El comisario no estaba teniendo un buen día. Aunque se había levantado algo animado, pronto las cosas cambiaron una vez llegó a la oficina. Habían sido días algo tranquilos, desde el incidente de Cordelia Deschain no pasaba nada inusual en su pueblo. Pero al llegar esa mañana habían varias personas preocupadas presentes. Los conocía, era gente humilde de esas que no daban problemas y tenían pequeñas propiedades. Dijeron haber escuchado disparos por la madrugada y cierto alboroto cerca, pasando la hacienda "La Esmeralda" de camino a la de los Deschain. La idea de que pudieran haber llegado bandidos a La Perla y que estén cerca lo preocupó un poco. Así que haciendo caso a las sugerencias de los campesinos fue junto con otros oficiales a verificar si en verdad hubo un tiroteo aquella noche.
Recorrieron la zona y cuando ya estaban a punto de retirarse encontraron los casquillos de balas que estaban buscando. Habían varios de ellos, huellas de caballos, sangre. Definitivamente hubo un enfrentamiento ahí aquella noche. Frunció el ceño, aquello era un peligro para su pueblo. La gente estaba tranquila, no quería que se alarmen con noticias de bandidos en la zona. Eso podía tratarse de una especie de ajuste de cuentas, o quizá solo de un juego entre esa gente. Lo que tenía que averiguar pronto era quiénes habían estado ahí y si aún seguían en el pueblo o cerca.
—Vayan a los puestos de vigilancia de las entradas —les dijo el comisario—, si ellos han visto algo extraño lo van a reportar. Tenemos unas horas para encontrar a los responsables de esto. Quiero dos al norte, tres a la entrada sur. Vayan con cuidado, si ven algo extraño por más mínimo que sea manden por refuerzos. No sabemos cuantos son y no podemos confiarnos.— Sus hombres asintieron, generalmente esa clase de bandidos se movían en grupo, quizá eran unos quince y eso sí que sería un problema—. Yo iré en la dirección del fuerte abandonado, por ahí es camino hacia el ferrocarril, quizá encontremos noticias más pronto.
—¿Irá solo? —preguntó uno de ellos.
—Si, somos pocos ahora y tenemos que separarnos. Muévanse, que uno de ustedes regrese a la comisaria y dé la voz, necesitamos más hombres, que otro venga a darme el encuentro.
La orden ya estaba dada, todos empezaron a moverse. Ahora que estaba solo tenía que pensar bien en lo que estaba sucediendo. La opción uno eran los bandidos, la opción dos era un altercado entre los mismos ciudadanos de La Perla. No podía ser coincidencia que aquel tiroteo se haya dado entre "La Esmeralda" y la hacienda de Deschain, había algo extraño ahí. ¿Y si primero iba a las haciendas de ellos a preguntar si todo estaba bien? No creía que algo le hubiera pasado a Jennifer, ella estaba bien vigilada y protegida por su prometido. De seguro que ese par de Allgood y Blanchard tenían que ver en eso. Aunque no tenía las pruebas para demostrarlo tenía sospechas del pasado de esos dos y del origen de su fortuna. ¿Un ajuste de cuentas tal vez? Iría averiguarlo rápidamente.
No pasó mucho tiempo de su cabalgata cuando vio a lo lejos un grupo de al menos diez hombres a caballo que venían desde "La Esmeralda", entre ellos Cuthbert. Pero lo que le sorprendió fue ver a Jennifer también ahí. Y como para sorprenderse aún más notó que la chica estaba armada al igual que los otros hombres. Bien, misterio resuelto. El disturbio tenía que ver con la gente de esa hacienda y ahora iba a averiguar qué rayos pasaba en verdad. Al verlo los hombres se detuvieron, él solo miraba a Jennifer fijamente. Cuthbert parecía muy apurado y no parecía tener la intención de explicarle nada.
—Buen día, comisario, y disculpe que no podamos hablar mucho —empezó a decir él—, pero llevamos prisa, tenemos una misión que cumplir.
—¿Cómo?— No respondieron, a una señal del hombre los jinetes siguieron su paso, solo Jen quedó atrás un momento—. Cielo, ¿qué está pasando en este lugar?
—Comisario, necesitamos ayuda. Refuerzos.
—¿Refuerzos para qué?
—Para rescatar a Orlando, anoche lo emboscaron y pues...—ella respiró hondo para calmarse. Se notaba en su rostro que había llorado mucho, tenía enormes ojeras y lucía bastante preocupada. Preocupada claro, pero también bastante decidida. Se arregló el sombrero y el arma para tomar nuevamente las riendas de su yegua—. Por favor venga con nosotros, usted conoce más de esto. Pero tengo que encontrarlo antes que sea demasiado tarde.— Sin decir nada más empezó a seguirles el paso al grupo. El comisario no lo pensó más tiempo, ya se lo habían dicho todo. Había alguien a quien rescatar.
******************
Cuthbert le había dicho que huir nunca fue la solución, que deje de sentirse culpable por algo que quizá pudo ir peor. Claro, en ese momento en lugar de tenerlo solo a él podrían haberla capturado a ella también, quien sabe incluso se hubiera llevado la peor parte. Bert no entró en detalles, pero le dijo lo necesario para comprender la situación. La única que podía estar detrás de todo aquello era Charice, una mujer con la que Orlando estuvo saliendo un tiempo y que para su mala fortuna fue también madrastra de Amelie, una muchacha que él amó y con quien planeó casarse hace varios años.
#26255 en Otros
#1841 en Novela histórica
#40133 en Novela romántica
amor prohibido, medio oeste romance cowboys, trianguloamoroso
Editado: 08.01.2020