La Parte Más Dura Es Dejarte

CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO

La semana pasó sin contratiempos, el viernes sería la cena de aniversario de Lucille y Peter así que se formalizaría todo el asunto de la boda de Jenna y Parker.

Las gemelas estaban radiantes, Jane estaba súper emocionada con la boda de su hermana ya que ella se había  decidido por una ceremonia mucho más sencilla.

Toda la familia estaba invitada, cosas buena y mala, ya que Liam también lo estaba y Mark tendría que soportarlo. Lo único mejor era que Mike también y aquel señor le agradaba bastante.

Bianca se sentía feliz, al principio había tenido dudas, pero conforme pasaban los días se daba cuenta que Liam era aún más maravilloso.

Estaba decidida a hablar con los niños, sólo le preocupaba la reacción de Amber, pues Andrew era mucho más calmado y apreciaba demasiado a Liam. Por un momento pensó en anunciar su relación en la cena del día siguiente pero no sentía que fuera lo correcto, al menos no así.

Era la noche de los abuelos de sus hijos y no podría empañarla, mucho menos a Jenna.

— ¿Bianca? —miró a Liam, estaban en su departamento, Mark había ido por los niños para llevarlos a comer junto con Mike, al parecer su padre y él se habían llevado sumamente bien.

La pelirroja se había sumido en sus pensamientos cosa que Liam aprovechó, Bianca regreso a la realidad cuando sintió sus labios sobre su cuello, no pudo evitar sonrojarse.

—L-Liam ¿Qué haces? —sintió sus labios estirarse al sonreír sobre su cuello.

—Sólo regresarte a la realidad —después de eso busco sus labios.

Estaban en uno de los sillones de la sala, Bianca enredo sus manos en las hebras castañas de Liam. Estaban sumidos el uno en el otro, saboreando sus labios.

Liam no se cansaba del sabor de sus labios, le encantaba que sus labios se hincharan después de besarla, amaba a Bianca.

Sus manos viajaron desde su hombro hasta la cintura, donde se detuvo y la apretó contra él. El suspiro de Bianca hizo que la apretara aún más. Esa tarde no hicieron, nada, tenía mucho tiempo que Bianca no estaba con alguien y se sentía nerviosa, como si fuera la primera vez. Y definitivamente no se sentía lista.

Después de besarse, Bianca se acurrucó en su pecho, le gustaba estar así con él y a él parecía encantarle pasar sus dedos entre sus cabellos.

— ¿Bianca? —posó sus ojos verdes en él, parecía nervioso, pero sus ojos parecían brillar más que cualquier otro día— Se que puede ser demasiado pronto, pero te amo.

Liam sintió a Bianca tensarse, no se arrepentía de habérselo confesado, era la verdad y ella tenía que estar consciente de eso.

—Liam yo... —el castaño posó sus labios sobre los de ella silenciándola.

—No tienes que decir nada, preciosa, se que me quieres y confío en que puedo enamorarte completamente de mi.

Bianca se sonrojo y asintió sus ojos aguarse, lo abrazo, realmente quería hacerlo, deseaba enamorarse de perdidamente de Liam. 





 



****** 





 



—No creo que deba Mark

El rubio fulminó a su mejor amiga, después de la comida con Mike había tenido que regresar a la oficina.

—Kate, mi madre te ha invitado, además ya hablaron y se disculpó contigo, esta arrepentida sabe que fue mi culpa y tu no tenías nada  que ver.  

Kate aparto la mirada, podía ser cierto, pero aún así se sentía culpable.

—Pero aún así...

—Nada —sentenció Mark— ¿Cuánto tiempo llevabas conociendo a Tiffany? ¿Un año? Sólo querías ayudar a tu media hermana y llevamos toda una vida siendo amigos, así que no hay excusa, te veré en el restaurante, todos irán.

Mark abandonó la oficina y se dirigió a su departamento para arreglarse. Ese mismo día pero hace más de diez años atrás, Bianca y él les habían dado la noticia de su boda y ahora por primera vez lo festejarían divorciados.

Dejó de pensar y se concentró en sus padres sólo de ese modo sería capaz de soportar ver a Bianca y a Liam juntos toda la noche. 




 




****** 



 





La cena sería en un lujoso restaurante PERSE cerca de Central Park.

Bianca se había colocado un vestido negro que resaltaba su brillante color de pelo y sus ojos escogido por sus ex cuñadas. Los mellizos iban combinados como siempre, los dos en un azul naval, Amber con un vestido y Andrew con traje, todo diseño de sus adorables tías.

Estaba nerviosa y no sabía porque. Pero no podía quedarse quieta mientras Luke se acercaba al restaurante. Fueron los primeros en llegar, por lo que esperaron a los demás en la acera.

—Te ves hermosa —el aliento de Liam rozó la parte expuesta de su cuello y se le erizó la piel.

Bianca lo miró y sonrió se veía guapísimo, casi como un modelo de las revistas que tanto le encantaban a las gemelas. El traje azul se le ceñía a su trabajado pecho. Aun se preguntaba como sacaba tiempo para estar en tan buena forma.

Liam moría de ganas por besarla, pero Andrew y Amber estaban ahí y no podía hacer nada más que aguantarse, algo difícil, pero tenía que hacerlo.

Se conformó con colocar un mano sobre su cintura mientras ella le sonreía.

—Bueno creo que esto está más que claro —la voz de Thomas hizo que todos prestaran atención— y creo que es el momento idóneo porque pienso retirarme.

Luke miró a su primo sorprendido y no era el único.

— ¿Me estás dejando el camino libre Sullivan? —preguntó Liam.

—Mehh, no, no del todo —Thomas sonrió al ver que nadie había comprendido— la verdad es que hay alguien que me gusta y quiero intentarlo con ella. No te ofendas Bianca, tú eres una diosa y siempre lo vas a ser, pero en este mundo terrenal mi sátiro cuerpo me ordena correr hacía las piernas de otra mujer.

Todos se carcajearon del discurso del castaño, Liam afianzó su mano en la cintura de Bianca mientras esta le sonreía. 




 




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