La Perla I: Por deber

Capítulo 3

Damon Moore conocía a Jennifer desde niña, habían sido amigos en la escuela de La Perla. Algunos podrían decir que fue él quien defendió a la niña, pero las cosas habían sido al revés. Fue Jen quien se agarró a golpes con los chiquillos que molestaban a su débil amiguito, y jaló luego las trenzas de las señoritas ridículas que se burlaban de él porque era muy delgado. Siempre fue un niño flaco y hasta enfermizo, tímido y solitario; fue hasta que conoció a Jen que las cosas cambiaron y tuvo a su primera y única amiga de todo el pueblo. Él era unos años mayor que ella, ya que por culpa de una enfermedad de la infancia llevaba años de escuela atrasada. 

Era un espectáculo extraño, una pequeña niña defendiendo a un grandulón delgaducho. Ella era una "pequeña bestia", como le decía él de broma, siempre brusca al jugar y muy peleona, pero Damon sabía que detrás de esa fierecilla estaba una chica muy sensible, tierna y brillante. Cuando sucedió lo de su padre él lo lamentó mucho, Jennifer tenía quince años cuando eso pasó y jamás la había visto tan destrozada, o mejor dicho, jamás imaginó que su fuerte amiga cayera en tal desolación y tristeza, no era ni la sombra de lo que alguna vez fue.

Habían cambiado muchas cosas desde entonces, él se había ido a estudiar leyes a la gran ciudad y había regresado con muchas ganas de cambiar las cosas en La Perla. Tenía clientes dentro y fuera del pueblo, le iba algo bien, pero pasaría mucho tiempo hasta que dejen de decirle "el joven nuevo abogado". Era un chico de buena familia, la vida de ciudad le había sentado bien y se había hecho muy apuesto, fuerte y comunicativo. Se decía que después de Morgan era el partido más codiciado en La Perla. 

Si, las cosas habían cambiado mucho y los papales se habían invertido entre él y Jennifer. Ahora ella era la dama en desgracia que necesitaba de él para defenderla de las abusivas autoridades y de los hacendados aprovechados, quien la socorría en momentos como ese, llevándola entre sus brazos al médico. Inocente de ella, lo había perdido todo y él lo único que podía hacer era trabajar con el comisario Pangbord para probar que ninguna de las deudas del señor Deschain fueron reales, que fue todo un engaño para robarle y que quizá no murió por un accidente sino que fue asesinado.

—¿Va a estar bien, doctor? —le preguntó Damon al hombre.

—Si, solo necesita un poco de descanso y alimentarse mejor. No está comiendo bien, señorita —la reprendió el médico.

—Lo sé —murmuró ella con gesto culpable—, no tengo cabeza para eso.

—¡Oh me imagino! A las señoritas la boda siempre las pone nerviosas.— El médico se dio la vuelta para guardar sus instrumentos, Jennifer puso mala cara—. Tengo un preparado que le hará maravillas, déjeme ir por él. Por cierto, ¿no desea que informe a su prometido? Al señor Morgan no le va a gustar no enterarse que su novia se siente mal.

—No, no... déjelo así, yo le informaré —pidió Damon, el médico asintió y salió un momento—. No llamaré a nadie, descuida —le dijo a su amiga apenas estuvieron a solas.

—Más te vale. ¿Oyes lo que dicen? Me tratan como si ya fuera de su propiedad. Es lo que él quiere, debe estar contento.

—Oye Jen, en serio quiero ayudarte con eso pero...

—Ya sé, Damon, olvídalo. Lo intentaste, con eso me basta. 

—Ahora tienes que prometerme que por favor vas a dejar esta tontería de no comer.

—Prefiero no comer nada que aceptar las condolencias que Joseph me regala.

—Jennifer deja ya eso, vas a casarte con ese hombre. Sé que es insoportable, que no te merece. Sé que no es la vida que querías, pero esta actitud no te va a llevar a nada.

—Lo mismo dice tía Cordelia —respondió tristemente. O resignada. Sí, eso le pegaba mejor—, que de nada vale ya que proteste y le grite sus verdades a ese hombre, al final seré su mujer.

—Al menos intenta no discutir todo el tiempo. No es la vida que quieres claro, pero es mejor que nada.

—Damon, aunque no lo creas yo quería ser una dama normal. Nunca soñé con aventuras y grandezas lejos de mi alcance. Siempre quise seguir viviendo en mi hacienda con papá, esperar que sea el momento y casarme con el hombre que él escogiera para mí, encargarme de mi hacienda, de la suya. Tener hijos, darle nietos lindos a papá, enamorarme de ese hombre... en fin, de verdad eso era lo que quería. Solo que las cosas no salieron exactamente así.




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