La Perla I: Por deber

Capítulo 38

Fueron dos largos días de camino hasta Mejis. Orlando sabía que aquel lugar estaba lejos y con el problema del ferrocarril no había forma de conectar a La Perla con ese poblado, la única manera era hacer el camino tradicional. El día que salieron cabalgaron hasta tarde cuando llegaron a Bingham, ahí encontraron una posada donde descansar bien y partieron a primera hora de la mañana. Jennifer y su tía durmieron en la misma habitación, no había esperado tener más contacto con ella considerando las circunstancias. No solo era el hecho de que Jennifer estaba muy triste por todo, era también que la tía Cordelia no les quitaba los ojos de encima y eso era francamente incómodo. Apenas si cenaron juntos los tres, pero nada más, no quería tener que aguantar a esa mujer y su hostilidad.

Cuando al fin llegaron a Mejis las cosas no mejoraron mucho. En el poblado la familia Deschain era de las más apreciadas y parecía que todos estuvieran de luto con la noticia. Fueron de inmediato a la hacienda de Robert, en extensión Orlando calculó que tendría casi lo mismo que "La Esmeralda". El lugar estaba lleno de gente, no solo de la familia, sino de los trabajadores y amigos. O esperaba que en verdad sean todos amigos, después de todo la miseria de otros siempre atrae a la gente. Jennifer se mostró presurosa en llegar donde su tía Amanda. Saludó con un abrazo a sus demás familiares, tíos a quienes Orlando ya conocía de cuando fueron a visitarlo convaleciente. Así que Jen entró a la habitación de Amanda y no salió de ahí en una hora o más. Tía Cordelia desapareció para su agrado y él se quedó conversando con los Deschain.

Aparte de darle las gracias por acompañar y cuidar a su sobrina durante el camino, le contaron un poco más de lo sucedido. Robert debía de llegar a la mañana siguiente con el cuerpo de su hijo, ya que se había demorado un poco más por cuestión de papeleo. Además le contaron que William no solo había evitado que roben el dinero del banco, sino que por su valentía salvó de morir a muchas personas. Aunque eso bien podía ser un motivo de orgullo y consuelo notaba en sus rostros que tener un héroe en la familia no les hacía nada de gracia. 

Cuando al fin Amanda y Jennifer salieron de la habitación notó los ojos rojos de su amada guerrera, era bastante obvio que había estado llorando y consolando a su tía. Ver a Amanda era otra cosa, era la tristeza misma. Parecía que le dieron un té calmante muy fuerte pues lucía algo ida, como en otro mundo. "Quizá es mejor así, a veces es mejor no despertar porque la realidad es peor que una pesadilla", pensó cuando se acercó a ella a darle el pésame. Lucía nerviosa y parecía que iba a derrumbarse en cualquier momento, inocente de ella.

Al llegar la noche fue que llegaron a Mejis más gente de La Perla. Aparecieron primero Stuart, Damon y Elena, más tarde casi a la medianoche llegaron Bert, Santos y el señor Jonas. Le sorprendió demasiado la presencia del padre de la novia ahí, ya que según pensaba Orlando ese hombre debía de estar queriendo matar a su yerno en lugar de emprender un viaje de dos días con él. Y ya que la actividad en la hacienda seguía como si fuese muy temprano, el señor Jonas, Stuart y Damon se reunieron con los tíos de Jen, mientras que ella, Santos y Elena se iban para otro lado. Así que los dos amigos aprovecharon para escabullirse y hablar un poco, parecía que a Bert le urgía su compañía, desde que llegó se veía muy extraño.

—Tienes una cara de mierda que no corresponde al feliz recién casado que deberías ser —le dijo una vez estuvieron solos y caminando por el campo. Bert tenía las manos en los bolsillos y suspiró sonoramente.

—Si, era un recién casado feliz hasta que llegamos a La Perla. Luego Santos quiso ver a su padre y partir con él de inmediato para acá.

—¿Y qué fue lo que sucedió?

—Lo que era de suponerse. Perdonó a su hija por su arrebato, después de todo es joven y está enamorada.

—Oh entiendo, el culpable eres tú entonces.

—El canalla que la sedujo a espaldas de su padre y la convenció de tan terrible acto que avergonzó a dos familias.

—Bueno, creo que eso se le va a pasar. Damon ha venido con Elena y no quedan dudas de que son pareja.

—Si, supongo que de eso se dará cuenta luego.

—Y entonces empezaste mal con papi suegro.— Cuthbert asintió y luego soltó una carcajada.

—No sé para qué me sorprendo si ya sabía que esto iba a pasar. Ha estado jodiendo todo el camino. Dijo que iba a evaluar si era digno de su hija, cosa que no debería importar mucho ya que estamos casados y eso no puede romperse.

—Ajá, hasta ahí todo bien.




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