La pequeña del Alpha. ©

¿Los lazos que se rompen pueden volverse a unir?


❤Dedicado a estefany1DNiall❤

 

(...)

 

El silencio después de esas pequeñas y cortas palabras se hizo eterno e incomodo.
¿Que decir? ¿Como empezar? ¿Como volver a unir los lazos rotos?

 

Buenas preguntas, que bailaban en la mente de la castaña. Sus manos, de forma instintiva, fueron hasta su abultado y bien crecido vientre de ocho meses de gestación.

 

Podía incluso sentir que el bebé estaba demasiado inquieto.

 

Acariciaba éste de forma suave y lenta. Los ojos azules, con un brilló renovado, bajaron hasta ése lugar.

 

Tragó grueso, apretó los puños.
¡Dios, cuanto deseaba tocarla y sentir a su cachorro! Sentir cada movimiento y cada latido. Poder oler ésa esencia de cerca y morir una y otra y otra vez sin descansó hasta grabarla a fuego en su corazón.

 

¡Estaba mas que hermosa! Era la visión de un ángel. Por un segundo sé creyó muerto.

 

Hérmes, estaba atónito. Así que Odette, incomoda se acercó hasta la mesa y haló la silla de aceró. Con cautela tomó asiento.

 

El lobo, seguía sosteniendo la silla de pié frente a la incomoda chica.

 

—¿Como has estado?
Sus ojos, por vez primera de clavaron en el rostro del hombre.

 

¿De verdad creyó sobrevivir si él en su vida? ¡Si sólo había bastado verlo de cerca para que su corazón diera un vuelco! No se había equivocado, si seguía negando lo que realmente sentía su alma, hubiera muerto en poco tiempo.

 

Supo entonces, la importancia de un vínculo. Y mas, uno tan especial como el de ambos.

 

Hérmes tuvo que aterrizar a la tierra. A su realidad.

 

—Bien...

 

La chica, con una sonrisa amable y sincera pudo relajarse un poco más.

 

—Lamento, no haber avisado que vendría, es sólo que...

 

Hérmes, ni tardo ni perezoso, cogió sus manos entre las suyas. Hasta llevarlas a sus labios. La joven sólo se dejó hacer.

 

Beso el dorso de estas, olfateándolas y degustandose en su exquisita suavidad.

 

—Siento que es un sueño, uno muy hermoso y siento que si suelto estas manos, todo desaparecerá y volveré a verme en esa celda... Sólo.

 

Su voz, ya no era la misma, esta parecía temblorosa y ahogada.

 

Odette, con los ojos agudos no pudo responderle. Su corazón se acelero, de una forma violenta.

 

—Estoy tan feliz... Que duele. Duele, saber que tendré que soltarté otra vez. Para verte alejarte de mi vida Odette.

 

—Por favor... No sigas. No lo hagas.

 

Hérmes, se levanto de la silla. Caminó con paso firme hasta la chica. Aún a pesar de estar enjaulado como un animal exótico, no perdía ese toque sobrenatural, esa fuerza y confianza. Era increíble.

 

Se arrodillo a su lado.

 

—¿Puedo... Puedo, tocarte?
Sus ojos estaban en esa barriga respingada. Odette, mojó sus labios para poder pronunciar palabra.
Pero fue inútil. Solo asintió reteniendo las lágrimas.

 

Hérmes, feliz llevó sus manos a ése vientre. Escuchando ambos latidos, casi sincronizados. La forma en que subía y bajaba por la pausada respiración de la joven. Era perfecta. Acercó su boca a la barriga de la chica.

 

——Hola ahí adentró... Debes estar feliz, pues tu madre es la mujer mas hermosa del mundo. Tal vez te preguntes quien soy... Esperó puedas perdonarme, por no haber estado todo este tiempo a lado de ustedes. Y esperó... Puedas perdonarme, pues no podré estar cuando tus ojos vean por primera vez la luz del sol.

 

Pegó su frente a su vientre. Largando sus lágrimas, por primera vez en su vida. Sin ser egoísta ni pendenciero. Podía al fin decir que ése antiguo Hérmes estaba muerto. Para siempre. En su mente, solo podía estar la imagen de Odette. Y ahora, imaginar el pequeño y hermoso rostro de su bebé.

 

La chica apretó los ojos de una forma agonizante. Hérmes estaba destrozando por completo las barreras que alguna vez había creado.

 

Sentir esas lágrimas tibias en su regazo. La desarmaron.

 

¿Un lobo, orgulloso, prepotente, altanero echándose a llorar como un niño pequeño? Era cierto. A pesar de su naturaleza, por dentro aún quedaban rastros de sus genes humanos.

 

Con el corazón encogido, Odette levanto su mano para descansarla sobre la cabeza del hombre. Lentamente pasando los dedos por entre las hebras de cabello.

 

Hérmes, al sentir ese toque tan cálido y lleno de amor, levanto su rostro lloroso. Odette estaba en iguales condiciones.

 

Sin mas reparó, sin deleitarse más en palabra que fácilmente el viento podría llevarse, se besaron.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.