La pequeña del Alpha. ©

La lluvia lava las heridas

Dedicado a Ahomeee

 

"Como la arena en un reloj, los días y los meses pasaron de forma imparable, sin embargo para Odette las heridas seguían punzantes y cada vez dolían mas y mas.

 

¿Podría hacer frente a la nueva y forzosa petición de Cicerón? No, no la obligaba, pero su forma " sutil " era mucho peor de lo que pudo imaginar.

 

Temía, por su familia y por su bebé. El destino parecía ahora incierto.

 

Además, el amor por Hérmes seguía latente en su pecho."

 

(...)

 

-¿Y como piensas llamarle? Si es un varóncito me gustaría llamarlo Edward. Como tu padre ¿que dices? Pero si es una mujercita; Emma sería perfecto. Igual que tu abuela.

 

Odette escuchaba a su madre de pie junto a ella mientras terminaba de lavar los trastos.

 

Su vida "aparentemente" había vuelto a la normalidad. Había decidido continuar con su carrera pero a distancia. Alejada de los demás y la preparatoria. No le gustaba pero no había mucho de donde escoger.

 

¿Pensar en un nombre? Era en lo menos que había pensado. Su cabeza estaba revuelta y con las visitas de Mía y de Kelvin. Lo complicaban mas. Siempre con interminables interrogatorios.

 

Había hablado con el rubio, éste insistía con visitarla casi a diario. Pero al menos había aclarado las cosas, por primera vez era consciente de que su felicidad era lo mas primordial que la de las demás personas a su alrededor. Tal vez sonaba algo egoísta, pero había aprendido a dejar de ser de todos menos de ella misma.

 

Kelvin, no había aceptado de una muy buena manera, sin embargo, acepto la nueva decisión de la morena.

 

Además, sentía que de esta forma Cicerón no sabría de su existencia, pues también temía que Kelvin se viera involucrado con alguien como él.

 

Cada día, miraba el celular, deseando este jamas sonará. Cicerón le había dicho que en el momento que este lo hiciera; era momento de despedirse.

 

¿Cumpliría su palabra y la haría su esposa? No lo sabia, prácticamente éste había cortado toda linea de comunicación con ella. Deseaba que eso jamas pasará. Deseaba desaparecer. Pero... Cada noche era lo mismo.

 

Hérmes invadía su mente y sueños. La imagen de su rostro cuando sin ninguna duda en su voz o en su rostro, le rechazo. Como mate. Como esposo. Si, estaba unido a él de muchas formas. Y las mas significativa, estaba dentro suyo. Creciendo mas y mas.

 

Siempre lo supo, pero el miedo y la desesperación la cegaron, nublaron su mente y corazón. Lo amaba.

 

¡No podía albergar rencor y venganza en su pecho! Era veneno.
No era como Cicerón.

 

Su mente y cuerpo, anhelaban su presencia. Cada noche mientras trataba de conciliar el sueño, se imaginaba como hubiera sido su vida a lado de Hérmes.

 

¿Serian felices? ¿Olvidando pasado y rencores, podrían volverse una verdadera familia? ¿La amaría? ¿Volvería a ser suya cada noche en completa entrega, sin reservas y sin miedos?

 

Todas eran posibilidades, pero solo en eso habían quedado. Hérmes, aun sin haber presentado cargos, pagaba su deuda con la sociedad.

 

Un año. No más. Y seria libre.

 

Temblaba solo de pensar, en lo que él podría hacer al salir y enterarse de toda la verdad. La traición de Cicerón y su " unión " con él. Una tormenta se avecinaba... Una catástrofe.

 

-Odette, ¿estas bien? No has escuchado ni una palabra de lo que dije.




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