La Perla I: Por deber

Capítulo 13

—Esto no es justo —le dijo Santos en ese momento. La música sonaba suavemente y ella bailaba con Damon—. Apenas si he saludado a Jennifer, ese desgraciado de Morgan la tiene peor que perrito faldero.

—Es su prometido.

—Si, pero no es para tanto. No quiero imaginar como será todo cuando sea su esposa.

—Esperemos que no peor de lo que ya es.— Santos asintió. Con Damon le pasaba casi lo mismo que con Jennifer. Lo conocía de toda la vida, y aunque no eran los mejores amigos, se llevaban bien y la joven disfrutaba conversar con él, siempre era muy educado y agradable. 

Damon le dio un giro, estaba algo distraído y lo notaba, Santos estaba segura que pensaba en alguien, quizá alguna mujer. Discretamente miró a un lado, su padre se veía muy contento de verlos bailar juntos. Aunque jugaba al ajedrez con Cuthbert Allgood y hasta permitiera que pase tiempo en casa sabiendo que su hija estaba ahí, no era que el señor Jonas se hubiera mostrado entusiasta por algún tipo de pretensión que tuviera Bert con ella. 

En cambio desde que Damon había llegado al pueblo no hacía otra cosa que invitarlo al té, hasta había dejado casi de lado a su abogado de siempre y ahora consultaba todo con Damon. Decía que era para darle una oportunidad al muchacho que recién empezaba, pero Santos sabía que no era cierto. Su padre estaba interesado en que Damon sea su pretendiente, y de verdad le alegraba que Damon ni siquiera se hubiera dado cuenta de eso y que la siguiera tratando con la misma naturalidad de siempre.

Quien no estaba para nada contento era Cuthbert, si bien había bailado unas piezas al iniciar la fiesta con Santos ahora la veía muy a gusto con Damon. También se había dado cuenta que el viejo Jonas aprobaba y alentaba alguna relación que esos dos pudieran tener. Y también sabía que Damon tenía un amorío con la chica del burdel, pero eso no le impedía sentir celos. Esa noche además de bailar con Santos tenía una misión, por así decirlo. Orlando le había comentado sobre su plan para bailar con Jennifer a escondidas y le pidió que lo ayudara con las señales. Así que a la hora acordado fingió que se despedía de él, vio sorprendido como el comisario Pangbord se prestaba para el plan echando bebida al vestido de a Deschain para que la chica pueda desaparecer.

Bien, en unos minutos tendría que dar la señal para que los músicos toquen los temas de Susan Deschain. Le alegraba que Orlando pueda disfrutar de ese momento con la chica que quería, y pensó que quizá él también debería disfrutarlo. Así que luego de dar la señal se acercó rápidamente a Santos, quien aún bailaba con Damon, y decidió que era su turno.

—Buenas noches, ¿me permite una pieza con la señorita?

—Desde luego, ha sido un gusto, Santos —dijo apartándose. Claramente Damon no estaba interesado en la muchacha, Cuthbert sabía que debía de estar con la cabeza en su amada prisionera tras las paredes del burdel.

—El gusto fue mío, Damon.— El abogado se fue y los dos quedaron ahí—. No me ha preguntado si quiero bailar. Estoy muy cansada, señor Allgood.

—Pues hace un minuto no parecía.— Santos sonrió discretamente, así que Bert estaba celoso. Interesante.

—Pero es la verdad.— Los músicos empezaron entonces con las primeras notas de "Callejón de un solo caño" y el coro de sorpresa que Orlando y Jennifer escucharon se hizo presente. Santos hasta se llevó sorprendida las manos a la boca y sonrió—. Quizá no me haría mal una pieza más —le dio la mano a Cuthbert y empezó el baile. 

Y también el mismo problema que tuvo Orlando con Jennifer lo pasó él, solo que incluyó uno que otro pisotón y por poco se resbalan, haciendo que Santos riera a más no poder por ese casi accidente. Él estaba un poco avergonzado pero finalmente también rió, la situación era divertida después de todo. Luego bailaron lento "Caballo de paso", en esta ocasión Santos no hizo ningún comentario. Bailó en silencio, pero sonreía. Le parecía que también evocaba viejos tiempos al escuchar esa canción. 

Era cierto, para Santos las canciones de Susan Deschain también le recordaban mucho a su madre. Sabía que habían sido buenas amigas y que incluso Susan le compuso una canción a su madre. Recordaba su tristeza en el entierro de Susan y recordaba también que a veces su madre le cantó "Caballo de paso" simplemente porque le gustaba mucho. Era una canción especial para ella y también disfrutó mucho bailarla con Cuthbert.

—Gracias —le dijo ella con voz suave y mirándolo a los ojos—, ha sido hermoso.

—No tienes que agradecer, Santos.




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