Estaba nerviosa por supuesto. Cuando empezó toda la pesadilla de su vida no imaginó por un momento que podría escapar, y que si lograba hacerlo podría amar nuevamente. La noche en que murieron sus padres pudo haber sido la más terrible de su vida, pero el verdadero horror llegó muchos días después, cuando sin darse cuenta le dio a Steve la confianza que jamás debió.
Damon siempre le decía que no tenía por qué culparse de aquello, fue el desgraciado ese quien abusó de ella, quien se aprovechó de su desgracia y debilidad. Claro que aquello era cierto, Elena sabía que era solo una víctima de aquel miserable. Y aún así se preguntaba cientos de veces si quizá ella pudo haberlo evitado, que si desde un principio hubiera estado atenta y no dejaba que Steve se metiera en su casa, si siquiera lo hubiera detenido a la primera insinuación, si quizá....
¿Será que en verdad hubo alguna vez forma de evitar todo aquello? Puede que si, y era ese quizá lo que siempre la iba a torturar. Era una víctima de violación, y lo más triste de todo era que nunca podría olvidar ese quizá y esa culpa de no haber podido evitarlo. No conforme con el trauma de lo sucedido tendría que cargar injustamente esa culpa por el resto de sus días. También se preguntaba si en verdad no tuvo alternativa cuando llegó al burdel de Madame Neville, si quizá debió preguntar antes, si considerando que por pasarse de confianza ya le había sucedido una desgracia debió desconfiar de las verdaderas intenciones de esa mujer. Todo había sido una cadena de desgracia tras otra, en parte culpa de la maldad de la gente que la rodeó en su desgracia, y en parte también por su estupidez de confiar tanto.
"¿Pero qué podías hacer tú? No sabías nada de la vida, no sabías de la maldad de la gente hasta que te hicieron daño. No podías defenderte si no sabías hasta qué punto puede llegar la gente cuando quiere aprovecharse y lastimar", se dijo aquella mañana mientras terminaba de arreglarse. Sonrió, Elena se sentía bonita esa mañana. Hace mucho que no se sentía así, en realidad solo Damon lograba hacerla sentir bella, los demás hombres que habían abusado y pagado por ella lograron hacerla sentir como un objeto. La pesadilla había acabado hace varias semanas y ella aún no lograba aceptar del todo la idea que se iba a casar con el amor de su vida, que era libre y que estaría empezando una nueva historia a su lado. Todo aquello parecía en verdad cosa de sueño.
Claro que le daba tristeza salir de su pueblo querido, pero Damon tenía razón en eso de que jamás serían aceptados por la gente de La Perla, que a ellos no les importaba su inocencia en toda la historia. Era como si simplemente ignoraran y pasaron por alto que si llegó a un burdel donde prácticamente la tenía prisionera fue primero por el abuso de Steve, segundo por la indiferencia de todos ellos. Y quizá no debería pensar en esas cosas tan malas estando a minutos de casarse, pero no podía evitarlo. Era difícil borrar ese pasado tan duro, pero se prometió que simplemente iba a ignorarlo una vez se casara y partiera a su nuevo hogar. Tenía que ser feliz, y no solo eso, tenía que hacer feliz a Damon. Su amor, el que la sacó no solo de la tristeza y de las tinieblas, sino que le dio esperanzas, que sacrificó su reputación y herencia por ella.
Una vez terminaron de arreglarla salió hacia donde se suponía estaba la carroza que la llevaría a la iglesia. El poblado que escogieron para la boda no estaba muy lejos de La Perla y tampoco era un lugar tan grande. El cura estaba dispuesto a casarlos, y además encontraron un bonito lugar donde tener una recepción y fiesta, aunque sea algo íntimo. Muy íntimo en realidad, los amigos de Damon en su mayoría dejaron de hablarle cuando se supo con quién iba a casarse, puede que por prohibición de sus madres y esposas.
Los padres de Damon también se habían negado a "asistir a esa locura". Solo estarían Jen, Santos, Cuthbert, Orlando, algunas personas del servicio en sus haciendas, los ayudantes de Damon en su estudio, y curiosamente algunas de sus ex compañeras del burdel. No todas las que estaban ahí eran unas arpías claro, algunas de ellas siempre la ayudaron, le enseñaron mucho y la cuidaron. No necesitaban más.
—¿Lista, Elena?— Por supuesto, no tenía padre que la escoltara hasta el altar, pero el comisario se había ofrecido. Algunos de los chicos de la comisaría que tenían libre ese día estarían presentes en la boda también.
—Un poco nerviosa —le dijo tomando su brazo y avanzando con él hasta la carroza.
—No te preocupes, no te dejaré resbalar. Me parece que no está de más decir lo feliz que me hace que hayas logrado salir de ese burdel y que vayas a casarte con Damon. Me alegra mucho por ustedes, ambos merecen ser felices.
—Oh comisario, muchas gracias.
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Editado: 08.01.2020