A Margot no se le dio la oportunidad de preguntar cómo. Zazz sacó un casco de un enorme saco que estaba a su lado. Margot recién se dio cuenta que lo llevaba consigo. El casco era verde y metálico; tenía una antena en la punta de la cabeza, junto con un botón rojo; y un par de alas de ángel a los costados; el visor era negro y tenía varias luces de colores moviéndose como si tuvieran vida e independencia.
—¿Qué es eso?
—Si te lo respondiera no lo entenderías. Viene de una tierra muy lejana —se rio con malicia —. De una época muy lejana. ¿Qué te parece si te lo enseño?
Zazz le puso el casco.
—Prepárate para un gran viaje.
—¿Qué? —preguntó una confundida Margot.
Zazz presionó el botón rojo. Margot vio como su sala se convertía en un túnel lleno de colores giratorios. Era como entrar dentro de un arcoíris que no dejaba de girar en su propio eje.
El final del túnel la llevó a un lugar muy familiar. Una tierra baldía, adornada con cadáveres. De su gente y del enemigo. Escuchó un grito. Un hombre de armadura negra vino corriendo hacia ella. Margot tenía su ropa de civil.
Sacó su daga. Era demasiado tarde. El hombre la apuñaló en el pecho. Margot trató de luchar, solo hizo que la espada la penetrara más. Sus intestinos salieron de la herida en crecimiento.
Margot soltó la daga. Se desplomó. Lo último que vio antes de morir fueron los dientes sucios del enemigo formando una sonrisa victoriosa y sus ojos negros carentes de alma.
Margot se convirtió en un cadáver más.
El mundo se volvió negro y unas letras rojas abarcaron toda su visión: GAME OVER.
Zazz le quitó el casco. Margot respiraba agitadamente. Se revisó el estómago. Estaba intacto. La daga estaba en el suelo.
—¿Qué te pareció? Por favor dame tu más sincera opinión.
—Lo sentí. Lo sentí —Margot estaba recuperando el aliento —. Sentí como la espada entraba por mi estómago y salía por mi espalda; como mis órganos se escapaban y como me esforzaba por sobrevivir aún sabiendo que era una batalla perdida. Luego todo se volvió negro.
Margot sudaba. Sus ojos estaban abiertos de par en par. No podía ser más feliz, ni aunque lo intentase.
—Déjame intentarlo otra vez. No, espera, espera. Mejor espera a que me ponga la armadura y le daré su merecido.
Margot trataba de quitarle el casco, pero Zazz lo mantenía alejado de su alcance. Puso su mano en la cara de Margot; sus dedos eran largos y sus uñas, negras.
—Tranquila mujer. Esa era solo una prueba. Antes tenemos que hablar. Yo no he venido a regalarte este preciado artefacto.
—¿Cuánto quieres? Si es que hay algo que me sobra es el dinero. Solo dame una cifra y te la daré.
Zazz negó con la cabeza.
—No quiero dinero. Ya tengo muchas riquezas de dónde vengo. Quiero algo que sea más difícil de conseguir —una mueca malvada apareció en su cara —. Quiero un bebé muerto.
—¿Un bebé muerto? —Margot hizo una pedorreta exagerada —. Eso es casi tan común como el dinero. ¿No lees los periódicos? Mueren como cinco al día solo en esta ciudad.
—No me refiero a eso. Lo que quiero decir es que tienes que entregarme un bebé muerto.
—Entiendo —dijo Margot sin mucha inflexión en su voz. Durante de ver lo que vio durante la guerra nada le sorprendía —. ¿Eso quiere decir que tienes suficiente dinero, pero no tienes suficientes bebés muertos?
Zazz se dio una buena palmada en la cara.
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Editado: 04.08.2024