La Parte Más Dura Es Dejarte

CAPÍTULO CINCUENTA Y NUEVE

Dos semanas después.

— ¿Has hablado con Liam? —preguntó Jane. Bianca se había reunido con las gemelas, es casa de la embarazada.  

—No, quiero creer que no me está evitando.

La rubia no contestó, Bianca sabía lo que significa, claramente la estaba evitando. Jane suspiró y acarició su pancita de casi seis meses.

— ¿Qué le sucede a Jenna? —preguntó Bianca tratando de cambiar el tema, la rubia soltó otro suspiro.

—Sólo nos dimos cuenta de que ya no somos unas jovencitas. Aunque en teoría era como si ya estuviéramos casadas con los chicos, creo que tardamos demasiado. Mi Jenna está preocupada por el hecho de que no ha logrado embarazarse, teme que no logré hacerlo a tiempo.

Bianca sintió un tirón en el estómago. A pesar de ser la más dura de las gemelas, Jenna adoraba a los niños. Sería un duro golpe para ella.

— ¿Y Parker? ¿Lo sabe?

—Por supuesto que lo hace y se desvive por ella, pero ya conoces a Jenna.

Bianca miró a la otra rubia mientras acomodaba la habitación del o la próxima integrante de la familia. Estuvieron en silencio hasta que Jenna se acercó.

—Bianca ¿Estás bien?

La pelirroja frunció el ceño.

—Claro que sí ¿Por qué?

Jenna se sentó frente a ella, a lado de su gemela.

—Estás pálida y te ves cansada.

—Todo está bien... —les platico de su visita al médico y después de reprenderla siguieron conversando.

— ¿Cómo vas con Mark?

—Él está muy bien, aunque se está hartando de la cama, pero las heridas están sanando maravillosamente y los niños parecen estar mejor.

Ninguna de gemelas dijo algo en contra de cómo evitó la pregunta. 


 




****** 
 







—Entonces... sigues enojado —Thomas se había tumbado en uno de los sofás del departamento de Liam.

— ¡Por supuesto que sigo enojado! Enojado... —Liam se frotó el rostro mientras se dejaba caer en el otro mueble— y herido ¿Te das cuenta? No le importo que termináramos, eso solo quiere...

—Sólo quiere decir que ya sabíamos a lo que nos enfrentábamos —Liam frunció el ceño— ¿Me vas a decir que no lo sabías? Nunca se trató de conquistarla, ni siquiera era reemplazar a Mark en su corazón, era algo que nunca lograrías. Era ayudarla a sanar, hacerte un espacio en su corazón, volverte indispensable para ella. Pero te conformaste con orillarla a estar contigo.

— ¿Me estás diciendo que no me quiere y solo me aceptó por lastima?

—Nunca dije eso, ella te quiere y mucho, pero por el hombre que fuiste durante esos seis años, él que la ayudó a cuidar a sus hijos, él que a pesar de todo era su amigo y la apoyaba.

Liam sólo lo miró por lo que Thomas continúo.

—Te volviste un hombre desconfiado y posesivo que solo veías en que momento se acercaba a Mark para saltar, dejaste de brindarle tu apoyo...

Liam lo miró sorprendido no sabía que Thomas fuera tan profundo, llevaba alrededor de cinco años conociéndolo y no se equivocaba al asumir que ese lado tan centrado había salido a flote debido a cierta morena. Y también porque era  un maestro ocultando sus verdaderos sentimientos con sonrisas fáciles.  

—Es mi culpa... ¿Por eso te rendiste?

—No, pero tu te volviste ciego, amigo —Thomas se levanto— y no quisiste entender que nunca lograrías arrancarlo de su alma y de su cuerpo.

Thomas simplemente se retiró. 


 



****** 

 



Esa tarde Bianca llegó con Andrew, su hijo había tenido que tomar terapia por suerte la psicóloga le dijo que estaba prácticamente liberado.

En la sala no había señales de vida, Bianca se dirigió a la actual habitación de Mark. Esta dormido con Amber acurrucada en su costado, Andrew se acostó junto a su padre. Los dejo ahí y subió a su oficina en dos semanas sería el cumpleaños de los mellizos y tenía que terminar los preparativos, esta vez sería en su casa.

