La patrulla de Járkov

La patrulla de Járkov

El frío aire de la ciudad inundaba mis pulmones, encendí un cigarrillo para mantenerme caliente. El cielo, las calles, la pradera que marcaba el fin a lo lejos y los árboles secos que se alzaban muy cerca de ahí parecían el retrato de un paisaje silencioso y triste. No había ningún movimiento por los alrededores, así que nos dirigimos más a los límites. Luego de unos minutos llegamos hasta nuestro antiguo barrio y comenzamos a patrullar por donde hacía solo unas semanas llevábamos a nuestros hijos al colegio, antes de que todo esto comenzara. 

Hace sólo una semana, los rusos habían bombardeado una serie de puntos estratégicos por toda la ciudad, aun así, todavía había personas que insistían en esconderse en sus antiguos hogares, a pesar de lo destruido que pudiera estar. Ya no había ningún lugar seguro en dónde estar, aunque la mayor parte de los que decidieron quedarse se resguardaron en el centro de la ciudad, con el grueso de la milicia que aún insistía en salvar lo poco que quedaba. Mi querida Járkov… Parecía desangrarse por todos los escombros y el humo que aún permanecía del desastre que causaron todos esos misiles. 

Vi a Vasyl al otro extremo de la calle, me hizo una señal con la mano: “Todo despejado”. Agarré mi arma y fuimos a la siguiente zona. Él siempre llevaba su vieja gorra. Es de mi padre, me comentó alguna vez. Se lo quiso dejar a su hija antes de que se fuera, pero ella se lo devolvió para que se lo diera más adelante. 

—¿Sabes algo de tu familia? —Me preguntó. 

—La última vez que hablé con ellos ya habían llegado a la frontera. 

—Entonces ya estarán seguros —miraba hacia el piso—, mi esposa aún no me responde los mensajes. 

Sabíamos lo que podría significar eso. Puse una mano en su hombro, tratando de consolarlo. 

—Ya deben estar saliendo del país. Volvamos con los demás al terminar, seguramente en un par de horas te llamará. 

Vasyl alivió su mirada. 

—Sí, eso espero. 

Nos faltaba una zona más para acabar con el patrullaje. A paso lento llegamos hasta los límites de la ciudad, cerca de la parte boscosa de la pradera, en donde aún había algunos pájaros en la copa de los árboles. En muy contadas ocasiones, solo se podía sentir un silencio aterrador, dejando en claro que la vida se estaba extinguiendo, parecía al Apocalipsis. 

Casi nunca se reportaban rusos por este paso, no era una ruta sencilla de atravesar, por eso tampoco había mucha fuerza militar para que la defendiera. Nos turnábamos con otra patrulla para vigilar los alrededores, cuando uno venía a hacer vigilancia el otro grupo volvía al centro para traer provisiones. Este era nuestro papel en la guerra, patrullar lo que alguna vez había sido nuestro hogar.  

—¿Escuchaste lo que dijo la radio la última vez? —Preguntó Vasyl. 

—No, estaba comiendo en la azotea. 

—Decía que la ofensiva rusa se había estado debilitando, muchas pérdidas materiales. 

—Si es cierto, podríamos aguantar unas semanas más y quizás hasta salir de esto con vida. 

Ya estábamos muy adentro del bosque, cerca de unos matorrales altos. Los atravesamos y vimos no muy lejos de donde estábamos un camino de tierra. No era una buena señal, nos escondimos entre los árboles y examinamos el terreno. Tenía impregnada marcas de neumáticos bastante frescas. 

—¡Agáchate! —Gritó Vasyl desde su posición. 

Lo hice sin cuestionar, sabiendo que un segundo más me podría haber costado la vida. En ese instante, seis carros blindados y un tanque aparecieron a bastante velocidad desde el otro lado del camino, pasando muy cerca de mí. 

Desaparecieron luego de unos segundos, no podíamos ignorar algo así, Vasyl quería seguirlos, pero le dije que no. 

Era demasiado arriesgado. Debíamos usar la radio e informar la situación. Esa era la manera más lógica de actuar. 

—No tenemos tanto tiempo. —Me respondió cuando le comenté mi idea—. Las tropas demorarían bastante en llegar y estoy seguro de que todo este armamento es para algo más.  

—No podemos hacer nada, lo sabes. 

—Aun así, tenemos que intentarlo, no quiero quedarme sentado mientras intentan destruir lo que queda de nuestro hogar. 

Lo miré a los ojos. Quería apoyarlo, pero era una locura. No quería morir sabiendo que mi familia aún espera que vuelva, Vasyl ya no parecía el hombre que conocía. Quizás ya había aceptado que no volvería a ver a su esposa e hija. 

—Sólo veremos a donde van. 

No tenía experiencia en combate, hice el servicio militar cuando era joven, pero nada más. Vasyl tampoco tenía alguna preparación. Me había dicho que era guardabosques, yo era electricista, aun así, nos volvimos más unidos al darnos cuenta de que estábamos exactamente en la misma situación, dentro del caos de una guerra que nos había tocado vivir. 

—No te preocupes —me decía por lo bajo—, entramos y salimos, será algo rápido. 

Llegamos al final del camino y vimos una explanada, en donde había un extenso campamento montado con armas de alto calibre como misiles y artilleros. 

Vasyl sacó sus binoculares y comenzó a enumerar todo el armamento que poseían para que yo lo pudiera anotar en algún lugar. Saqué mi celular y comencé a escribir. Muchos vehículos blindados, tanques y misiles capaces de arrasar con la ciudad entera. 



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En el texto hay: guerra, drama accion, acción bélica

Editado: 06.05.2023

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