HELENA SE PUSO DE PIE DE un salto y se dirigió hacia el ruido justo cuando un gato blanco y negro volaba frente a ella. Se hizo a un lado para evitar pisar a la horrible criatura y se deslizó fuera del camino de piedra. Su impulso no la ayudó a recuperar el equilibrio y sintió que se caía.
De repente unos fuertes brazos la agarraron por detrás. Alguien la levantó y la rescató de lo que podría haber sido una caída dolorosa. Helena contuvo el aliento cuando sintió los músculos duros como rocas, un calor corporal increíble y el latido atronador de su propio corazón.
Quiera Dios que no la haya rescatado el patriarca Marshall. Giró la cabeza y respiró aliviada cuando vio al joven Marshall, Christian mirándola desde solo unos centímetros de distancia de su cara.
—Tu perrita parece estar en problemas otra vez. —dijo mientras la enderezaba. —Tiene un don para encontrarlo.
Helena se enderezó y se sacudió el vestido.
—Diría que, si todos estos gatos la acosan, no tiene otra opción que protegerse a sí misma.
Al recordar la presencia de su padre, tragó saliva.
—No es que los gatos no sean encantadores, —añadió en voz baja.
Christian alzó las cejas, pero no habló. Su padre parecía divertido. Se inclinó y recogió a una Venus ahora tranquila y silenciosa.
—Eres una alborotadora—dijo, mirando fijamente la carita de la perrita. —Tal vez necesites aprender tu lugar en el mundo.
Helena esperaba que ese lugar no implicara una jaula.
—Viaja conmigo a todas partes. Está un poco mimada.
—Ya veo. —Dejó a Venus en el suelo y le dio unas palmaditas en la cabeza. —Me gustaría que tú y tu hermano nos acompañaran a cenar esta noche. —Se enderezó. —Si puedes soportar dejar a la pequeña en tu habitación.
¿Cenar con todo el Clan Marshall? ¿Cuántas veces le pasó eso a una chica como ella?
—Absolutamente —Analizando mentalmente en su guardarropa. —¿Formal o Informal?
—Será solo familia. —dijo este.
Respuesta que desafortunadamente no respondió a su pregunta, pero la hizo preguntarse si el siempre guapo Christian Marshall estaría allí.
—¿Querrías informar a tu hermano?
Helena pensó en la reacción de Adrián ante la cena con un cliente millonario. A él no le divertiría.
—Dejaré esa parte para usted, señor Marshall—dijo, sabiendo que ni su hermano se atrevería a perder los estribos con el patriarca. —Estará encantado.
La boca de Christian se torció, lo que hizo que ella se preguntara si él sabía lo que estaba pensando. No, no era posible, se dijo a sí misma. A los hombres como él no les importaban los cerebros o los pensamientos, ellos querían... Hizo una pausa al darse cuenta de que no sabía lo que los hombres como él querían de las mujeres. Pero como no era ni una supermodelo ni la heredera de una fortuna de champán, era poco probable que se enterara de ello.
—A las ocho —dijo el patriarca.
—Allí estaremos. —Se inclinó y recogió a Venus, luego regresó a su habitación. Si iba a cenar con ellos, necesitaría un cabello mucho más grande.
CHRISTIAN TERMINÓ DE ANUDARSE la corbata y se volvió para buscar su chaqueta. Mientras la recogía, revisó la tela en busca de pelos de gato.
—Prueba esto, dijo su hermano, Aydem, y le arrojó un rollo de deslindar.
—Gracias.
Christian se puso a trabajar en su chaqueta mientras Aydem descansaba en el sofá recién cepillado.
—¿De verdad tiene perro? —preguntó su hermano.
—Es más una rata con pelo. —Y pensó que Helena parecía tener afinidad por los roedores, pensó al recordar la tragedia del ratoncito Mistty.
—¿Y que ella te desbancó en el circuito?
Christian se encogió de hombros se colocó la chaqueta y dirigió su atención a su hermano.
—No literalmente.
—Ya veo eso, Aydem sonrió. —No puedo, espera a conocerla.
—Ella es... inesperada.
—Suena interesante.
Editado: 07.01.2023