La pequeña del Alpha. ©

Un corazón de caleidoscopio.

......

Sus ojos, hinchados y enrojecidos no dejaban de mirar el vapor que ascendía de la humeante taza de café sobre la barra de la cocina de su departamento.

Si, estaba en su departamento. Ni loca ni muerta hubiera aceptado quedarse en ese lugar. ¡Jamás!

¡Joder, no otra vez! Gruesas lágrimas salían de sus cuencas. Creía que ya se habían secado de tanto derramarlas pero, no. Seguían fluyendo.

¡Estaba cansada! Sólo deseaba dormir y imaginar que todo se trataba de un cruel sueño. Uno de esos donde primero sueñas algo agradable y después dramáticamente pasa a ser una pesadilla.

Desgraciadamente la realidad no es tan benevolente. Ni mucho menos. Esta siempre nos abofetea tan duro que aterrizamos más rápido que un meteorito hasta estrellarnos y quedar en mil piezas sobre la tierra.

Destruidos. Con el alma rota.

El teléfono sonó. Muy a su pesar, deseaba sólo meterse bajó las sabanas. No deseaba hablar con nadie.

Pero el insistente sonido del aparato, la obligo a levantarse de la cama y cogerlo.

-¿Hola?...
Su voz sonó apagada y sumamente pastosa.

-¿Mía? Oh cielos, me alegra escucharte. ¡Que sucede! No regresaste a la compañía... Temía que algo malo te hubiera pasado.

-Karol.. Lo lamento, pero es posible que renuncié.

-Nada de eso. ¡Hay una junta directiva! Este lugar es un caos, deberás venir de inmediato. Algo esta relacionado contigo. ¡No se que sea pero, debes venir! Es urgente.

Mía, frotaba su frente totalmente incómoda. ¿Ir de nuevo a ese lugar y correr el riesgo de verlo? No. No lo haría.

-No puedo. Lo siento.

-¿Es por el señor Hold, cierto?
Estaba por responder, pero mordió la punta de su lengua o esta hablaría de más.

-Definitivamente no es por él señor Hold. Lo siento pero no puedo ir. Aún si, se tratara de algo relacionado conmigo.

La voz de la mujer al otro lado de la linea, parecía molesta. Cansada.

-¡Tu eres fuerte! ¡En el poco tiempo que trabajamos juntas siempre lo demostraste! A todos. Incluso al señor Hold. No te rindas ahora. No lo hagas.

Esas simples frases. Tenían un toque que le hicieron erizar la piel de todo el cuerpo. Nunca fue muy lista, pero jamás dejó sus responsabilidades de lado. Eso no era parte de ella.

¡Era más que esto! No se quedaría tirada en el suelo, llorando, mientras los demás avanzaban hacía delante. No se quedaría atrás.

-Okey. Voy para allá.

Corto la comunicación. Miró su imagen atravez de la pantalla del celular. Sus ojos estaban enrojecidos y hinchados.

Una imagen patética para alguien a quien le acaban de romper el corazón.

Por que eso había hecho Cicerón.

(Flashback Mía)

Las cortinas ondeaban con la suave brisa de la mañana, los primeros rayos de luz entraban iluminando la enorme alcoba. La cama, inmensa y desordenada, en el centro de la habitación era prueba de lo ocurrido esa misma madrugada.

El cuerpo desnudo de la chica, enredado entre las sabanas de color marrón, despertaba de tan agradable sueño.

Por unos segundos no recordaba donde había estado, pero al mirar el lugar a su alrededor, las imágenes y el recuerdo de la voz de lobo llegaron a su cabeza. Sonrió. ¡No podía sentirse mas feliz!

¿Era posible toda esta felicidad? No tenia idea pero, no deseaba que acabara jamás.

Alargó perezosamente el brazo, buscando a su compañero de cama. Pero, no estaba. El lugar estaba vacío.
Curiosa levanto la cabeza.

-¿Cicerón?
Llamó, pero no hubo respuesta.

Con rapidez, se levantó enredando la sabana al rededor de su cintura. Se acercó a la ventana enorme. El hermoso jardín era atendido por los sirvientes. El césped era atendido y los patios barridos.

¿Acaso había regresado a la oficina antes que ella?

Se giró, y algo llamó poderosamente su atención. Sobre el pequeño taburete a lado de la cama estaba un sobre con su nombre grabado en una elegante caligrafía. La del lobo.

Sus dedos tomaron el sobre, mirándolo curiosamente. Rápidamente lo abrió, sacando la simple hoja de papel doblada en tres.

Dulce Mía.

 

Perdoname por dejarte dormida en esa cama. Pero, no tuve el valor de verte derramar tus lágrimas.
¿Por que lo digo?

 

Por qué, en el momento que leas esto, estaré muy lejos de Londres. No intentes contactarte conmigo. Nadie sabe nada.
Creeme que entenderé si me odias por esto. Estoy preparado para todo, incluso para tu odio. Para morir de amor.




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