La Perla I: Por deber

Capítulo 65

Cuando se enteraron de la boda volvieron de inmediato al pueblo. No hubo tiempo de avisarles sobre la muerte de Orlando, para ellos la boda con Joseph era algo que no se iba a realizar, así que cuando Elena recibió el sobre con la invitación formal para la boda de Joseph y Jennifer se alarmaron y regresaron para saber qué rayos estaba pasando. Apenas si se habían empezado a instalar, la última vez que los vieron Orlando y ella bailaban como una pareja más en su boda, se había decidido que apenas Joseph regresara de viaje ese compromiso se iba a anular y ellos dos estarían juntos. 

Fue una terrible sorpresa llegar y enterarse de todas las novedades. Jennifer sufrió un intento de asesinato, Orlando murió en las llamas, y Jen se iba a casar de todas maneras. Aquello parecía una broma, no podían creer que en verdad estaba sucediendo. Para cuando Damon y Elena llegaron a La Perla, Jennifer había partido a Mejis con su tío, pero regresarían días antes de la boda que se daría de todas maneras.

Apenas Jennifer puso un pie en La Perla, Damon fue a verla para tratar de entender qué pasaba por su cabeza. Era su mejor amigo después de todo, su amigo de toda la vida, incluso más que Santos y Elena. Él entendía su dolor, claro que hubiera enloquecido si Elena moría de pronto, pero aún así Damon quería hacerle entender que no era necesario seguir con aquel sacrificio, que ella podía continuar con su vida sin tener que casarse. 

Jennifer apenas respondía con evasivas, esquivaba su mirada. En realidad esquivaba a todos, apenas había hablado con Santos desde entonces y ni su tía Amanda había conseguido consolarla. Aquella vez Jen lloró sobre el hombro de Damon, pero no dijo nada más. La decisión de la boda seguía en pie y nada iba a detener aquello.

—¿Entonces vendrás? —le preguntó Elena a Santos. Era la tarde anterior a la boda y la pareja estaba en "La Esmeralda" tomando el té.

—No lo sé, es claro que ese hombre no me quiere ahí, aunque me hayan enviado la invitación es solo una formalidad. Y la verdad yo no quiero ver como mi amiga se va al matadero. Antes que empezara todo eso con Orlando me costaba aceptar que iban a casarse, ahora mucho peor. En serio no entiendo por qué Jennifer quiere seguir con esto.

—No es que quiera hacerlo en realidad —dijo Damon en voz baja. Estaba bastante pensativo, no había logrado hacer que Jen reaccione y lo único que quería era entenderla—, ella desistió del matrimonio porque quería estar con otra persona, ahora que esa persona ha muerto ya no ve sentido a nada. Es como si hubiera perdido el rumbo.

—Pero es que no puede ser así —insistía Santos—, no puede arruinar su vida, no puede condenarse. Entiendo que aún le duela lo de Orlando, sé que eso le va a doler siempre, pero no puede abandonarse de esa manera.

—Ese es el problema quizá, no tiene ganas de vivir ni de nada. Ese matrimonio no va a cambiar la realidad... si, es eso —concluyó Damon y Elena asintió. Ella también lo entendía de esa manera, Jennifer perdió las ganas de salir adelante. Si quizá esa boda estuviera planeada para dentro de unos meses aquello le daría oportunidad para dejar la tristeza de lado, para pensarlo mejor y sobreponerse. Pero aún eran pronto para eso, Jen seguía hundida por la muerte de Orlando y no estaba para tomar decisiones importantes. La clara prueba era ese matrimonio.

—Supongo que iré, será como ir a un entierro, pero iré —les dijo Santos con resignación—. En serio me da mucha pena todo esto, ella se veía tan feliz, ¿saben? Tomó una decisión para ser feliz y viene a pasar esta desgracia.

—¿Cómo está hoy Bert? —le preguntó Damon. No había aparecido toda la tarde, según les había avisado Jake, había ido al cementerio. Santos solo suspiró y meditó un momento sus palabras.

—Triste, sigue igual. Es muy pronto para él también. Estoy a su lado, pero para él ha sido como perder a un hermano, más que eso quizá. Esos dos eran tan unidos, sé que él se culpa por no haber llegado a tiempo a rescatarlo. Yo siempre voy a estar para apoyarlo, pero espero vuelva a ser él mismo pronto. Lo necesito.

—Entiendo —le dijo Elena apoyando una mano sobre la suya—. Esto es tan triste, pero tu esposo te hace falta. Él te ama, Santos, no más recuerda todo lo que hizo por ti. Ahora solo debes ser paciente, ya verás cómo mejora.

—Eso espero. Yo tengo algo que decirle, pero con todo esto ya no creo que sea el momento. Se lo iba a decir esa mañana pero... bueno, aprovecharé apenas pueda.

—¿Qué cosa? —preguntó Damon aún sin entender, pero Elena captó pronto. Sin querer, de manera inconsciente quizá, Santos se había llevado la mano a la altura del vientre mientras hablaba. Luego la apartó al darse cuenta de ese detalle. La muchacha no comentó nada, pero había entendido perfectamente. Santos estaba embarazada y no sabía cómo decírselo a Cuthbert.




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