La Perla I: Por deber

Capítulo 57

Ese día por la tarde el comisario fue a tomar las declaraciones de Jennifer sobre el ataque de su tía. Aunque él hubiera querido hablar a solas con Jen y contarle sobre los planes de escape que se le habían ocurrido, Joseph apareció también para escuchar el interrogatorio y responder en caso le preguntaran. Como era de esperarse, Jennifer solo dijo lo que ya todos sabían. Que llegó de la boda de sus amigos y su tía la amenazó con la escopeta mientras la insultaba. Le disparó varias veces a matar y por suerte llegó Joseph para poner fin a toda esa locura.

—¿Y tiene idea de cuál fue el motivo de su tía para hacer todo aquello?— Claro que no esperaba que dijera delante de Joseph que se veía con otro hombre y que su tía la descubrió. Pero el comisario tampoco esperó escuchar lo otro.

—Ella quería librar a Joseph de mí, lo repetía todo el rato —empezó a contar algo cabizbaja—. Decía que yo no lo merecía. Todo esto lo ha hecho por él, porque cree que no soy digna de ser su esposa. Yo creo... creo que en realidad ella de alguna forma lo ama.— El comisario miró de reojo a Joseph y notó su incomodidad. Parecía que este también estuviera al tanto de aquel detalle.

—¿Usted cree lo mismo, señor Morgan?

—Si —dijo sin mucho agrado—, antes no había querido creerlo, pero sí. Esa mujer tiene una enfermiza fijación conmigo. Está obsesionada. Cuando salvé a Jennifer me quedó bastante claro, las cosas que dijo y como lo dijo...—suspiró. Pangbord armaba entonces las piezas de toda aquella desgracia. La tía estaba obsesionada con Joseph y envidiaba a su sobrina. Cordelia descubrió el engaño de Jennifer y estalló en rabia al saber que su amado se iba a casar con ella, por eso decidió matarla, para librar a Joseph de un mal matrimonio. Qué cosa más increíble todo aquello, parecía una historia digna de una novela rosa—. Esa mujer está loca —continuó Joseph—. Comisario, no puede soltarla. Le puede hacer daño a mi prometida, podría hacerle daño a cualquiera en realidad.

—¿También crees eso, Jennifer?

—Si —le dijo muy segura—, mi tía siempre me odió. Ustedes no entienden lo difícil que ha sido vivir con ella y aguantar sus insultos, siempre encontraba la forma de hacerme sentir mal. Siempre me sacaba en cara que mi madre era mejor que yo, que mi madre esto, aquello... no lo sé. Tía Amanda dice que tía Cordelia siempre envidió a mamá. Quizá es por eso, somos tan parecidas que quien sabe, una parte de ella crea que somos la misma persona, vaya a saberse lo que pasa por su mente.

—Está loca —insistió Joseph—, y creo que deberían enviarla bien lejos de aquí. A uno de esos centros que ahora hay en Texas para gente con esos "problemas"

—También pensé en algo como aquello. Pero necesitamos la autorización de la familia.

—Robert Deschain llegará en unos días. Le envié una misiva hoy por la mañana. Asumo que estará aquí a lo mucho en cinco días. Él decidirá el futuro de esa mujer, y la verdad estoy seguro que hará lo que es correcto. Me parece que incluso usted debería gestionar ya que la trasladen a ese lugar, tener todos los papeles listos, así Robert llega y solo firma. Será lo mejor para todos.

—Estoy de acuerdo —miró de reojo a Jennifer, ella asintió levemente. Se tocaba las manos nerviosa, se notaba que la chica estaba al borde del colapso. Al parecer Joseph no tenía la más mínima intención de ir a ver a Cordelia, por lo que no podía enterarse de "su verdad". La cosa estallaría cuando llegaran los Deschain. Así que de momento Jennifer tenía al menos cinco días para pensar qué iba a hacer con su vida cuando todos se enteren.

Lo mismo pensaron Bert y Santos cuando después de la visita del comisario fue a contarles todo. Solo cinco días antes que estalle todo, cinco días para la desgracia. O quizá cinco días para pensar en excusas convincentes. Al menos así lo veía Bert, y hasta pensó que quizá si habría una salida. Jennifer y Joseph habían dado ya sus declaraciones y habían dejado bastante claro que Cordelia Deschain tenía un problema mental. Jennifer les contó acerca del supuesto enamoramiento, o más bien obsesión que tenía su tía con Joseph, aparte de quedar espantados con esa historia lograron trazar una especie de plan, o al menos lo mejor que se les ocurría.

—Nadie va a creerle a esa mujer, no después de lo que hizo —empezó a decir Cuthbert—, intentó matarte y hay un testigo, que por cierto quiere verla bien lejos de ti. Cuando comience a gritar sus estupideces nadie le creerá, no tiene como probarlo, no hay forma, ¿verdad?

—No, ella dice que nos vio, nada más —contestó Jennifer. Claro que aún seguía asustada por lo que podría pasar, pero al menos parecía que las cosas no iban a ir tan mal.




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