La Pasajera

Prólogo

No sé por qué, ni de qué manera mis pies se deslizan a través de los siglos, ni por qué la historia me permite ser testigo y, a veces, chispa. A veces siento que todo es un sueño del que no puedo despertar, y otras veces que soy más polvo que mujer.

No creo en la grandilocuencia de los salvadores de mundos. Solo hago lo que creo que debo hacer.

Sé de historia. Sé que hombres y mujeres cambiarían algo, aunque parezca pequeño. Sé los momentos en que una palabra, un gesto, un roce de manos puede alterar un futuro. Aun así, no significa que pueda controlarlo todo.

Me llamo a mí misma La Pasajera.

No sé si hay una razón, un dios, una física rota detrás de mi existencia. Solo sé que cuando veo esos ojos, grises y profundos como el mar entre dos tempestades, algo en mi propio ser dice: "Es él. Y esta vez, tal vez, recuerde."

Quizá ese es el misterio más grande: que en medio del caos de los siglos, en el vaivén de vidas y destinos, uno puede encontrar lo que no sabía que estaba buscando. Uno puede encontrarlo, y todo se vuelve a encender de nuevo.

No soy especial, lo repito. Solo soy una mujer que ha amado a un mismo hombre en mil disfraces, ha reconocido su alma en mil rostros distintos.

Porque su viaje es el único que siempre he querido compartir.




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