— ¿A qué hora llegaste? —Bianca levantó la mirada para encontrarse a un Mark adormilado, ese no fue el problema sino el hecho de que iba sin camisa.

Aún llevaba un vendaje alrededor del abdomen, había sido la herida más grave. La herida del hombro tenía solo un parche, Bianca no podía evitar pasar sus ojos por su cuerpo, Mark se rascaba la cabeza y bostezaba, haciendo que su abdomen se tensara. Se obligó a apartar la vista cuando él volvió a abrir los ojos.

—Hace un par de horas, en el horno está la cena por si tienes hambre.

Bianca no lo escuchó acercarse, estaba inclinada sobre su escritorio cuando el marcado pecho de Mark apareció a escasos centímetros de su rostro, sintió sus dedos acariciar su cuello hasta la barbilla. Una leve presión la hizo levantarlo.

Mark se había recargado en el escritorio, en medio del reducido espacio entre su cuerpo y el mueble, estaba inclinado hacia ella, con sus ojos pegados a los suyos.

Sintió sus dedos acariciar su mejilla.

—Tienes ojeras, deberías descansar no has estado comiendo bien ¿Cómo quieres que los niños coman todas sus verduras sí su mami no lo hace?

Bianca sonrió ante su tono persuasivo.

—Lo sé, pero...

—Nada —susurró antes de atrapar sus labios con los de él. 

Un relámpago atravesó la columna de la pelirroja, Mark solo rosaba sus labios y acariciaba su mejilla pausadamente. Dejo de pensar, las sensaciones abrumaban su juicio, se levantó sin romper el contacto con Mark, el rubio se amoldo a ella, como si nunca hubieran pasado los años y aún fueran ese par de recién casados enamorados.

Pero cuando Mark la aferró por sus caderas, comprendió su equivocación, nunca aplicaría el pasado en ellos. Simple y sencillamente porque los sentimientos nunca habían desaparecido, solo estaban escondidos, ocultos en lo más profundo de su alma. Ni Bianca ni Mark lo habían olvidado, ahí estaba esperando a que los dos se dieran cuenta de ello.

Entendió que a pesar de todo el dolor que le causo eso la había hecho mejor mujer, había dejado de ser esa chica asustada del mundo, una mujer que siempre se había sentido sola, pero que al final había descubierto a su hermano, a su padre, a su familia.

Bianca sabía que a cualquier señal de cambio podría irse, ya no necesitaba de un hombre.

Mentira. Susurró su mente. Lo necesitas a él.

Ella también lo había lastimado, sus hijos habían sufrido lo mismo que ella, pero había recapacitado y no los había privado de conocer a su padre, pero en esos dos años había visto el dolor en sus ojos solo que nunca había querido admitirlo.

Mark se separó de ella y sus respiraciones eran superficiales mientras sostenía su rostro entre sus manos.

—Debes dormir —Mark iba a llevarla a la habitación para que descansara, pero Bianca no se movió.

— ¿Por qué me engañaste? —Mark se congeló y la miró confundido— ¿En verdad... no me... amabas?

El rubio no entendía su pregunta, no en ese momento al menos, no cuando aún tenía su sabor en los labios y no le permitía pensar con claridad.

—Jamás deje de amarte Bianca, nunca.

— ¿Entonces? —Mark no podía soportar su tono de voz tan herido.

—Yo... fui un idiota, yo lo sabes, m-me deje convencer de que ya no me amabas, me hizo creer que me engañabas y yo... sí hubiera sabido lo del bebé habría entendido. Bianca tu no hiciste nada, todo fue mi error, yo debía haber permanecido contigo, debí haber hablado contigo, pero siempre he sido demasiado inseguro respecto a ti, siempre pensé que YO no era suficiente para ti y mis miedos me brillaron a cometer el peor error de mi vida. 

—C-Crei que habías dejado de amarme, que ella...

— ¡No! Jamás —Mark la abrazo, sentir su cuerpo junto al suyo era una cura para su alma, eso era lo que había estado deseando por demasiado tiempo— tú siempre serás las única. 
 




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