Capítulo Veintiocho

HELENA SE ESCONDIÓ EN EL AEROPUERTO durante otra hora, pero sabía que no podía quedarse allí para siempre. No, a menos que planeara mudarse de regreso, Pero esa opción la hizo pensar... ¿Estaba dispuesta a dejar el baño perfecto porque tenía el corazón roto? Rápidamente decidió que las duchas solo aumentarían su dolor, por lo que era mejor estar en el castillo y sufrir, y no hacerlo en una caravana y odiar la vida. Una vez de vuelta en el palacio, se encontró con que su trineo no la mantendría en la habitación, así que recogió a Venus y se apresuró hacia el jardín. Tal vez estar afuera en algo hermoso aliviaría su espíritu.

—No esperaba recuperarme en quince segundos—le dijo a Venus mientras él la dejaba en el camino. —Pero agradecería poder respirar sin dolores punzantes en el pecho.                                       

Venus le dirigió una rápida mirada simpática antes de salir corriendo a ver los pantalones y los arbustos cercanos. Helena se hundió en un banco de piedra y contempló sus opciones. Podría irse. Con contrato o sin contrato, ella podría simplemente irse del trabajo. Tan pronto como se formó el pensamiento, lo descartó. Ella no se escaparía y no renunciaría. Lo que la dejó en la posición única de tener que ver regularmente al hombre que la lastimó. ¿Podría hacerlo? murmuró, Claro que puedo hacerlo, el truco será hacerlo bien.

Palpó las heridas abiertas para medir su profundidad. ¿Cuánto tiempo pasaría hasta que se recuperase? ¿Cuánto tiempo hasta que pudiera mirar hacia atrás y saber que había sido una lección importante para aprender? Por lo menos, el sexo había sido fabuloso. Se había dado cuenta de que tenía el tipo de cuerpo que respondía realmente bien al tipo correcto de contacto.                                                         

Tal vez dejaría de pensar en Christian y comenzaría en buscar a quién podría reemplazarlo. ¿Tomar otro amante la haría sentir mejor? No estaba segura de la respuesta a la pregunta. Solo necesitaría un poco de tiempo y distancia antes de buscar a otro amante. Eso estaba bien. Tiempo era lo que más tenia. 

Venus pasó trotando de camino a otro árbol donde estaba prevista una larga sesión de olfateo. Helena la observó, luego se puso rígida cuando escuchó pasos en el camino. Su corazón se aceleró, luego se desaceleró cuando se dio cuenta de que no pertenecían a Christian. Qué horrible, pensó, que su mundo se hubiera reducido a él o no a él. Era curioso cómo verse y sentirse involucrada y ahora tenía que trabajar para olvidarlo.

                                                                          ***

WALDO FREDIIE MARSHALL, su padre, dobló la esquina del camino y se acercó a ella. Helena sabía que huir no era una opción, así que se preparó para la interrupción y se puso de pie.                                 

—Por favor—dijo mientras le hacía señas para que volviera a su asiento —¿Te importa un poco de compañía?                                                                                   

—Claro que no, señor Marshall.                                                                                           

Se sentó junto a ella y le tomó la mano.                                                                                 

—Admito que pasar tiempo con una joven tan hermosa me alegra el día.                               

Helena hizo todo lo posible por sonreír.                                                                               

—Si bien aprecio el cumplido, estás en una posición de gran poder. ¿No significa eso que puede conseguir a las mujeres jóvenes que quieres?                                     

El levantó los ojos.                                                                                                                   

—Tienes razón. Me había olvidado. Me ocuparé de adquirir la mayor cantidad posible esta misma tarde.

La sonrisa de ella se volvió genuina.                                                                                         

—Eso sería una interesante lista de tareas pendientes.                                                                

—Estoy de acuerdo. Mi personal no sabría lo que me habría pasado. —Le dio unas palmaditas en la mano, luego la volvió a levantar. —Háblame del entrenamiento, ¿va bien?                                       

—Sí. Tiene excelentes pilotos en el programa.                                                                                       

Ninguno mejor que Christian, pero no iba a hablar de él si podía evitarlo.                                     

—Estamos tomando sus fortalezas individuales y deshuesándolos, mientras apuntalamos las debilidades. Al mismo tiempo, estamos trabajando para convertirlos en un equipo. Le puedo asegurar que su prototipo junto con el equipo, definitivamente el éxito está en camino.                                          

—Eso es bueno de escuchar—suspiró él. —Los tiempos cambian. La ambición y los sueños de los Marshall se hacen realidad una vez más. Pero debo estar de acuerdo en algo. De que debemos mantenernos con los tiempos, como dicen. Avanzar. Invertir en nuestro futuro.                                                                 

—¿Eso es Diana? —preguntó antes de poder detenerse. ¿Una inversión en el futuro?                

Helena mantuvo su mirada en Venus en vez de en él, pero sintió que él la estudiaba.                           

—Estoy mayor—dijo—.¿Es tan malo para mí ver a todos mis hijos casados y con sus propias familias y ver a mis nietos alegrarme los días?                                              

—En absoluto. Y le deseo muchos.                                                                                   

Él le palmeó la rodilla.