La Otra Dimensión: La Batalla Det

Región Heing: ¡El gran día llegó!

"Familia, los miembros que más intervienen en tu vida de alguna u otra manera"

Heing estaba compuesto por islas flotantes y picos altos de montañas. El viento generalmente era fuerte y las nubes abundaban en esta región. Sus habitantes, en su generalidad, dominaban habilidades del viento y relacionadas al clima. En las regiones bajas de la isla las casas eran prácticamente iguales, estaban hechas de cemento y sólo tenían un piso.

Estaba recién amaneciendo en el lugar, nos encontramos en el hogar de una familia humilde, exactamente en una habitación donde dos hermanos, un joven y una niña de tez canela y cabello plata; estaban durmiendo cuando de repente la alarma suena haciendo que la muchacha se levante de golpe y vaya corriendo donde su hermano mayor para despertarlo.

— ¡Lucky despierta! —exclamó la niña quien destapó al muchacho, quien abrió pesadamente sus ojos azul noche para mirar su reloj.

— Son las 5:00 am ¡Qué haces despierta a estas horas! Regresa a la cama quieres —Luke se volvió a cubrir con la frazada.

— ¡Que no! ¡Hoy es la gran batalla DET! ¿Y? ¿No ibas a participar? ¡Tienes que partir ya!

El joven se levantó rápidamente apenas oyó la noticia y tomó su viejo teléfono. Su hermana estaba en lo cierto, hoy era 1 de Febrero, día en que se llevaría a cabo La Gran Batalla DET.

— ¿QUÉ? ¿Es hoy?

Luke se dirigió rápidamente al ropero y luego al baño.

—  ¡Pero qué olvidadizo que soy! ¿Cómo me pude olvidar del día que tanto he esperado? —pensó en voz alta mientras se cambiaba con prisa y se sentó en su cama para alistar su mochila.

— Como siempre lo haces —afirmó la niña.

En eso llegó la madre de Luke, dejó una bandeja en la mesa y abrazó efusivamente a su hijo.

—  ¡Hijo mío! ¡No puedo creerlo! ¡Mi bebé será todo un guerrero! —Luke tenía cara de incomodidad y Phoebe soltaba unas risitas.

— Te traje tu desayuno —le entregó la bandeja que dejó en el escritorio al joven de ojos azul noche.

— Gracias mamá.

Luke comió rápidamente y se dispuso a salir.

— Tu padre te está esperando afuera. Quiere hablar contigo.

— Ok mamá, adiós —le da un beso en la mejilla y se levanta de su cama dejando la bandeja en el escritorio.

— Cuídate mucho —lo vuelve a abrazar y le da un beso en la frente.

— Adiós Lucky —interviene la niña con entusiasmo.  —Patea muchos culos.

— Kuri, cuida tus modales —su mamá le llamó la atención.

— Te estaremos observando —la pequeña lo dice con una graciosa seriedad haciendo el gesto también con sus manos.

—  ¡Qué bueno! ¡Estarán sorprendidos cuando observen todos mis movimientos!

— Eso espero, no nos decepciones —añadió Kuri.

— No lo hará —se interpuso la mamá. — Cuídate mucho, mi chiquito —La señora volvió a abrazar  efusivamente a su hijo.

— ¡Suerte Lucky! —agregó alegremente Phoebe.

El joven salió de su cuarto con una sonrisa en su semblante, dejo la bandeja en la mesa y salió de su casa para encontrarse con su padre, miró a todos lados mas no lo encontró.

— Ya sé a dónde ir —musitó y se fue corriendo hacia lo más profundo del bosque hasta llegar a un mirador donde se podía ver a las demás localidades desde lo alto, en eso vio a su padre, sentado en una roca, contemplando las ciudades bajas desde el mundo mencionado.

— Luke, ya llegó tu gran día — se paró de su asiento — ¿Estás preparado?

— Sí, física y mentalmente — contestó con seriedad y alegría.

El padre de Luke se voltea en dirección a su hijo, lo mira directamente a los ojos, sacó de su bolsillo una pequeña pero decorada caja.

— Es hora de que te de el tesoro más preciado de la descendencia Hurricane.

Abrió la pequeña caja que contenía un curioso dije con el símbolo del aire.

— ¿Un dije?

— No es cualquier dije — interrumpió el papá — Pertenecía a tu tatarabuelo que la encontró en los escombros de la guerra del siglo 17, en las que hubo muchas pérdidas, entre ellos Kei Hurricane, un pariente nuestro que sacrificó su vida para salvar a un grupo de niños, tu abuelo me decía que él era un DET, que se caracterizaba por su persistencia y por ser muy querido por todos, y fue un orgullo para todos los de la región del aire y cada generación de DET. Cuando tu tátara abuelo descubrió que la medallita pertenecía a este joven, que también era nuestro pariente, la cuidó como un tesoro y se la dio a tu bisabuelo y así pasó de generación en generación. No es que sea supersticioso pero desde que la medalla cayó en nuestras manos, nuestra familia ha podido mantenerse.

— Toma hijo mío, ahora esto te pertenece. Sé que serás uno de los siguientes DET —le entregó la medalla.

El joven de cabello gris se quedó impresionado por el valor que esa joya tenía para su familia.

— Gracias papá —Luke miró la medalla minuciosamente y se la colocó.

— He estado observando el empeño que le pusiste en cada entrenamiento que hemos tenido. Pude ver en tu mirada al guerrero que llevabas dentro pero también vi a un joven siempre dispuesto a ayudar a los demás.

El muchacho sonreía con las palabras que le dedicaba su padre.

— Da lo mejor de ti, Luke Hurricane —concluyó.

— Gracias por todo, te quiero —abrazó a su progenitor  — ¡Adiós!  y dio un salto hacia el vacío y empezó a planear por los cielos con su hang glider.

— ¡Adiós! —Se despidió mientras que observaba a su hijo con ternura.

"Llevaré ese recuerdo tuyo conmigo."

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Mientras que en la isla Coral de Marana, Sophie entrenaba arduamente en pleno amanecer cerca a su casa en las afueras de aquella isla en el centro de un lago. Las manos de la joven de cabello azul estaban llenas de llagas y callos por su dura rutina de entrenamiento.

— ¡Y ahora empezará el maremoto!




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