quitare mucho de tu tiempo –hizo una pausa Lían –y aunque no creo que merezca saber lo que estaba pasando, tampoco sería justo que me quede con la culpa, lo hago por Elisabeth.

-propio –dijo con sarcasmo.

-Elisabeth… Elisabeth no está bien –Lían se quedó en silencio un momento, a pesar de decirlo muchas veces nunca lo asimilaría por completo, pero Evan tampoco se atrevió a interrumpir, tenía curiosidad por lo que fuera a salir de la boca de Lían –tiene leucemia.

Evan no reacciono, miro Lían atentamente, quería ver alguna expresión de burla en él, pero no vio nada, se quedó pensativo un momento e hizo una mueca burlona.

- ¿Qué clase de broma es esta? Piensas que te voy a creer –negó Evan con la cabeza –estas equivocado.

Lían frunció su ceño.

-como te dije, no espero que me creas, no es mi problema, he cumplido con lo mío –Lían tomo su bolso y camino directamente a la puerta, siendo seguido por la dura mirada de Evan. Lían tomo la perilla de la puerta, pero antes de girarla he irse, volvió su mirada a Evan y hablo –yo no soy el que tendrá la conciencia intranquila, deberías escuchar las palabras de los demás.

Lían abrió la puerta, cerrándola de un portazo, saliendo muy furioso de ahí, tomo el camino por donde el taxista lo había traído, para él era fácil memorizar los lugares. Llego a la estación justo cuando el sol se ocultaba, compro un boleto que estaba a punto de salir y se fue a casa.

. . .

Maite estaba sentada al lado de su hermana, mientras Mia traía algo de café para ella. Maite parecía triste, entendía algunas cosas, como la que su hermana estaba enferma y su cabello se había ido por completo, pero no entendía porque debía estar lejos de casa, ella podía ser una buena enfermera para su hermana.



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En el texto hay: emociones, amor juvenil, amistad amor

Editado: 27.04.2020

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