La Perla I: Por deber

Capítulo 44

Ya deberían estar de vuelta. Hace días recibió una carta de Orlando diciéndole la fecha de su retorno a La Perla junto con Jennifer, y si los plazos se habían cumplido tal como su amigo indicó, hace más de una semana que debían de estar en el pueblo. No lo comentó con Santos, no quería preocuparla. Quizá se habían vuelto a retrasar a causa de los caminos, solo podía ser eso. Aún así Cuthbert no podía dejar de pensar que algo malo había sucedido. Puede que sea su intuición, o quizá era porque se había acostumbrado a pensar lo peor de la vida e imaginar los peores escenarios. Era mejor esperar que las cosas vayan mal, así al menos de alguna forma estaría precavido y listo para actuar.

Por la noche de uno de esos días citó a dos de sus hombres, no los que trabajaban en la hacienda, sino de los "otros". Hablaron a las afueras de la hacienda y les dio las indicaciones. Orlando llevaba desaparecido hace varios días, quizá era mejor que vayan camino a Mejis y pregunten discretamente. Estaba acompañado por Jennifer Deschain, muchos la conocían así que por ese lado no habría problemas. Su deber era regresar junto con Orlando y Jennifer a La Perla, de lo contrario que ni se aparezcan. Ellos asintieron tranquilos, ese parecía ser un trabajo de rutina. Lo importante ahí era la discreción, eso sí les pidió. Partirían a la mañana siguiente, Cuthbert solo esperaba tener noticias de ellos pronto.

La presencia de Orlando y Jennifer era lo único que faltaba para que todo sea perfecto. Sabía que Santos la extrañaba mucho, y él también de alguna forma necesitaba la compañía su amigo. En la hacienda todo iba de maravilla con Santos, a pesar de los chismes que se reavivaron con eso del matrimonio de Damon y Elena. Hasta el viejo Jonas había dejado de molestar, casi siempre lo miraba serio pero parecía ya haberlo aceptado. Su vida con Santos era increíble, ella era una mujer maravillosa. Quizá era como decían, los primeros meses del matrimonio siempre son magníficos, pero luego empiezan los problemas.

Y él por nada del mundo quería que los problemas empiecen, haría todo lo necesario por impedirlos. Si, era cierto que Santos tenía que saber acerca de su pasado, pero no ahora. No justo cuando empezaban su matrimonio y eran tan felices. ¿Cómo en medio de tanta alegría le iba a ir con esa noticia? No se veía contándole la verdad del origen de su fortuna, de como él y Orlando pasaron años en una vida bastante cuestionable. Sabía que Orlando le contó todo a Jennifer y después de un pequeño escándalo ella lo escuchó y comprendió. La diferencia era que Jen no estaba casada con Orlando, Santos sí. ¿Cómo reaccionaría la mujer que tanto amaba con la verdad? ¿Lo odiaría acaso?

Si se lo iba a contar, eso era seguro. Pero ahora no, ojalá nunca.

 

****************

 

El puente estaba ya terminado, las obras concluyeron esa misma tarde, pero por obvias razones no podían partir de inmediato, se irían al amanecer. La cena de despedida con los Sterne fue bastante agradable. Jennifer hasta casi llora, se había encariñado con la pequeña Jane, y los chicos Austin y Laurie dijeron que pedirían permiso a papá para ir a La Perla a visitarlos, morían por conocer las tierras del señor Blanchard. La familia Sterne era encantadora, los dos iban a extrañarlos y prometieron visitarlos nuevamente durante el año. 

Para ese entonces Orlando y Jennifer esperaban ya estar casados y ser formalmente los señores Blanchard, así que no habría nada que temer. Cenaron, bebieron. Pero dijeron no poder quedarse despiertos hasta tarde, querían estar bien descansados para poder emprender el viaje nuevamente, aunque lo que en realidad querían era pasar bien esa última noche a solas. Para el resto del camino iba a ser difícil fingir que eran un matrimonio.

Al llegar a la habitación no perdieron el tiempo. Apagaron las velas, se quitaron la ropa despacio. No del todo, hasta el momento Orlando no la había visto totalmente desnuda y ella a él tampoco. Esos días de prueba habían ido de maravilla. Siempre despacio, con cuidado, pero todo muy placentero. Orlando hasta podía afirmar que Jennifer estaba lista para hacerlo, solo era cuestión de dar ese paso. Lo notaba, esa semana ella se había esforzado, controló bien sus nervios en la cama, y si sentía algún temor lo apartaba despacio y con una sonrisa para volver a intentarlo con más calma. 

Eso lo hacía muy feliz, a pesar de todo ella luchaba con el miedo y el dolor que le dejó Steve solo para entregarse a él porque lo amaba. Confiaba en él, se dejaba guiar, dormía a su lado, con la cabeza apoyada en su pecho, buscando siempre su abrazo. Y esa noche era la última, luego tendrían que volver a la discreción y a verse a escondidas.

Ya lo había hecho antes. La besaba mientras apretaba sus senos despacio, a ella le gustaba así, todo muy lento y suave. Él sabía por qué, lo que le hizo Steve fue muy violento y no quería sentir nada parecido, nada que le recordara a ese miserable. Luego se decidió probar lo más difícil, al menos desde su punto de vista. Lo hicieron también hace dos noches y aunque a la primera Jennifer lo apartó de inmediato después de otros intentos todo fue mejorando. Soltó un gemido despacio, amortiguado por sus besos, cuando sus dedos llegaron ahí. Muy lento acariciaba su intimidad, y poco a poco de una manera casi imperceptible llegó a hacerlo tan rápido como pudo. Ya no tenía miedo. 




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