La Parte Más Dura Es Dejarte

CAPÍTULO SESENTA

Estaba helada. aunque podía sentir una calidez inundando su corazón con cada latido, llevaba demasiado tiempo ahí sin hacer nada, cuando se ajusto el cinturón de seguridad no pudo evitar posar sus manos en su vientre.

Había una personita ahí dentro creciendo, tomó el volante y dejo caer su cabeza sobre este, las lágrimas no tardaron en llegar. Era demasiado para ella.

Agradecía a Dios por haberla dejado conservarlo, ninguno de sus dos embarazos anteriores habían sido fáciles, pero al parecer este nuevo bebé era fuerte, había aguantado los peores momentos de Bianca.

Estaba tan confundida. Tenía que hablar con Mark, pero no sabía cómo hacerlo, no fue capaz de regresar a casa, Mark le había avisado que Jane iría por los mellizos así que tenia más tiempo para seguir dando vueltas por la ciudad y pensar.

Cuando oscureció fue inevitable. Cuando se estacionó, la luces estaban encendidas, para ella brillaban demasiado y sentía el tronar de su corazón en los oídos. Inhaló y exhaló varias veces para relajar su expresión y entró a la casa.

Casi se hincaba a dar gracias al ver que Mark no estaba a la vista, pero su suerte no duró mucho pues al dar la vuelta en el pasillo venía él saliendo de la cocina.

Mark le sonrió mientras se acercaba.

— ¿Estas bien? Te ves… muy tensa.

— ¿Podemos hablar? En... en la terraza sería perfecto... —Necesitaba aire, mucho aire.

Mark se encogió de hombros, sólo con uno, pues el otro aún le molestaba la herida.

Ambos caminaron hasta salir de la casa, Mark podía sentir lo tensa que estaba, la noche era cálida y bastante despejada, la luz de luna y la tenue luz de la terraza iluminaban perfectamente la zona.

Mark espero a que ella hablara. Bianca sentía su pulso acelerarse aún más y a su respiración comenzaba a trabarse.

—Yo... tengo algo que decirte.

—Adelante —Mark suspiro, sabia que esa paz había sido momentánea,  pero daría lo que fuera para que nunca hubiera sucedido. 

—Mark, yo... no sé cómo diablos pasó, estoy feliz, pero... demonios —Bianca se quedo tanto tiempo en silencio que Mark se preocupó— …estoy embarazada.

Miró a Mark, estaba quieto con la sorpresa reflejada en el rostro segundos después le dio la espalda, podía ver su espalda tensa y sus manos se aferraban a el barandal de madera. Bianca se quedó ahí, observándolo, sin saber que más hacer.

Pasaron varios minutos hasta que Mark pudo encontrar su voz y otros minutos más para asegurarse que se mantenerla estable. No se giró para preguntar, no podría. 

— ¿Liam lo sabe?

—Sí.

Mark asintió, de repente la calidez de la noche se había vuelto es más crudo de los inviernos. Se giró, Bianca no podía leer nada en su expresión, su rostro estaba neutro y una pequeña sonrisa estaba en sus labios.

Se acercó a ella.

—Debe estar feliz, un bebé, es maravilloso ¿Qué te ha dicho? ¿Y tú? ¿Cómo estás? 

Bianca escucho el dolor filtrarse en sus palabras, como trataba de mantenerse calmado, sus ojos estaban brillosos y evitaba mirarla a los ojos.

—Sí, lo estaba o eso creo —su voz salió en un susurro.

Mark estiró la mano para tocarla, pero se arrepintió y metió las manos en los bolsillos de sus vaqueros.

—Que bien, un bebé, yo supongo... supongo que necesito cambiarme, mudarme... mudarme si, ustedes van a tener un hijo... y yo... yo, demonios.

Bianca lo miró una minutos.

—Mark...

—No Bianca, no tienes que decir nada.

—Pero Mark...

—En serio no te preocupes que yo…

— ¡NO ES DE LIAM! —Bianca tomó una enorme respiración, necesitaba calmarse.

— ¿Qué?

Esta vez su voz sonó rayando la histeria y se preocupó. 

—No es de Liam, este bebé no es de él, es tuyo Mark.

Bianca espero a que su cerebro lo procesara, pero no estaba preparada para verlo caer de rodillas, la preocupación la invadió al pensar que había tenido un colapso, pero cuando lo  miro detenidamente noto que solo tenía el rostro lleno de lágrimas.

— ¿Estás segura?

—Sí, tú eres el padre.

Mark posó sus manos sobre las caderas de Bianca y dejo caer su cabeza sobre su vientre.

Podía sentir sus sollozos contra ella. Nunca lo había visto de esa manera mientras sentía sus manos acariciar su aún vientre plano.

Bianca bajo sus dedos hasta acariciar los mechones rubios, Mark ahora estaba abrazado sus piernas. Después de unos minutos se separó y volvió a mirarla.

—Bianca, ese día... tú dijiste que era un error... ¿Estás segura de...

—Mi bebé no es un error, no cuando es nuestro.

Mark depósito un beso sobre el vientre de Bianca, antes de levantarse y estrecharla entre sus brazos.

— ¿Qué pasará ahora? ¿Qué sucederá con nosotros?

Bianca hizo que se sentara en una de las sillas de la mimbre; el rubio se sorprendió cuando la vio sentarse en sus regazo. Estaban tan cerca que sus narices se rozaban. Podía ver con detalle cada veta de sus hermosos ojos verdes.

—Vamos a intentarlo, es lo mejor.

Mark no contestó al instante como Bianca pensó que lo haría, en cambio poso su mano sobre su cuello.

— ¿Realmente lo deseas? O piensas que esto es mejor para el bebé, y por eso quieres intentarlo.

Esta vez fue Bianca quien le acarició el cuello.

—No, estoy dándonos una oportunidad, con o sin bebé, lo iba a hacer, siempre has estado aquí, en mi corazón, enterrado. Y casi perderte me volvió loca, me hizo  darme cuenta de que no puedo vivir sin ti.  

Los dos se abrazaron, mientras Mark le juraba una y otra vez que la amaba, que está vez sería el mejor padre, que todo cambiaría. La noche estaba silenciosa mientras ambos permanecían fundidos el uno en el otro.

— ¿Bianca? —la pelirroja tardo en contestar, estaba sumamente cómoda en sus brazos y le faltaba poco para quedarse dormida— ¿Que sucede con Liam?

—Lo encontré esta mañana en el hospital... él me ayudó a tomar la decisión, ya lo ha aceptado.




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