La Parte Más Dura Es Dejarte

CAPÍTULO CINCUENTA Y OCHO

—Bianca, lamento haberte causado problemas con Liam.

Mark se había esperado tres días para tocar el tema con ella. No iba a quejarse, haber casi perdido la vida le había dado la oportunidad ver más a la mujer de su vida y a sus hijos. Pero no soportaba verla triste y eso lo lastimaba a él.

—No es tú culpa Mark, te lo debo, salvaste mi vida y recuperaste a mi hijo —Bianca se sentó junto a él en la cama— aunque le debo una disculpa, él siempre estuvo conmigo ¿entiendes? Los primeros días con los niños fue Liam quien me apoyó. Sólo quiero que se le pase el coraje para hablar con él, yo no fui nada buena con él.  

Mark miró a Bianca, necesitaba recuperarla, pero no quería hacerle daño todo dependía de lo que ella dijera y esta vez iba a aceptarlo de buena manera.

—Bianca, lo siento —la pelirroja supo que no hablaba de Liam, la imagen de Mark desangrándose en sus brazos regreso— se que un lo siento, no arregla todo lo que te hice pasar, en realidad no arregla nada —el rubio tomó su mano y se la llevó a sus labios, podía sentir los vellos que volvían a crecer en su rostro— para empezar jamás tuviste que haber pasado por la pérdida de nuestro primer bebé. ¿Por qué no me lo dijiste Bi?

—No lo sé, todo pasó tan rápido que yo nunca quise recordarlo.

Se quedaron unos minutos en silencio, mientras Mark jugueteaba con los dedos de ella.

—Nunca me contaste cómo encontraste a Luke, ni que Mike Sullivan es tu padre.

Bianca sonrió, eran recuerdos felices para ella.

—Ellos me encontraron —le relató su encuentro con Emma y los años posteriores así como el accidente que reveló su verdadero origen. Mark sonreía feliz, de que nunca hubiera estado sola, de que su madre no los olvidara como ella y Luca habían creído.  

Mark sabía lo mucho que le había afectado a Bianca el supuesto abandono de su madre, y la muerte de su padre. Pero Mike Sullivan se la había ganado completamente.  

Mark beso sus nudillos de nuevo, haciendo que Bianca lo mirara.

—Cuéntame de los niños, de cuando eran bebés en unas semanas cumplirán ocho, ya son dos años en los que soy el hombre más feliz por tenerlos a los tres, pero quiero escuchar de ti como eran nuestros hijos.

Y Bianca así lo hizo, durante todo ese tiempo no habían hablado realmente de sus hijos, ni así, tan tranquilos, tan pacíficos.

—Creo que debes descansar, esa herida en el abdomen es la más delicada...

Mark se acomodó tratando de no hacer esfuerzos con esa zona, pero era realmente difícil.  

— ¿Bianca? —la pelirroja lo miró— ¿Me dejarás acercarme otra vez? 

Su pregunta la había tomado por sorpresa pero más la sorprendió su propia respuesta.

—Dame una razón para confiar en ti, para creer que no me destrozaras de nuevo ni a mis hijos.  

—Te amo, te amo tanto como amo a nuestros hijos, como siempre lo he hecho desde que te conocí, todos estos años me he arrepentido de lo idiota que fui, de mi estupidez por hacernos pasar por esto. No puedo cambiar el pasado ni cambiar mis errores pero quiero hacerte feliz, que seamos una familia, la que siempre soñamos con tener. Piénsalo, dame la oportunidad... danos otra oportunidad. 


 



****** 

 




— ¿Te encuentras bien?

Bianca miró a Lily que estaba parada frente a ella.

— ¿Que-é?

Lily colocó su mano en la frente.

—No tienes temperatura pero te ves mal.

—Me duele la cabeza.

—Deberías ir al médico.

Bianca asintió y la mujer se retiró, Mark ya podía moverse un poco más, y se había quedado con los niños, quienes se habían puesto en plan de mini enfermeros.

Estaban felices de tener a su padre con ellos. Andrew se la pasaba con él, no se le separaba ni un minuto, mientras que Amber había estado pegada a ella, la única forma de que la dejara era cuando le mencionaba el cuidar a su padre.

Bianca término unos diseños y salió de la tienda para ir con el médico.

—Tengo un dolor de cabeza infernal, me duele el cuerpo y no tengo apetito.

El médico le realizó unos análisis rápidos de sangre, así que media hora después estaban listos.

—Pues bien, señora Turner —no lo corrigió, desde que Mark casi moría no le  había importado— este análisis muestra que tiene principios de anemia, su hemoglobina está bastante en el límite, necesita aumentar tu consumo de hierro.

Le recetó hierro, vitaminas y una dieta nueva.

— ¡Mamá! ¡mamá! —Amber corrió a colgarse de sus piernas y la jalo hasta la sala.

— ¿Qué haces aquí, Mark Andrew Turner Tercero?

—Que no soy tercero —murmuró sin mirarla. El rubio estaba sentado en la sala junto a Andrew, los dos estaban muy concentrados, sus expresiones los hacían parecer imposiblemente iguales— Me aburría en esa habitación— contestó Mark para después sacar la lengua justo cuando su hijo hacía lo mismo.

—No me dejan ver qué hacen mami —dijo Amber sentándose junto a ella.

Cuando terminaron padre e hijo se miraron y sonrieron para después enseñarles unos encantadores dibujos de ellas dos, las habían dibujado como la reina y la princesa de la casa.

—Iré a preparar la cena —Amber se quedó con su padre y hermano y esta vez la dejaron participar. Estaba a punto de terminar cuando Mark entró, tomándose del abdomen que era justo donde tenía una de las heridas más peligrosas pues había sido la causante de su colapso pulmonar y por ende el coma, era un milagro que estuviera bien.

—No deberías estar caminando como si nada —Bianca se acercó y le retiró la mano para levantarle la camisa y revisar el vendaje— puede abrirse en cualquier momento.

Aún estaba yendo a rehabilitación pues los músculos de sus piernas estaban inestables, así que caminaba despacio y a veces tenía que sostenerse.

—No tengo nada ¿Estas bien? ¿A qué fuiste al médico?

Bianca volvió a acomodarle y lo ayudó a sentarse.

—Me hice unos análisis y solo tengo principios de anemia, pero nada que con un tratamiento no se recupere.

Mark la observó seguir trabajando en la cena, así que noto el momento en el momento en el que perdió el color. Se sentía impotente por no poder moverse con normalidad. 

—Bianca deberías sentarte, te has puesto pálida.

La pelirroja le hizo caso sin rechistar, su cuerpo se sentía frío y el sudor le perlaba la frente. 
—No es nada, el doctor dijo que podría pasarme.

Esa noche Bianca sentía la mirada de Mark cada que se movía, entendía su preocupación pero sabia que no era para tanto, con las vitaminas todo estaría bajo control de nuevo.


 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.