La Perla I: Por deber

Capítulo 33

No había dejado de pensar en todos esos días, y aún así no logró tomar una decisión. Aquella tarde Orlando le dejó claro que si no revelaban la verdad pronto Joseph los iba a descubrir, y Jennifer sabía que era cierto. Era consciente que su relación con Orlando pendía de un hilo y que si no hacía algo pronto quizá las cosas terminen muy mal. "Va a terminar muy mal, ni siquiera debimos empezar esto. Tú sabías en que te estaban metiendo, sabías que no podía ser", se decía constantemente. 

No pudo dormir durante varios días pensando en aquello. Ya era demasiado tarde para arrepentirse, dejó que las cosas llegaran a ese punto. Ambos dejaron que pasara, era responsabilidad de los dos. Orlando aceptó tener una relación con una mujer comprometida y ella aceptó sabiendo que nunca podrían estar juntos, que aquello estaba mal y que iba a casarse. Había un contrato y una palabra que cumplir.

Solo que las palabras parecían vacías ahora, ni siquiera tenían sentido. ¿Qué era su promesa de matrimonio comparada con el amor que sentía por Orlando? ¿Qué era un papel lleno de firmas? ¿Qué eran los juramentos? La habían criado con esos principios, que la palabra dada se tiene que respetar a toda costa, que un juramento era lo más importante que puede dar una persona y por eso mismo no debe romperse jamás. Ni la muerte ni la traición deben romper un juramento y una promesa, eso era para siempre. Así pensaban todos los Deschain, así vivían su día a día. Honor, justicia, palabra. Y ella había vivido siempre así, respetando aquellos pensamientos, viendo como su familia entera los aplicaba en la vida. Desde el mayor hasta los más pequeños.

Su padre Roland había sido muestra de aquello. No había nadie que admirara en el mundo más que él, un ejemplo de honor, alguien que siempre cumplió su palabra. Si su padre, el honorable Roland Deschain, había dado su palabra y su hija se tenía que casar con Joseph Morgan, pues entonces así tenía que ser. No se podía romper un juramento, decían los Deschain, y menos un juramento hecho por el honorable Roland. Solo que, cielos, ahora no estaba segura. Ya ni siquiera estaba segura que su padre haya sido aquel hombre intachable que siempre admiró. 

Porque había cometido errores, y claro que todos cometemos errores muchas veces en nuestra vida. Pero su padre había hecho cosas por amor que no imaginó un Deschain sería capaz de hacer, cosas que acababa de enterase y no podía dejar de pensar en eso. "Tú no eres nadie para criticar a papá, tú engañas también, amas a un hombre que no es tu prometido", pensaba confundida.

Fue tía Cordelia quien hizo la revelación, aunque claro que lo hizo de una manera muy maliciosa y ni por un minuto pensando en orientarla. Era solo como si quisiera lanzar mierda contra su hermano, dejarle claro que siempre lo detesto y que a ella la detestaba incluso más que a él. Fue una tarde mientras cocinaba. 

Jennifer preparaba un estofado para la cena, su tía acababa de llegar hace poco y hablaba de una visita que hizo a una señora del pueblo, la mujer en cuestión tenía una hija comprometida con un tipo, y la hermana del tipo por poco se fuga con un noviecillo. A Jennifer muy poco le importaba la historia de aquellos dos, que por cierto era gente de su edad y a quienes conocía, pero suficiente tenía con sus problemas como para escuchar problemas ajenos y contados en forma de chisme malicioso por su tía.

—Eso pasa por la crianza, no es que quiera decir cosas malas de esa familia, pero la verdad no tienen principios. Por eso este pueblo está como está, la gente hace lo que quiere. Se ha perdido la moral.

—Claro, tía —dijo distraídamente mientras removía la comida. Lo único que quería era que se calle.

—Tú eres una joven sensata —le dijo con una sonrisa. Más parecía que se estuviera burlando—, jamás se te ocurriría una estupidez como esa.

—Ningún Deschain sería capaz de hacer algo así.— Fue en ese momento que tía Cordelia soltó una carcajada. Jennifer la miró de lado, no entendía el motivo de esa risa.

—¿Qué sabes tú lo que haría o no haría un Deschain? No eres más que una chiquilla orgullosa que no tiene siquiera idea de su origen.

—No entiendo qué quieres decir tía, explícate.

—Dime una cosa —dijo burlona—, ¿en verdad crees que el matrimonio de tus padres fue algo hermoso y planificado? ¡Si los casó un cura ebrio!— Y al terminar de decir aquello volvió a reír. Jennifer la miraba sin entender, era como si su tía hubiera enloquecido de pronto.

—Mis padres se casaron en la iglesia principal de La Perla —dijo ella muy seria—. Los casó el reverendo Patrick, eso todo el mundo lo sabe.




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