Había una vez una pequeña golondrina que salió del cascarón. Nació en un pequeño nido, y su mamá le traía comida. Amaba mucho a su mamá por el hogar que le había construido y por la deliciosa comida que le daba.
Pero un día, su mamá la tomó con el pico y voló a un lugar desconocido. Cuando la golondrina reaccionó, se dio cuenta de que estaba en otro nido. Era un nido de palomas. La pequeña golondrina empezó a llorar y gritó:
—¿Dónde está mi mamá? ¿Por qué estoy aquí?
Entonces, una paloma mayor le explicó que su madre, por naturaleza, la había abandonado y la había dejado en su nido. Ahora ella sería su nueva mamá.
En su nuevo hogar, la golondrina no solo encontró una nueva madre, sino también hermanos y hermanas. Juntos se sentaban, cantaban y crecían felices.
Con el tiempo, sus hermanos y hermanas palomas crecieron, salieron del nido y empezaron a volar por el cielo, sobre los árboles, los ríos y los campos. La pequeña golondrina sintió miedo y preguntó a su nueva mamá si ella también podía intentar volar como sus hermanos.
La paloma le dijo que ya era lo suficientemente grande y que estaba lista para su primer vuelo. Entonces, la pequeña golondrina, que ya había crecido, respiró profundamente, agitó sus alas y voló alto en el cielo.
A pesar de lo feliz que era, la golondrina seguía soñando con su verdadera mamá, aquella que la había dejado con la paloma. Su madre adoptiva entendió sus sentimientos y la dejó partir para buscarla.
Así que la pequeña golondrina voló y voló, siguiendo el llamado de su corazón. Durante tres días, buscó su antiguo nido hasta que finalmente lo encontró. Agitada y con el corazón latiendo rápido, batió sus alas con fuerza y entró en el nido. Allí vio a su madre, pero esta vez no estaba sola: tenía nuevos hijos, sus verdaderos hermanos y hermanas.
Con alegría, la pequeña golondrina fue recibida en su primera y verdadera familia. Desde entonces, canta junto a sus hermanos y hermanas y les enseña a volar.