La Perla Ii: Por libertad

Capítulo 12

Había sido una excelente noche. No le costó mucho ceder su lugar en el concurso a aquella chica, era hija de uno de sus clientes y le dio pena escuchar que la muchacha no alcanzó cupo para entrar a la competencia. Era joven, casi como ella la primera vez que postuló, la chica merecía la oportunidad. Todo el concurso para la reina de la feria estuvo muy entretenido, se sintió muy feliz de que su prima Melinda ganara, estaba preciosa esa noche y se lo merecía. 

En general todo el evento había sido un éxito, comida y bebida en abundancia, música, baile, muchas risas. Pasó buen rato con Elena y Damon, había pasado varios años desde la última vez que estuvieron en una feria juntos. Y aunque tuvo temor de que hicieran sentir mal a Elena, aparte de alguna que otra mirada desdeñosa, nadie se metió con ella.

Se divirtió mucho, cierto, tenía tiempo que no reía tanto ni la pasaba tan bien. Atrás habían quedado los días en que recordar la feria la hizo temblar. Hace más de seis años que en una noche como esa Steve Reynolds la violó con su arma y le dejó heridas que hasta el momento no podía borrar. A veces sentía que le ardía la entrepierna cuando despertaba de sus pesadillas, que le dolía exactamente como aquella vez, como si sangrara. Sabía que todo eso estaba en su cabeza, hasta había tenido un hijo y esas heridas ya estaban curadas, pero el dolor era muy real. Jen tenía claro que nunca podría olvidar lo que pasó con Steve, pero no podía detenerse, tenía que seguir adelante y ser feliz.

Esa mañana se despertó muy temprano pues había cosas que hacer. Joseph estaba en reunión con el alcalde y ella ahí no figuraba, así que disponía de todo el día para ella sola. Fue a la hacienda Deschain para supervisar como iba todo el trabajo y revisar a las crías recién nacidas de los caballos. Julius fue con ella, así que se lo encargó a Melinda mientras se dedicaba al trabajo. Se quedaron al almorzar con su prima, Julius decidió echarse una siesta y ella tomó un libro de cuentas que tenía para terminar de hacer unos cálculos. Cuando se dedicaba a esa labor necesitaba un lugar tranquilo donde nadie la molestara, no le gustaba que la interrumpieran, equivocarse con los números era algo delicado. Así que sin pensárselo mucho montó a Diamante y se fue hacia su lugar secreto. Aquel entre árboles al lado del riachuelo.

Se apoyó en su árbol y se dedicó a lo suyo. Estuvo muy concentrada por casi media hora, hasta que esa calma empezó a arrullarla, tanto silencio le adormecía. No había dormido mucho esa noche, necesitaba descanso después de todo. Cuando los Morgan regresaron a casa después de la fiesta y Julius estuvo dormido, ella y Joseph lo hicieron con muchas ganas, estaban muy animados. Desde esa vez que hablaron de tener otro hijo no habían parado, lo hacían todos los días sin excepción. Sacando cuentas, y si los cálculos eran correctos, para el próximo vez ya podría anunciar que estaba embarazada. Y si no resultaba ese mes, resultaría el siguiente. Puede que demoren un poco pues pasó mucho tiempo tomando las yerbas de los indios, ahora era solo cuestión de esperar.

Dejó el cuaderno a un lado y se acomodó debajo del árbol para echarse una siesta. No era la primera vez que lo hacía, ese siempre sería su sitio favorito. Antes, cuando se encontraba con Orlando, a veces ella se quedaba dormida esperando y él la despertaba acariciando suavemente sus mejillas. Durante mucho tiempo Jen se permitió soñar con que él volvería. Le parecía escuchar que cualquier movimiento de los arbustos podría ser él acercándose. Sabía bien que él no iba a volver, pero aún así lo imaginaba y sonreía soñando con un reencuentro. 

El tiempo había pasado, y a pesar de tener bien claro que Orlando estaba muerto, una parte de ella lo esperaba. Puede que él aparezca en sus sueños mientras dormía, no importaba. En ese lugar siempre pensaba en él, sus huellas estaban por todos lados. Cerró despacio los ojos, no tardó mucho en quedarse dormida.

Habrán pasado unos veinte minutos desde que Jennifer cayó profundamente dormida, cuando él llegó. Tomó prestado un caballo del establo de "La Esmeralda" y decidió dar un paseo, algo que lo distrajera y lo hiciera sentir menos miserable después de lo que vio en la noche. Casi no durmió de tanto pensar, de sentirse pésimo. No quería tomarla mal con Jennifer, ¿cómo iba a saber ella que Joseph la engañaba? Pero aún así, ¿por qué él? ¿Por qué con el que la compró? ¿Con el que los separó? Ella lo quería, Orlando vio lo cómoda y feliz que estaba a su lado. Era una lástima que todo aquello fuera falso, que todo sea producto de una trampa y de tantas mentiras. ¿Y ella lo seguiría queriendo? ¿O prefería no pensar en él nunca? ¿Lo recordaba con amor? Tenía que averiguarlo, por más que doliera, tenía que mirarla a los ojos y encontrar la respuesta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.