La paz que buscaba en mí

Soy más que mis heridas

“Mis cicatrices cuentan dónde estuve… no dónde me quedaré.”

He pasado mucho tiempo mirando mis heridas
como si fueran manchas,
como si fueran vergüenzas,
como si fueran pruebas definitivas de que algo en mí está roto.

Durante años creí que mis cicatrices eran límites,
que solo hablaban de daño,
que me reducían a mis momentos más oscuros.

Pero hoy entiendo algo que antes no veía:
cada cicatriz es un recordatorio
de que sobreviví.

Mis heridas cuentan historias.
Historias de lucha,
de noches eternas,
de tormentas que pensé que nunca acabarían…
y aun así, aquí estoy.

No son señales de derrota,
son medallas silenciosas
que documentan mi camino.

He sido muchas personas a lo largo del tiempo:
la que lloró en silencio,
la que se escondió detrás de sonrisas falsas,
la que creyó que amar era dañarse,
la que pensó que no merecía nada bueno…

Pero también soy
la que se levantó,
la que sanó,
la que sigue apostando por la vida
aunque esta le haya fallado antes.

Mis heridas no me definen,
me forman.
Son parte de mi historia,
pero no mi final.

Porque soy más que la niña que una vez se quebró,
más que el miedo que paralizó mis pasos,
más que las voces que me dijeron “no puedes”.

Soy fuerza.
Soy aprendizaje.
Soy evolución constante.

Y aunque me mire al espejo
y todavía duela un poco recordar…
sé que merezco ver más allá:
la mujer que estoy construyendo,
la que se abraza con ternura,
la que entiende que sanar también es amor propio.

Así que sí…
tengo cicatrices.
Muchas.
Pero gracias a ellas,
sé que nada podrá volver a destruirme de la misma manera.

Soy más que mis heridas.
Y cada día,
lo demuestro siendo yo.




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