Luego que dijera que sí, y nos despidieramos, acordando volver a vernos en la parada del autobús, recordé porque estaba parado en la puerta de ese edificio, estaba haciendo de campana. Habíamos escuchado de un miembro de la banda que allí vivía una anciana con cáncer en sus últimos años, y que ésta obtenía los medicamentos gratis, en su mayoría sedantes y opioides. Mi trabajo era vigilar que el hijo de ésta anciana no llegara antes de lo previsto, todo estaba organizado, habíamos vigilado la casa días antes para que nada se salga del plan. Comenzaban a caer unas gotas de lluvia cuando mis compañeros salieron del edificio con lo obtenido, nos subimos al coche y nos fuimos, esos medicamentos nos servirían para aumentar la producción, esa noche teníamos una fiesta así que debíamos apurarnos.
Al llegar nos pusimos a preparar todo, teníamos unas 4 horas, mientras embolsaba las pastillas pensaba en Sara, tenía ganas de hablar con ella de nuevo, saber que había sido de su vida y si era feliz. Aquella vez en la fiesta, me aproveche de ella porque sabía que me iba a decir que sí, ella sabía que estaba mal por mis padres, pero odiaba las fiestas y más las de ese tipo, con alcohol y descontrol. Sabía que Javier era un idiota, le gustaba alardear sobre todo en su vida e impresiónar a las chicas, no le importaba nadie más que si mismo, pero yo no necesitaba ser sensato ese día. Mi madre me había regañado por no ir a tiempo a recoger a Nano de sus prácticas de violín y me dijo que era igual que mi padre, me enojé y le grité que no me comparara cuando ella era igual desde el proceso de divorcio. Siguió gritándome unas cosas pero no me interesó oirlas y me aseguré de que ella escuchara la puerta cerrándose. No podía seguir un segundo más en esa casa. Al llegar a la fiesta me fui directo con mis compañeros de clase, comencé a beber una cerveza que me habían ofrecido mientras escuchaba como los demás hablaban de clases y de chicas, no podía sacarme a mis padres de la cabeza, no me había olvidado de Nano solo llegue unos minutos tarde, jamás haría algo para dañarlo. –Ya casi terminamos las clases, deberé buscar un empleo, no puedo soportar más vivir en esa casa –pensé. Estaba muy confundido y no sabía que quería hacer, siempre había querido estudiar dibujo en la universidad pero en ese momento solo quería alejarme de todo y que mis padres dejen de buscar cada ínfima acción para resaltar lo que hago mal. Desperté de mi ensoñación gracias a las risas de mis compañeros, para disimular reí junto a ellos. En ese momento veo como Sara se levanta y sale de la casa, iba a ir a buscarla, pero conociéndola pensé que querría unos minutos sola ya que había mucha gente y ruido en la casa.
Me convencieron de jugar un juego de beber así que no vi cuando Javier salió de la casa, al acordarme de Sara fui a buscarla con la excusa de tomar aire pero varios me siguieron para seguir bebiendo afuera, al abrir la puerta me encontré con Sara y Javier sentados uno al lado del otro, para que segundos después Sara empujara a Javier y se levantara alejándose de él.
–¿Oye qué te pasa? ¿Por qué lo empujas? ¿Estás en su casa recuerdas? –la miré enojado, ¿En serio estaba por besarse con este tipo?
–Ni siquiera viste como fueron las cosas, no puedes decirme eso.
Iba a hablar pero Javier se me adelantó.
–Solo le pregunté que hacía aquí sola y reaccionó así, ni que estuvieras tan buena nenita. –¡Ay! No si éste tipo quiere que lo maten –me dije para mis adentros, y me apuré a agarrar a Sara de un brazo y llevarla hacia la calle. ¿Ella tenía pensado seguir empeorando la situación?
–¿Quieres calmarte? ¿Qué te pasa? ¿Tomaste? –ella me miró tan indignada que me dio miedo, creo que ahora yo era el que quería morir, pero no podía calmarme, no lo acepté en ese momento pero estaba celoso, muy celoso.
–¿En serio no me vas a creer? Se me vino encima y solo quise que se alejara.
–¡Vamos! Cuando abrimos la puerta los vimos abrazados, ¿En serio no querías algo más pero te interrumpimos?
Esas palabras salieron solas de mi boca, estaba furioso y no pude controlar el querer contradecirla.
–¿Qué mierda? ¿En serio? ¿Te vas a poner de su lado?
–Te vi, te vimos, ¿Y aún así me preguntas si me pongo de su lado?
–Algo dentro de Sara se desconecto en ese momento, se quedó mirando fijo a la nada con una expresión que parecía cansancio y rendición.
Justo en ese momento vemos un coche acercándose. Hasta que me di cuenta de quién era Sara ya se había subido al auto y se estaba marchando.
No me fui de la fiesta, me quedé y bebí, aunque este enojado con Sara no quería volver a mi casa, y no lo hice, no volví hasta el día siguiente al amanecer, tuve que soportar el sermón de mi madre, y la comparación con mi padre era una frase fija, cerré la puerta de mi habitación tras de mí y me dormí, no sin antes recordar lo que había pasado horas antes, ¿Cómo le puede gustar a Sara un imbécil como Javier? Y encima mentir luego de que la descubrí, no quería verla, ni hablar con ella, me dormí con el último recuerdo que llegó a mi mente, el día que me enfermé y ella se quedó junto a mi cama mientras yo dormía, cuidándome.
En la escuela se volvió todo un poco difícil, ella estaba enojada, yo estaba enojado, no nos hablabamos, solo para hacer los trabajos grupales, no volvimos a mensajearnos ni ninguno quiso arreglar la situación, así llegó el último día de clases, igual que los demás días que ya se habían vuelto la normalidad, cada uno estaba con su respectivo grupo de amigos, ya habían pasado unos dos meses de la pelea, aún con los exámenes y cierre de calificaciones tuve tiempo de pensar en todo lo que había pasado y darme cuenta que yo no tenía derecho de estar celoso de quien ella elija para salir, o pasar el tiempo, si era mi amiga debía apoyarla, al fin y al cabo fuimos a la fiesta porque yo insistí.