La pequeña del Alpha. ©

Una nueva vida creciendo dentro de mí

Tres meses antes...

No podía dejar de darle vueltas a la estúpida tarjeta con la dirección de Hermes Cold, la nueva "atracción y estrella" del instituto.

Mordía su labio mientras pensaba si en meterla en el triturador de comida o simplemente tirarla. ¿Ir a la fiesta? No era opción. Algo en lo que Mía estaba en total desacuerdo.

—¡Joder Odette! Deja de mirar así esa trajera y vamos a la "famosa" fiesta de ese bombón.
Decía la pelinegra con aburrimiento, había decidido persuadir a su mejor amiga para poder ir a casa de Hérmes. Pero no podía convencerla.

—No lo haré. En primera: no lo conozco del todo. En segunda: me cae terrible. Además, si tanto te interesa por que no vas tu sola.

No sabia por que cada vez que alguien hablaba de él, se ponía de un genio de los mil demonios. Lo que era frecuente, pues después de la paliza que le había propinado a Ethan, se había convertido en una especie de "ídolo" y de ser el blanco de todas las chicas de lugar. Incluso pudo ver a Amber rondar a su alrededor como una mosca.

—¡Sabes que quieres ir, por que aún que no quieras reconocerlo ese chico llama mucho tu atención! De ahí que lo detestes tanto Odette. ¡Anda! ¡Divirtamonos! Es sábado y es justo, tu madre te ha dado el permiso, la amargada aquí eres tu.

Mía abrazaba su almohada, mirándola con aquella mirada de perrito con la que usualmente lograba lo que quería.

Odette, mas roja que un tomate, escondió su rostro bajo sus mechas castañas.

—¡Claro que no! Ese "troglodita" me tiene sin ningún cuidado.

—¡Si claro! Vi como lo mirabas cuando después de noquear a Ethan se acercó a ti. Eres su objetivo Odette, y estoy segura que no te dejara ir tan fácilmente.

Decía con cara de enamorada.

Odette le lanzo una almohada directo a la cara, a ver si así dejaba de soñar tanto.

—¡Eres de lo peor! Diablos... ¡De acuerdo iré, sólo si así me dejas tranquila con ése tonto!

Mía pegó un grito de alegría y comenzó a hurgar en el armario de la castaña.

Debían lucir lo mas hermosas posible.

Odette, al ver lo desquiciada que Mía se había vuelto en esos tres segundos, ya comenzaba a arrepentirse de verdad.

.....

El lugar estaba a reventar de personas bailando y bebiendo, el lugar era como lo habían imaginado, una mansión enorme y espaciosa.

Mía no podía levantar la quijada del piso, púes los lujos dentro y fuera del lugar llamaban demasiado la atención.

Adentro de la enorme estancia, había demasiados estudiantes disfrutando de la noche.

Ambas chicas, trataban de abrirse paso pero era realmente difícil. Llegaron justo a la puerta que daba al patio trasero y allí, una enorme y fantástica piscina les dio la bienvenida. El agua, gracias a unas luces Led en el fondo de la misma, creaba una atmósfera mas romántica.

Muchos ya nadaban y se divertían dentro del agua.

En verdad que la fiesta era todo un fenómeno, se hablaría de esta por semanas.

Odette ni siquiera había notado cuando Mía se había alejado por unos vasos de cerveza. Cuando lo notó, ya estaba sola parada a orillas del agua.

De pronto, a sus pies bajo el agua azul un chico asomó y salió del agua. Odette dio un paso para atrás y así no mojarse. Éste escurría chorros y chorros de agua.

Odette se quedo congelada al ver a Hérmes con sólo ese bóxer. Completamente empapado.

Pudo apreciar su perfecta anatomía, todo lo perfecto que era. Cada detalle y línea de su torneado cuerpo. Las gotas que con las luces de neón brillaban y se deslizaban de su cuerpo hasta perderse en los pliegues de su elástico. Las de sus brazos caían como diminutos diamantes y otras se deslizaban por la linea de sus marcadas venas.

Simplemente no pudo seguir ahí de pie, frente a él. Dio media vuelta y echó a nadar a paso veloz. No se detuvo a pensar en que abandonaba a Mía en el lugar.

<¡Joder se que me mataras pero no puedo seguir aquí!>

Chocó contra varios derramandoles el trago , torpemente trataba de disculparse, pero la musica la hacían confundirse.

Al llegar junto a las escaleras y así a la puerta, sintió como alguien sujetaba con firmeza su brazo. Sonrojada se dio la vuelta. Hermes la sostenía, con esos ojos penetrando su ser. Tan estáticos que no parpadeaba.

Aún que la musica estaba muy alta, pudo leer de sus labios un: No te vayas.

Ejerciendo un poder desconocido dentro de ella, la guió hasta subir las escaleras. Ambos subieron a pasos lentos. Importándoles muy poco los demás en el lugar.

¿Seria un error seguir hasta ése lugar con ese depredador? Algo en su pecho le decía que si, pero no pudo detener sus pies. Estos ya no obedecían a su cordura.




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