Era algo impensable que esta mujer se hubiera adelantado y encontrado a Odette tan fácilmente. ¡Cuando Hérmes había pasado días completos buscando como un maldito lunático!
Y él, ¡como fue que algo así se le fue en sus cálculos! Era algo que no toleraba. Simplemente, no soportaba que Amará llevará de esta manera la delantera en sus planes. Si tenía alguna estrategia, ya podía despedirse de ella.
Amará lo tenia contra las cuerdas.

La mujer, con ese traje entallado delineando a la perfección su torneado y cuidado cuerpo, esperaba por la respuesta de Cicerón.
— Así que "eso" es lo que deseas... ¿Ser luna de la manada? Claro, no olvidemos tu integración en la mesa directiva de la compañía. ¡A caso perdiste el juicio loba estúpida! Apuesto a que... Ni siquiera son las originales ¿cierto? — señalo las fotos.
— No soy tan estúpida como creías Cicerón. Solo cuido de mis "intereses" y uno de ellos es tu pequeño "hermanito". Sera mío y la manada estará bajo mis ordenes también. La mitad de los vienes de Hérmes pasaran a mi cuenta de banco y me darás un "lugar" aquí — abarcó la habitación con las manos.
Sonriente y despreciable.
Cicerón, coloco sus codos en la mesa juntando sus palmas en su boca.
Incluso sonriente.
— Sabes, estas echando a perder mis planes... Además, lo que pides es imposible. Aun cuando te cediera la mitad de las "acciones" de la empresa. ¿Que te hace pensar que Hérmes quedria estar a tu lado? ¡Fuiste la diversión de un rato de ese lobo inmaduro! Pero ahora, esta enamorado. Por desgracia... De esa "humana". Aun así, respeto eso. No todos tienen esa suerte — bajo la mirada un tanto melancólico, pero de inmediato recupero su postura dura e impenetrable.
— Amará, lo que deseas... ¡Es solo un maldito capricho de una niña mimada! —
Podría ser una niña mimada, pero era peligrosa. Si le mostraba estas fotografías a Hérmes, se desataría un caos peor. Seria algo difícil persuadirla.
— Tengo mis métodos Cicerón... Solo debes hacer lo que digo, y tal vez te diga donde he " sacado" estas fotografías. ¡Claro! A menos que quieras que tu hermanito muera de "amor". Eso seria muy triste, así que debes convencerle para que me "acepté" como su futura "mate y luna" — sus tacones resonaron en el mármol bajo sus pies.
Con movimientos lentos se acercó hasta él, se sentó justo enfrente de su silla seductoramente. Cruzo las piernas dejando entre ver esa pequeña abertura en la pierna. Sus tacones negros resaltaban de forma sensual con su piel blanca.
— Se que a pesar de ser frío y distante... Tienes tus necesidades ¿no es así, Cicerón? — con esas manos como la seda y de manicura perfecta, tomó la fina corbata del "Lobo" deslizandola en sus dedos. Se acerco hasta está y la olió. El aroma de ése lobo era exquisito. Maderoso y silvestre. Era algo exótico y cautivador.
Con evidente desconcierto y desagrado. Cicerón lentamente fue arrebatándole la corbata de las manos, echó su silla para atrás y se levanto. La arpía solo se quedo muda.

— Tu descaro no tiene limites... Pero, es verdad, tengo mis necesidades. Sin embardo, a diferencia de mi hermano y de ti, se a quien darle lo que tengo. Puedo tener a cualquier mujer que deseé, cuando "yo" lo quiera, en el momento que "yo" deseé sin la necesidad de "mendigar". Habiendo aclarado ese punto... ¡Bajate de mi escritorio! — su tono de voz se mezcló con él del animal en su "interior".
Inmediatamente amará retrocedió asustada, los ojos grises del lobo cambiaron de color. Al igual que sus facciones.
Recobro la compostura y acomodo una vez mas su corbata.
— Además, no me gustan los platos de " segunda mesa". Jamás me interesante ni lo harás ahora —
Cruzándose de brazos la loba se levanto caminando hasta él.
— Di lo que quieras... Ya estas avisado, siempre consigo lo que quiero — sin mas tomo su bolso y salio de ahí.
Cicerón, pensativo y con un desagradable sabor de boca se quedó estático mirando la puerta.
Tenia que encontrar la forma de darle lo que quisiera, pero "controlándola".
Si Hérmes caía en sus juegos ya no sería culpa suya, sino de su maldita calentura.
Volvió a su silla, y noto las fotos sobre la madera del escritorio. Tomo la imagen en sus manos.
Odette se miraba hermosa y feliz. Expresión que rara vez pudo apreciar cuando estaba en manos de Hérmes. Reconocía que era una mujer fuerte y con coraje. Hermosa e inteligente.
Pero humana al final de todo. Frágil y débil. ¿Era correcta esta unión? Era verdad, cada día tenían que convivir con humanos de todos los tipos. Así como de sus "hermanos" aquellos pertenecientes de la manada "Luna creciente"
Una comunidad de lobos, unidos no solo por la hermandad, sino por el amor y la supervivencia. Siempre tuvo en claro la misión y el deber de un "Alpha", proteger.