La otra cara de la luna

EPILOGO.

El sol era radiante a lo alto del cielo, los altos pinos hacían sombra al blanco manto que cubría a las montañas y la cuidad. A lo alto de la montaña se encontraba Lían, donde él podía observar a lo lejos las pequeñas casas de la ciudad. A pesar de ser invierno él no sentía frio.

-me encanta la vista, ¿a ti no? –escucho una voz femenina a su espalda que lo hizo sorprenderse.

Lían se giró rápidamente, observando a tres metros de él, a Elisabeth, su corazón empezó a latir rápidamente, mientras muchas de sus emociones se mesclaron.

- ¿Por qué nunca se nos ocurrió venir aquí?

-Elisabeth –susurro Lían, casi sin aliento.

Ella sonrió, traía el cabello suelto y algo ondulado, vestía un buzo rosa crema, con uso pantalones negros y unos tenis blancos. Era la vieja Elisabeth.

Lían la miro de arriba abajo y corrió a abrazarla, ella le correspondió enseguida. Lían sintió su calor, su aroma, la sintió tan real; Lían abrazo con más fuerza a Elisabeth, mientras unas lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas, ella se separó lentamente de Lían, regándole una sonrisa, él limpio rápidamente sus lágrimas y tomo las manos de Elisabeth.

- ¿esto es real? –pregunto Lían.

Elisabeth soltó un suspiro y miro directamente a los ojos de él.

-si tú lo crees, entonces es real.

-te extraño.

-también lo hago –hablo con tristeza.

Lían soltó las manos de Elisabeth, y se sentaron en la nieve mirando el paisaje de la ciudad, Lían quería creer que ese momento fuera real, pero tal vez no lo era, y eso pesarían aún más en su corazón.

-no quiero que te vayas –Elisabeth lo miro con lastima.

-lo siento.

-no siempre es fácil dejarte ir, necesito coraje, pero no lo consigo, porque no quiero perderte para siempre. Me siento vacío, siento que no puedo seguir, toda mi fuerza se fue –Lían hizo una pausa, para que sus lágrimas no volvieran a caer –Luana se ha ido a Canadá, ella piensa que estoy bien, pero no es así, cada noche tengo la misma pesadilla de mis padres, con una maldita suerte estoy vivo –él soltó un suspiro –después de tantos meses de rogar por verte, estas aquí –sonrió Lían nostálgico –Andrés me ha pedido que vaya con él, pero no puedo, siento que no puedo irme. Y Evan –sonrió sarcástico –Evan se siente culpable por todo, lo único que hace es ir de la universidad a casa, no habla con nadie, no sale con nadie, no quiere ver a nadie. Su madre me ha dicho que los primeros meses lloraba casi todas noches, no muy diferente a mí, y ahora solo se ve inexpresivo y sin vida. Siento que voy para allá.

Elisabeth acaricio el cabello de Lían, para luego tomar su mano.

-Lían, no quiero que me olvides, pero tampoco quiero ser tu obstáculo. Si, escuche tu desesperación, por eso estoy aquí, para darte la fuerza que necesitas, para que seas tú, para que tomes la decisión correcta. Tienes que ir a Canadá, hablar con Luana, y ver a un psicólogo, cuéntale sobre la pesadilla, todo va a mejorar –hablo Elisabeth con voz tranquila, Lían miro a los ojos a Elisabeth y la volvió a abrazarla, soltando sus lágrimas.

- ¿también voy a perder a Evan? –pregunto Lían, sintiendo cierto miedo de su respuesta.

-eso depende de ti, si dejarlo morir o darle una mano –Lían abrazo con más fuerza a Elisabeth

 - ¿vas a volver?

-cuando menos lo esperes, estaré ahí –sonrió ella.

Lían se despertó con su corazón agitado y algunas lágrimas en sus mejillas, se levantó enseguida, eran las cinco de la mañana, esta vez no tuvo una hiperventilación, su corazón parecía aliviado; tomo una ducha y se vistió rápidamente.

A las seis de la mañana llamo a Andrés, aceptaría su invitación, pero con una condición, Andrés estuvo más que de acuerdo. Cuando Lían termino su llamada tomo un taxi, rumbo a la casa de Evan.

Lina abrió la puerta, sorprendida de ver a Lían tan temprano en su casa, ella lo recibió con gusto y permitió que él fuera a la habitación de Evan. Él estaba terminando de vestirse para ir a la universidad, estaba muy delgado y tenía unas ojeras muy notables.

-Evan –hablo Lían desde la puerta de la habitación de este. Él se giró para encontrase con Lían. No le sorprendió para nada su presencia.

- ¿has venido a reclamarme? –dijo con voz tranquila –lo merezco.

-nunca tuviste la culpa –dijo Lían, Evan asintió lentamente, se acercó lentamente a Lían, para luego abrazarlo.

Lían dio pequeñas palmaditas de consuelo a Evan –gracias –susurro Evan con voz temblorosa.

-quiero que vengas conmigo a Canadá –dijo sin más Lían, Evan se soltó de él, sorprendido –quiero que los dos tomemos terapia.

-no creo que pueda.

-tus padres están de acuerdo, Elisabeth no quiere que nos matemos lentamente.

- ¿Qué? –Evan se sorprendió aún más.

-anoche, la vi en mis sueños, ella está muy bien, pero quiere que nosotros también lo estemos. Evan, Elisabeth jamás nos dejó, podemos sentir su esencia, mirar su sonrisa, escuchar su voz, podemos sentirla en nuestro corazón.

- ¿la dejaremos ir? –pregunto Evan frunciendo su ceño, Lían negó.

-dejaremos ir lo malo, jamás dejaremos ir los buenos recuerdos.

Evan asintió lentamente –está bien. Estaremos bien. Volveremos a ser nosotros.

<< Me gustaria saber que les a parecido esta historia, me gustaria saber tu opinion, me ayudaria mucho. Gracias >>



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En el texto hay: emociones, amor juvenil, amistad amor

Editado: 27.04.2020

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