La pequeña desición que cambió todo mi mundo

La otra cara de la moneda

El ataque había quedado como una invasión sin más; aunque Isolde creía que fue una fachada para asesinar a su padre por cierto motivo que no nos quería revelar.

Luego de ese atentado, Isolde quedó desmoronada y sin ganas. Ella, era quien debía quedarse con la empresa, pero su hermano mayor tomó el mando a la fuerza, dejándola en la nada sin un hogar al cual volver; lo único que le dejó fue unas cuántas monedas de plata.

Por otro lado, yo no he regresado a ese estado salvaje en días, sin embargo, podía acceder al poder de la marca con más calma y pureza; Shader aún seguía sin tener acceso a ella, era normal que eso sucediera en él.

Decidimos comprarnos una armadura de cuero simple cada uno; de ahí en más decidimos no gastar ese dinero si no era necesario.

Fuimos a la sede de aventureros en busca de alguna misión que nos dejase algo grande. Lo que nos encontramos fue una burla, todas daban un monto pequeño a lo esperado con lo que pedían: incluso para Shader, que no le importaba mucho esas cosas; pero entendimos que para ellos también le era difícil por la mala economía del reino, así que optamos por ir a una mazmorra.

—Deben alquilar su uso. —comentó la recepcionista. —su valor es dependiendo de la dificultad y el tiempo que quieran, aunque debo decirles que sacan mucho más de lo que pagan por ellas.

—¿Qué dicen? —pregunté.

—Depende. —contestó Shader. —una mazmorra de nivel medio, ¿Cuánto está?

—Como se califican del diez, siendo el más bajo, hasta el tres, siendo el más alto… Pues si eligen una de ocho, que tiene buena recompensa, serían veinticinco monedas de plata por un día, o setenta tres días, una de oro una semana.

—¿Veinticinco monedas de plata por un día? Ni loca. —expresó Isolde.

—Tú no pagarás, ¿De qué te quejas? —añadió Calista. —pero sí, es mucho dinero.

—Pero obtendremos más de lo que vayamos a pagar. —contesté. —ahora que tengo el poder de la facción podré ayudar en algo, aunque no sea mucho. Sé que aún necesito más poder. —expresé mirándome la mano, y apreté el puño con fuerza.

—Yo digo que vayamos. —añadió Throgar. —siendo cinco podemos sacar mucho dinero.

—Está bien… Iremos, ¡Pero deberán esforzarse al máximo, ¿¡Entendido!?! —señaló con firmeza. —quedaremos arruinados. Lo máximo de recompensa de las misiones son cincuenta monedas de cobre, es dinero, sí, pero no suficiente.

—Tranquila, nosotros nos encargaremos de tener mucho dinero. —declaró Shader abrazándome con una sonrisa, e incorporó a Throgar—. ¿No es cierto, chicos?

—Sí… —contestó con timidez.

No respondía por no querer parecer un arrogante luego de haber desbloqueado este poder; hacerlo de un momento a otro era absurdo, sabiendo que apenas subí de nivel. Tomamos de forma definitiva la opción de ir a la mazmorra.

Me parecía una pena que Elran tuviera que marcharse para explorar otras mazmorras, pero al final de cuentas a eso se dedicaba.

El hermano de Isolde se había quedado con la carroza, por lo que estábamos a pie. Antes de irnos recordamos que Calista seguía sin hacerse la marca de alianza, así que nos dirigimos al “Atrío de la marca”.

En aquel lugar estaba lleno de todas las razas, aunque los elfos altos eran de mísera cantidad; algo notable era que estaban separados por razas, si quiera cruzaban miradas por casualidad.

¿Esto es lo que provoca la guerra? Malditos aquellos que la provocaron. Estoy seguro de que ni ellos saben el origen.

El tiempo pasó y llegó el turno de Calista. Tuvo que pasar el brazo por la ventanilla de la recepción. Lo único que hizo la persona fue apoyar su mano en el brazo. Ella chisteó, como un quejido, por haber sentido una quemadura.

—Eso dolió un poco.

—Es normal, de esa manera se impregna bien en la piel. —contestó la persona.

—Imaginé que tenía que pasar por cierto proceso. Elran exageró al querer llevarme con el rey.

Ya que nos desviamos, decidimos ir a comprar comida ¿Cómo era posible que nos olvidáramos de algo tan importante? Al fin tomamos rumbo luego de tanto rodeo. La mazmorra se encontraba a un par de horas, así que aceleramos el paso, no queríamos llegar tarde y que se nos venciera el tiempo límite.

El camino no era uno infestado de alguna criatura; Isolde mencionó que en el mercado negro compraban todo tipo de partes de monstruos, como el líquido del slime que había tomado Elran.

Un grupo de veinte hombres apareció en el camino, con la pinta inconfundible de bandidos: ropas desgarradas, armas oxidadas y miradas que destilaban crueldad.

Lo que más llamaba la atención era la carreta que arrastraban; sobre ella, una jaula cubierta con un manto raído. No hacía falta demasiado para intuir lo que eran.

No teníamos pruebas, y esa impotencia me consumía por dentro. El simple pensamiento de que fueran esclavistas me hacía hervir la sangre. A mi lado, Shader parecía aún más afectado: sus ojos no se apartaban de la carreta, y en ellos se reflejaba un odio absoluto, el de alguien que ya había visto aquello antes y que jamás lo perdonaría.

—¿Qué ven, mocosos?

Sus pasos eran rápidos, se notaba lo apresurados que estaban; se alejaban a pasos agigantados, hasta que los perdimos de vista.

—¿Eran esclavistas? —preguntó Throgar.

—Obvio… —contestó Isolde—. ¿Qué creías que eran? ¿Un circo?

—Hey, con respeto. —expresó Shader. —él sólo hizo una pregunta.

—¿Por qué te molestas tanto? Solamente le contesté y ya.

—No importa, de verdad, estoy acostumbrado a estas cosas.

—En este mundo también hay gente que la pasan mal, ¿He? Eso debería cambiar. Desde ese día que no escucho tu voz, ¿Qué ocurre? —no contestaba. —ya veo… Te has ido…

—Dejen de parlotear tonterías. —expresó Calista. —deben tener la mente concentrada en la mazmorra. No hagan que ese dinero se desperdicie.

—¿¡Con quién crees que hablas, imbécil!? —Isolde empuñó su mazo gigante—. ¿Cómo que parlotear? Repítelo.



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En el texto hay: magia, isekai

Editado: 26.10.2025

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