La pequeña del Alpha. ©

Maquiavélica sorpresa

Su mirada no se apartaba de las llamas en la chimenea. El lugar era ostentoso y lujoso. Al igual que la mujer que disfrutaba del calor con una copa de brandy en la mano.

Sus cabellos rojizos brillaban con la luz. Era hermosa, sin embargo, su corazón era retorcido y ambicioso. De la peor forma posible.

De pronto, detrás de ella una silueta apareció. Las manos de un hombre comenzaron a masajear sus hombros.

— Relate cariño, estas muy tensa. Arruinaras ese maravilloso cuerpo — se inclino, besando la curva de su cuello. Amará disfrutaba de esa compañía. Y como no estarlo, si era un hombre como ninguno.

— ¿Como podría no estarlo? Nuestros planes podrían venirse abajo. ¡Cicerón se esta adelantando demasiado! No puedo permitir que eso ocurra — se levantó, alejándose del hombre.

— Deja de pensar un poco en esos imbéciles... Y disfruta este momento — se acercó a ella una vez mas, abrazándola de espaldas. Esta río, dándole la razón.

— Ven, te haré olvidar todo nena — sin mas la arrastro hasta la alcoba, arrancó su ropa y le hizo el amor.

Amará, disfrutaba con su "amante" mientras que en esos momentos, Hérmes era detenido.

.......

Mía revisaba la agenda de Cicerón. Hacia ya una semana que no lo había visto. Según él, tenia "negocios" que atender en Oxford.

O al menos eso fue lo que había dicho.

Ya había podido al fin familiarizarse con su área. Poco a poco era mas rápida y mas al tanto de las necesidades del lobo.

A pesar de repetirse constantemente, que era solo parte de su trabajo, sentía algo diferente cada vez que tenia que levantarse y caminar directo hasta esa oficina. Lo sabia, algo había cambiado.

No sabia si era su voz, sus ojos o la forma en que la miraba. Pero Cicerón se había convertido en la ultima cosa que pensaba al irse a la cama.

Ya había olvidado las veces que tuvo que golpearse mentalmente por "babear" cada vez que lo miraba llegar todas las mañanas. Pero es que, desde esa tarde tan perfecta que pasaron, no podía sacarse de la mente las palabras del empresario. Se habían grabado sobre roca en su mente.

Están confundía y ala vez, emocionada. No sabia que esperar. O pensar con respecto a él.

< ¿Como diablos se fijaría en alguien como yo? Es mas que obvio que eso no pasará jamas, debe salir solo con modelos o chicas adineradas y hermosas >

Cada vez se que esos pensamientos asaltaban su mente, no podía evitar sentirse culpable. ¡Estaba allí para que él le ayudara a encontrar a Odette, no para coquetear!

¡Vaya amiga!

De pronto su celular comenzó a sonar.

— ¿Diga?... ¡Que! ¡Voy de inmediato! — como un rayo, salio disparada.

¡Odete! ¡Al fin la habían encontrado!

.......

Llego como una tromba a la comisaria de Scotlan Yard en Londres. En lugar estaba infestado de policías, llego hasta donde atendían las denuncias.

— Vengo a ver a Odette Jones... Soy su mejor amiga, por favor —

La mujer uniformada detrás del recibidor la miro con algo de desconfianza.

— Me temo que eso no es posible, ella esta en las salas a "protección a testigos" por ahora no puede verla hasta que allá tomado su declaración —

— Por favor, se lo ruego déjeme verla —

Detrás de ella, por uno de los tantos pasillos, Cicerón caminaba justo a la salida. Pero se detuvo en seco al oler en el aire ese aroma a vainilla. Tan peculiar y tan embriagador. Se giro y si, ahí estaba la dueña del aroma.


Se miraba agitada y preocupada.

Algo dentro de él se oprimió a tal forma que en verdad podía sentir el dolor. Su garganta se cerraba. Un nudo se formaba. ¿Que estaba haciendo?

Le había pedido a Odette ser su luna de una forma "temporal" sin atadura ni privilegio de nada. Solo como una pantalla. Ante todos los de la manada.

De esa forma, ser Alpha seria mas sencillo.

Pero, al ver a esa chica de pie allí. No lo podía soportar.

¿Lo unía algo? No, nada los ataba. Ni siquiera un lazo. No era su mate. Pero, aun así. Se sentía inevitablemente atraído a ella como un imán.

Todo en ella era perfecto. Su rostro, sus ojos. Todo.

Pero él.

Estaba en camino de convertirse en un despreciable traidor. Alguien que pasaba por quien fuera con tal de obtener lo que quería.
¿Lastimaria de esa forma a la chica? Era humana. Igual que Odette. Y ambas eran totalmente diferentes de Amará.

¿Que hacia tan especiales a estas mujeres humanas para hacer perder de esa manera el juicio? No estaba seguro. Pero de algo si... No quería lastimar a Mía de ninguna forma. Se sentía dividido.




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