La Perla I: Por deber

Capítulo 54

Chicago, 4 años antes

Luego de las terribles novedades que le llevó Cuthbert hizo todo lo posible por serenarse. Lo más probable era que toda la casa McKitrick esté rodeada de policías y que si siquiera se acercaba terminaría siendo arrestado y finalmente nunca llegaría a hablar con Amelie. Lo mejor era esconderse con Bert al menos unos días esperando que todo se calme para volver. Ya tenían a otro de sus hombres vigilando los apartamentos donde habían vivido todos esos meses y los contactaría en caso pasará algo extraño. 

Fueron a un piso de una casa pequeña al otro lado de la ciudad, un sitio discreto justo a la salida de Chicago que habían escogido como refugio en caso alguien los reconociera y necesitaran donde esconderse antes de huir. Lo que si les quedaba claro era que iban a tener que irse de Chicago apenas tuvieran la oportunidad. El padre de Amelie era uno de los hombres más influyentes de la ciudad, con amigos y contactos en todos lados, si ponía un poco de esfuerzo no le iba a costar mucho capturarlos.

Así que el plan era quedarse ahí aunque sea un par de días y esperar a que las aguas se calmen. Apenas vieran la oportunidad intentarían contactar con Amelie, y por supuesto que el plan de sacarla de esa casa donde vivía con la demente de Charice seguiría en pie. Y ese par de días fueron un verdadero tormento en realidad, saber que Amelie estaba sufriendo por su causa y odiándolo no lo dejaba tranquilo. Hasta escribió una carta donde le contaba toda la verdad sobre Charice y él, sobre la amenaza de esta y lo que pasó verdaderamente ese día. 

Esperaba que esa carta llegue a sus manos, que al menos ella sepa la verdad, que por favor le crea. El primer día recibieron el informe de que la policía había registrado sus apartamentos, pero al no encontrar nada sospechoso simplemente se habían ido, aunque los seguían buscando. Para el segundo día la búsqueda parecía haberse calmado.

Ya para el tercero Orlando no podía más con esa espera, tenía que salir en busca de Amelie y encontrarla pase lo que pase, así él corra el riesgo de un arresto. No podía simplemente dejarla así, ya bastantes días habían pasado y sabiendo de lo que Amelie había sido capaz en el pasado por sentirse deprimida, la idea de que su amada pudiera estar pensando en la muerte lo volvía loco. Pero tenía que esperar, se lo prometió. Un día más, solo ese día y si no recibía noticias de nada, o así hubiera noticias aún más graves, saldría en busca de Amelie pase lo que pase. 

Estar ahí era desesperante, se estaba cansando de ser paciente. Y fue esa noche de luna llena cuando las noticias llegaron. Bert le avisó que uno de los hombres que había dejado vigilando de lejos sus apartamentos acababa de llegar a la casa y traía novedades.

Un muchacho dejó esto en su puerta le dijo el hombre mientras le entregaba a Orlando un pequeño sobre—. Descuiden, esperé buen rato para coger la nota y me aseguré que nadie me siguiera.

¿Qué puede ser? se preguntó Bert, aunque Orlando lo supo pronto. Esa clase de sobres solo los usaba Amelie, y esa no era más que una de las tantas notas que le mandaba con el muchacho hijo de la cocinera. Una parte de él se sintió aliviada, si Amelie le había escrito quizá aún había esperanzas.

Es de Amelie.— Sin decirles nada más rompió el sobre y se apresuró en sacar el papel con el contenido. Las manos le temblaban. A pesar que todo parecía indicar que eso eran buenas noticias él tenía un terrible presentimiento.

 

Orlando,

Estuve varios días tomando el valor para escribirte algo. Aún no consigo entender cómo es que tú, la persona que más amo, haya sido capaz de hacerme algo como esto. Te entregué todo mi corazón, te quería entregar mi vida entera. Estaba segura que me amabas, por Dios, si hasta lo veía en tus ojos. Ahora sé que fui una muchacha ingenua que cayó en tu trampa, que lo único que estaba viendo en tus ojos era la felicidad de cumplir con tu maldito plan, con la ambición de quedarte con mi fortuna.

Pues no vas a conseguirlo, se acabó tu juego para siempre. Lo sé todo y te pido que por favor al menos por dignidad ni siquiera intentes buscarme, aunque eso ahora mismo sería en vano. Me has destrozado. Tu mentira ha acabado conmigo, no logro parar de llorar y que este sufrimiento me abrume. No quiero saber nada más del mundo. El golpe que me has dado ha sido terrible y sé que no voy a poder superarlo jamás.

Te amé con todo mi corazón, pero eso ya no importa. Te aseguro que no volverás a ver a la estúpida que engañaste.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.