La Parte Más Dura Es Dejarte

CAPÍTULO TREINTA Y DOS

El domingo Bianca despertó temprano. El día anterior había llegado algo tarde y los niños ya estaban durmiendo.

Caminó a las habitaciones de sus hijos, pero no estaban, su pulso se aceleró de la preocupación antes de pensar que podrían estar con su padre, subió a la habitación de Mark y para su alivio ahí estaban. Abrazados como koalas a su padre, que estaba dormido y destapado.

— ¿Mami? —Amber separo su rojiza cabecilla del abdomen de su padre— Papi tiene calor

¿Calor? ¿con ese clima? Mark estaba completamente loco.

— ¿Calor?

—Sí, mira —le indicó con su manita que se acercara— está muy caliente.

Cuando Bianca se acercó, comprendió a lo que se refería su hija, Mark tiritaba, sus mejillas estaban encendidas y tenía la frente perlada de sudor.

—Creo que papá está enfermo —Andrew despertó también y los dos niños miraron a su madre— Necesita un baño, porque no me traen el teléfono, para que el doctor pueda venir a revisarlo.

Cuando los niños se fueron, Bianca le tocó la frente, sí, definitivamente estaba muy caliente, el rubio se estremeció por el cambio de temperatura.

—Mark, Mark —la pelirroja lo removió para despertarlo, pero solo pudo entreabrir los ojos.

— ¿Bianca? —su voz sonaba ronca, Mark sintió como le raspaba la garganta, tenía frío, mucho frío, se hizo un ovillo— ci...e...erra las ve...ven...tanas.

—Están cerradas, tienes fiebre y necesitas un baño para bajarla un poco.

Bianca fue al baño y llenó la tina con agua tibia, lo suficiente para disipar el calor de su cuerpo.

—Venga Mark, ya está el agua.

El rubio seguía en la misma posición. La pelirroja lo observó.

¿No podía dejarlo así cierto? Total, si moría no sería su culpa... pero Andrew y Amber llorarían mucho, con un suspiro fastidiado volvió a acercarse a él.

—Mark sí pudieras ayudarme —jalo su enorme cuerpo hasta dejarlo al filo de la cama, pasó su brazo por sus hombros y lo cogió de la cintura. El rubio pareció ver sus intenciones e intentó levantarse.

—Todo me da vueltas Bi —su cálido aliento le golpeó la mejilla, agradecía que el cuarto estuviera alfombrado, pero al llegar al baño los escalofríos se apoderaron de él.

Bianca se mordió el interior de la mejilla y cerró los ojos con frustración., Mark realmente no estaba en condiciones de nada lo que implicaba que tendría que ayudarlo.

Lo ayudó a desvestirse tratando de no fijarse en su cuerpo, cosa que no funcionó mucho, ya que pudo notar lo trabajados que estaban sus brazos y lo firme de su abdomen.

A pesar de los años seguía igual que cuando lo conoció ¿la diferencia? su barba, en cambio ella, estaba segura de tener un par de kilos retenidos en sus caderas y una que otra estría surcaba su estómago ¿Que agradecía? sus pechos habían quedado mucho más voluptuosos, por fin había dejado de ser una tabla.

—Bi...

—Shhh, necesitas entrar a la bañera —Mark brinco cuando el agua tibia tocó sus pies, pero aun así siguió sumergiéndose— Vamos también la cabeza.

Treinta minutos después la fiebre le había bajado un poco más, y estaba más lucido, con ayuda de Bianca se colocó la pijama más cálida que tenía.

—Gracias —susurro cuando su mareada cabeza tocó la almohada.

—No agradezcas, yo te habría dejado dormir, pero mis hijos llorarían —Mark sonrío con los ojos ya cerrados— el doctor no tarda en venir. No te bañaste anoche ¿Cierto?

Bianca se sentó junto a él contemplando, tenía los ojos cerrados y respiraba lentamente, pero no estaba dormido, odiaba el saber que lo conocía a la perfección.

Andrew y Amber estaban desayunando mientras veían su programa favorito. La pelirroja decidió ir a ver a sus hijos, pero una mano sumamente cálida detuvo su andar.

—No te vayas —susurró Mark, con los ojos acuosos, sólo había extendido el brazo para tomar su muñeca.

—Tengo que ir a ver a los niños




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