León
— ¿Hoy no sales? — César estaba sentado en el sillón, sus piernas estiradas y con barba de varios días.
— No — me senté frente a él y sentí pena por lo que debía estar sintiendo mi hermano, la culpa por la muerte de la chica lo estaba matando pero no era su culpa, aunque él no escuchaba.
— ¿pasarás culpándote toda la vida?
Levanto la mirada.
— no fue tu culpa el accidente, el tipo se les vino encima por venir borracho.
— Ella... murió — suspire.
— lo sé César, pero no es tu culpa, es la del tipo borracho. No había forma que se salvará Xilonem y su bebé, fue de su lado donde el auto se estrelló, aun no entiendo cómo ella hizo para sacarlos, estaba muy mal herida.
— porque ella era así, lo daba todo por los demás.
Me puse de pie y me senté junto a él.
— César, da gracias porque tu mujer e hijo están bien.
Me dolía el alma verlo llorar, ni de niños llorábamos entre nosotros, éramos demasiado orgullosos.
— Es lamentable en la situación que conocimos a tu chica — murmure poniéndome de pie y acercándome al mini bar a servirme un coñac — quién iba a decir que la chica que causó la separación familiar era la que iba a darle un motivo de alegría a papá.
— ella no fue la causante, fue el maldito orgullo de que un Amoretti se dignara a fijarse en alguien de clase social inferior.
Me encogí de hombros y bebí mi tragó.
— somos una familia muy antigua César, no es nuestra culpa haber nacido en cuna de oro.
— ¿y de qué sirve? Tú estás solo sin el amor... — sonreí y decidí interrumpirlo.
— ¿crees que muero por eso? Una mujer dispuesta en mi cama me hace feliz, no necesito más, pero no entiendo por qué llegamos a esta plática, deberías sentirte bien al saber que tu mujer es aceptada por papá y la familia — pensamientos perturbadores me siguieron inmediatamente, recordaba un cuerpo moreno retorciéndose de placer entre mis brazos.
— la aceptan sólo porque lleva un bebé... un Amoretti
— ¿me hablas de amor? sólo una vez has ido a ver a tu mujer ¿habían problemas en el paraíso?
— no te incumbe — se puso de pie.
Enarco una ceja y lo observo, el único signo de vida que daba Cesar era el enojo, la ira y si eso necesitaba para sacarlo de su molestia, lo haría.
— vaya César, has cambiado, te volviste un amargado.
— Deja las cosas en paz León — cogió la botella que estaba olvidada en una mesita cerca del sillón.
— Ahora eres alcohólico, el basurero está repleto de botellas vacías, si eso hace el amor no deseo conocerlo — me entristecía verlo de esa manera pero también me llamaba profundamente la atención que el actuara así y se estuviera olvidando de su mujer e hijo.
— aunque tuvieras el amor en las narices no lo verías León, para ti lo que importa es el apellido y el dinero.
Dibuje una sonrisa y me encogí de hombros.
— estoy bien así, mi secretaria se está encargando de buscarte casa.
— ¿casa?
Asentí, aunque aún no se lo había pedido a Fiorella.
— Papá te quiere cerca por el bebé, se ha propuesto vivir hasta enseñarle a tu hijo ser un Amoretti no sólo de apellido.
— un apellido no determina quién eres de verdad.
Se dio la vuelta pero se detuvo.
— no quiero una casa, seguiré en tu departamento, será interesante verte en medio de pañales sucios.
Apreté la mandíbula mientras lo veía salir tambaleante de la sala, ese no era mi hermano. De los dos siempre fue el correcto, el cariñoso. No sabía cómo ayudar a Cesar, por lo pronto seria con las cosas del bebe.
Me puse de pie y me dirigí a mi habitación, las sabanas aun seguían arrugadas donde estuvo Fiorella recostada.
Me deje caer en la cama y puse ambas manos detrás de mi cabeza, había una imagen del sueño con Fiorella que no se borraba de mi mente, un bello lunar junto a su pezón izquierdo, en mi sueño lo bese y me maravillaba de ese bella creación de la naturaleza... un lunar que casi parecía un corazón... pero era un sueño, un lindo y deseable sueño.
Saque mi móvil y por primera vez decidí husmear en la foto de WhatsApp de mi asistente... estaba en linea, observe su foto se veía muy bonita, con el cabello suelto y una gran sonrisa, no se cuánto tiempo pase contemplando su fotografía y cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo me sentía un acosador. Salí de la foto y Fiorella seguía en línea por extraño que pareciera me sentí molesto por que lo más seguro era que estaba conversando con su novio.
Fiorella
Resoplo furiosa al ver que León seguía en línea, debía estar chat con su nueva conquista, todas las noches antes de dormir, revisaba su WhatsApp para ver su foto, aunque ya la tenía guardada en mi galería de fotos pero de repente la cambiaba y antes de que lo hiciera yo ya la había guardado en mi galería porque de repente ponía fotos de su auto o simplemente las quitaba.
Moría de celos al imaginar que estaba conversando con alguien más y que quizás al día siguiente recibiría las llamadas de la mujer en si para comunicarse con León, cerré los ojos con fuerza y decidí salir de la aplicación.
Me cubrí con las mantas y apague la lámpara, el móvil lo tire en la cama y cerré los ojos, era duro amar y no ser correspondido.
— ¿Fiorella? — Puse los ojos en blanco al escuchar la voz de Salvatore — ¿puedo pasar?
— Pasa — me senté en la cama, mientras Salvatore entraba a la habitación.
— Princesa — encendió la luz — mi mejor amigo regresa a Florencia.
Abro los ojos como plato ante la noticia de mi hermano, Alessio regresaba.
Editado: 08.12.2021