La Parte Más Dura Es Dejarte

CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

 

Al final de la fiesta todos los invitados se habían retirado menos Liam, que al haber llegado ese mismo día, Lucille y Peter, para disgusto de Mark, le ofrecieron una de las tantas habitaciones de su casa, en pocas palabras dormiría bajo el mismo techo que su enemigo. 

Andrew y Amber estaban muertos de cansancio y no quisieron moverlos más allá de acomodarlos en la habitación que tenían ahí.  

Después de arroparlos, Bianca bajó al jardín a mirar la noche, extrañamente despejada. Estaba tranquila, hasta que alguien se sentó junto a ella, por un momento pensó que era Mark, pero no, era Liam. Estaba tan acostumbrada a su presencia que no se dio cuenta de cuánto lo extrañaba hasta ese momento.  

Después de unos minutos de paz, el castaño rompió el silencio. 

—Entonces... Bianca Santoro ¿Como llevas esto? ¿Los niños? Se ven bastante felices y ¿Tú? 

La pelirroja aprovechó el momento y se acercó más a él, recargando su cabeza sobre su ancho hombro, como muchas veces lo habían hecho en Boise.  

—Pues no ha sido nada fácil regresar, pero al ver la cara de Amber y Andrew se que tome la mejor decisión, Mark y yo tratamos de llevar las cosas bien, por ellos. Más al estar viviendo juntos, no es lo que hubiera planeado, pero una vez los niños lo vieron no hubo forma de hacerlos cambiar de idea.  

Liam sonrió, se sintió mucho más tranquilo al saber que Bianca no había regresado con él. 

— ¿Sabes? Podría estar más tranquilo sí la belleza de tus hijos hubiera sido sólo tuya. Pero, Mark es un hombre muy atractivo. 

Bianca no pudo evitar la carcajada que broto de ella, sabía lo que le había costado decir aquello, la pelirroja seguía riéndose hasta que logró calmarse. 

—Sí bueno, pero mis hijos son hermosos porque tienen una madre hermosa ¿Está claro? 

Liam le sonrió y asintió más que de acuerdo con su acompañante. 

— ¿Qué te parece sí los invito a salir el domingo, claro que también contigo, como antes? No sabes cuánto los he extrañado 

Bianca asintió feliz, mientras Liam entrelazaba su mano con la suya.  

—Eso sería una maravillosa idea, a los niños les encantará  —Bianca alargó la mano y tomó la de Liam— realmente te extrañaron, más Andrew, los primeros días fueron difíciles para él, llegó a llorar por no verte ¿sabes? 

—Yo también los extrañe, estaba acostumbrado a esos dos diablillos, y a su madre por supuesto. 

Bianca de sonrojo, Liam le gustaba, era un hombre guapísimo y encantador, además adoraba a sus hijos. 

—Y nosotros a ti, fuiste un gran apoyo para nosotros todos estos años. Aunque ahora tienen a Mark tú siempre serás muy importante para ellos 

El castaño la miró, Bianca miraba al oscuro jardín perdida en sus pensamientos. 

—Y... ¿Para la madre soy muy importante? 

La pelirroja regresó su atención a él, Liam la miraba intensamente. 

—Liam sabes q... —ya no pudo seguir pues los labios del castaño estaban sobre los de ella. 

Era la primera vez que Liam se atrevía a besarla, por lo que no desaprovecharía su oportunidad. Bianca se quedó en shock por algunos minutos hasta que reaccionó y le correspondió. 

Liam le acariciaba la nuca, mientras ella lo tomaba de las mejillas, sus labios eran suaves, el castaño la besaba lento, quería disfrutar de los labios de la pelirroja. 

Pasaron bastante tiempo besándose hasta que Bianca se separó, con la respiración agitada y los labios rojos. 

—Liam... yo... los niños —el castaño colocó dos dedos sobre sus labios, silenciándola 

—Lo sé Bianca, sabes que jamás te obligaría a nada, como te lo dije en Boise te voy a esperar hasta que tú y los niños estén listos —Liam se levantó y le dio un corto beso en los labios— deberías ir a dormir listilla, por cierto, todos saben que me amas, pero procuremos que Thomas no se entere de nuestros encuentros clandestinos mi amor. 




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