La Pasión de mi jefe [saga Italianos #2]

Capítulo 12

Abro los ojos y los vuelvo a cerrar al sentir la luz penetrar por la ventana, me incorporó en la cama y frunzo el ceño al encontrarme sola.

— buenos dias — doy un respingo en la cama y me giró para ver a León sentado frente a la cama con el periódico abierto — el desayuno está servido — mis ojos observan el carrito   con varias recipientes.

— no escuché entrar al mesero — sonríe y dobla el periódico.

— no entró, yo sali por el desayuno.

— ¿Bajaste a la cocina? — se encoge de hombros y levanta la tapa de un recipiente.

— te servire un poco de cada cosa — me siento en la cama y me tapó con la sábana.

— debemos trabajar León — él asiente.

— lo sé pero primero debo alimentarte — arrugo la nariz, yo no desayunaba, yo era de una taza de cafe y una tostada nada más pero al parecer toda la cocina estaba ahi.

— yo, sólo deseo un café y una tostada.

— Fiorella, vamos a comer una comida decente, necesitas alimentarte bien.

— creeme que con sólo café estoy bien.

León no responde y sé que no tiene caso discutir.

— iré al baño — me levantó envuelta en la sábana y me dirijo al baño, me doy un baño rápido y luego me envuelvo en la bata de baño, al verme presentable salgo y ya León ha servido el desayuno y está dispuesto en la mesa, se levanta y retira la silla, me siento y mis ojos están en el gran volcán de comida ¿Será que me había visto tragarme el montón de comida que llevaba al trabajo?

— ¿Has hablado con César? — León me observa.

— ¿Hay algún tema a tratar con mi hermano?

— no, preguntaba por tu sobrino, no lo conozco — asiente y toma su móvil al cabo de un segundo me lo pasa.

— él es Rafaello junto a su madre Lana — me causa ternura, era un bebé muy precioso.

— es precioso León— lo decia sinceramente — dicen que los bebés recién nacidos no se parecen a sus padres pero Rafaello se parece mucho a César.

— ¿Si? — asenti.

— es precioso.

— o sea  César es precioso — enarco una ceja por que no sé si lo dice en serio o está jugando.

— Rafaello es precioso, se parece a ambos, una combinación perfecta.

— el hombre que estaba en tu apartamento, ¿Quién es? — lleva el jugo de naranja a sus labios pero su mirada no se aparta de mi rostro.

— es Salvatore, mi hermano — mastico un pedaso de queso— bueno medio hermanos por parte de madre.

— se llevan bien por lo que pude ver.

— asi es, sólo estamos él y yo en este mundo.

— lo lamentó — murmuró.

—  no te preocupes — no me daba cuenta pero estaba hambrienta — mi padre nos enseñó a crecer muy unidos, cuándo ellos se marcharon, Salvatore y yo nos acercamos más.

— César y yo nos llevamos muy bien.

— lo sé — desvío la mirada hacia la cama que era un revoltijo — ¿Las velas?

— las levanté cuando regresé con el desayuno — asenti — también compre mas preservativos— levanto la mirada hacia él — anoche me quedé sin nada.

Muerdo mi labio inferior, León tenia pensado más noches juntos al parecer, me alegraba y mucho pero yo Fiorella Rinaldi no lo demostraria... pero mi mente grito ¡Siiiii!

— bien — llevé el vaso de jugo hacia mis labios antes que saliera un grito de alegria.

León me observó por un instante pero no dijo nada.

Seguimos desayunando hablando acerca de los cambios en El Petra, por un momento la Fiorella timida quizo salir pero la atrevida puso su mano en su cabeza y la empujó hacia abajo para que no saliera y lo arruinara todo.

Cuando terminamos de desayunar me puse de pie y me fui a vestir, me sentia feliz, andaba en mi burbuja personal flotando por todo el cuarto de baño.

Al salir León estaba de pie en el centro de la habitación hablando por teléfono, seguí arreglandome y cuándo terminé me pare frente a León y le señale mi reloj de pulsera, asintió y ambos nos dirigimos hacia la puerta.

Llegamos al ascensor y León seguia al teléfono asi que saque el mio para revisarlo, tenia muchos mensajes... yo no era popular, no tenia muchas amistades, asi que me sorprendi al ver tantos mensajes, era un número desconocido al entrar al mensaje, me di cuenta que era Alessio, no entendia que pasaba con él, años sin vernos y viviamos felices como perdices pero ahora él estaba muy pendiente de mi.

Había un mensaje de voz, no dude en darle reproducir y en el ascensor se escuchó la voz de Alessio, ronca.

Levantó la mirada y León a dejado de hablar, aún tiene el móvil en su oreja pero se ha quedado en silencio, su mirada es dura, mientras escuchamos a Alessio cantar una canción de amor...

Me salgo del mensaje de voz, aclaró mi garganta y sigo leyendo los mensajes.

— ¿En mi cara le contestas? — su voz ha sonado furiosa.

— estoy leyendo todos los mensajes que tengo.

— supongo de él — no se equivocaba eran de él.

— si — por un instante nos miramos en silencio, él asintió y se hizo a un extremo del ascensor... lejos de mi, de hecho estaba muy lejos de mi, pero no entendia su reacción, celos... no creia que eran, desde que lo conozco él ha indicado que no es celoso y que odia los celos... asi que estaba descartado.

El móvil sonó cuando entró un mensaje de Salvatore, la mirada helada que me lanzo León era capaz de congelar el infierno mismo y no miento.
 




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